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"Hace falta más dinero para los refugiados venezolanos"

12 de abril de 2019

La masiva migración venezolana se ha convertido en la crisis migratoria más grave de Latinoamérica. DW entrevistó en exclusiva a Eduardo Stein, representante especial de la ONU para refugiados y migrantes venezolanos.

Imagen: Getty Images/J. Raedle

Los pasados 8 y 9 de abril de 2019, representantes de una docena de países latinoamericanos se reunieron en Quito en el marco de la tercera reunión técnica dedicada a la masiva migración venezolana. Entre otros asuntos, fue evaluado el llamado "Proceso de Quito”, establecido tras la "Declaración de Quito” de septiembre de 2018, con el objetivo de articular mecanismos para abordar la grave crisis migratoria. 

Deutsche Welle: Señor Stein, ¿está contento con los resultados del llamado "Proceso de Quito”?

Eduardo Stein: El "Proceso de Quito”, en esta tercera reunión, fue bastante exitoso. Los Gobiernos pudieron ponerse de acuerdo en una serie de procedimientos para documentar la población venezolana que cruza hacia sus territorios, de manera que tengan el acceso a derechos que todos los países quieren garantizar.

¿En qué estado se encuentra, en su opinión, la crisis migratoria venezolana?

Bueno, el flujo de población continúa. Está más o menos determinado en promedio en unas 5.000 personas diarias saliendo de su territorio y tiende a agravarse. Es muy posible que los últimos acontecimientos, sobre todo la interrupción de la energía eléctrica y la escasez de medicinas y alimentos, puedan incrementar esos flujos. De manera que la crisis sigue agravándose.

Se prevé que pueda haber unos cinco millones de refugiados venezolanos hasta finales de año. ¿Está la región preparada para eso?  

Esta es la más grave crisis migratoria que hemos tenido en toda la historia de América Latina. Nunca estuvimos preparados como región para un desplazamiento humano de estas proporciones y de esta complejidad. Y los riesgos que la población venezolana está corriendo son enormes, sobre todos en los puestos de frontera, en donde hemos detectado muchos abusos. Existe, además, un esfuerzo para enfrentar la crisis hasta ahora con presupuestos internos, pero se han agotado. Los Gobiernos de los países receptores de inmigración están con su capacidad institucional desbordada, sobre todo en materia de salud y educación. Y si el flujo se incrementa a las cantidades que estamos previendo, ciertamente, sin apoyo internacional, no seremos capaces de atender debidamente a esta población.

Usted pide más dinero para los países de la región. ¿Cuánto es necesario?

El cálculo que hicimos a fines del año pasado junto con los Gobiernos, las Iglesias, las organizaciones de la sociedad civil y las agencias de Naciones Unidas fue de 738 millones de dólares para enfrentar las necesidades de los próximos dos años. Sobre todo porque, aunque la crisis tuviera una solución política mañana mismo, la población venezolana que ya salió tardaría cerca de dos años en regresar.

Eduardo Stein, representante especial para refugiados y migrantes venezolanos de la ONU. Imagen: Getty Images/AFP/O. Sierra

Aparte de dinero, ¿hacen falta cooperantes, voluntarios, personal en general?

La realidad es que en cada uno de los países receptores de migración venezolana y también en los países de tránsito, la respuesta ha sido extremadamente generosa. En Colombia, Ecuador, Perú, Argentina, Chile, también en Brasil, las propias comunidades receptoras se han organizado para atender, sobre todo los temas de emergencia. A través de las agencias internacionales se han podido lograr apoyos de especialistas o personal entrenado en áreas de salud. Los Ministerios de salud locales están totalmente desbordados.

¿Diría usted que hay un límite de acogida en países como, por ejemplo, Colombia, que también tiene un cierto número de refugiados internos?

Es difícil decirlo, porque cada país tiene su propia situación interna, pero lo que sí pudimos determinar en esta reunión de Quito es que los países están verdaderamente al límite de sus capacidades internas. Si esta crisis, por alguna razón súbita, se agravara de pronto y regresáramos a los números de agosto, en donde tuvimos a veces 19.000  o 20.000 personas diarias, no habría capacidad interna en los países receptores para atender sin ayuda externa importante esta cantidad de gente.

¿Qué problemas existen en la integración de los refugiados venezolanos? ¿Aumenta el racismo contra ellos?

Es importante mencionar que en algunas comunidades hay ya brotes xenófobos, que expresan su molestia respecto de esa población que llega de manera tan súbita, porque sienten que están compitiendo por servicios y por empleos locales. Por esa razón, los Gobiernos han enfatizado tanto que es importante invertir de manera pareja en las comunidades receptoras.

El "Proceso de Quito" continúa en julio de 2019 en Buenos Aires. En estos tres meses ¿qué tendría que hacer la comunidad internacional?

Bueno, los Gobiernos de los países receptores de migración del refugio venezolano han insistido mucho en un apoyo financiero extraordinario, además de lo que ya están recibiendo. Para darle una referencia, de los 738 millones que se determinaron necesarios en diciembre del año pasado, se ha recibido apenas un 11 por ciento. Pero la situación cambia día a día, de manera que, en los próximos tres meses, uno de los temas que se van a explorar de manera intensa es la posibilidad de generar un documento único para la población migrante, que pueda permitirle circular por todos los países de la región de manera única. Esta fue una de las aspiraciones expresadas en días pasados en Quito.

 "Vamos a lograrlo” fue la frase más famosa de la canciller alemana, Angela Merkel, cuando en 2015 se produjo el intenso flujo de refugiados que llegaron a Alemania. ¿Es también su lema?

La realidad es que estamos ante unas expresiones de mucha generosidad, apertura y solidaridad de Gobiernos y poblaciones de los países vecinos. Lo que ahora aprieta es más un problema de recursos, pero estamos convencidos de que sí será posible brindar el cobijo necesario, con acceso a derechos, a esta población que se ha visto obligada a huir de su país.

(ms/ers)

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