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Halima: educación islámica en el corazón de Alemania

Nastasja Steudel (MS)19 de enero de 2014

Por motivos religiosos, aquí no se come carne de cerdo. Halima es uno de los primeros jardines de infancia de Alemania que, desde 1999, aporta su granito de arena a la integración musulmana en la sociedad.

Imagen: DW/N. Steudel

El viernes es día sagrado. Y además, se toma sopa. Sentados sobre sus sillitas, Abdulkadir, Efe y Yasmin trocean pimientos de color naranja y colocan ordenadamente las tiras. Para comer hay sopa de pimientos, además del pan que ellos mismos hornean. La masa quedó preparada el día anterior. Ayşe, una becaria, junto con Şeyma y Mirela, dos cuidadoras, están a cargo del horno mientras la sopa se cuece en varias ollas.

Hay que llenar los estómagos de 22 niños hambrientos de edades comprendidas entre los 3 y los 6 años, procedentes de 9 países distintos. Un piso más arriba, una profesora enviada por el consulado turco imparte clases de este idioma una vez por semana a unos cuantos pequeños que acuden a Halima, un jardín de infancia situado en la ciudad de Karlsruhe.

Al principio, prejuicios y desconfianza

Salih, de 6 años, se expresa sin problemas en turco y en alemán. Durante los primeros tres años de vida del pequeño, Mesut Palanci, padre de Salih, se dirigió a su hijo exclusivamente en turco . "Para que dominara su lengua materna a la perfección", explica en un alemán sin tacha alguna.



Palanci, de 44 años, preside la Asociación de Apoyo al Jardín de Infancia Halima. Su papel fue decisivo para que la institución pudiera abrir hace quince años sus puertas. En aquel entonces, se trataba de un proyecto pionero. Y también fue una lucha constante contra los prejuicios y la desconfianza. Antes de Halima, solo había un par de jardines de infancia con espíritu integrador en toda Alemania. Uno de ellos, situado en Múnich, cerró sus puertas hace un par de años.

"No estamos aquí para instruir sobre el Corán"

La idea de abrir un jardín de infancia en el suroeste de Alemania destinado a niños de familias musulmanas nació en 1993. En la oferta para los pequeños, se pretendía incluir contenidos religiosos como la celebración del Ramadán y el rezo diario. Algunos padres habían tenido experiencias negativas en otros jardines de infancia por la falta de empatía, por ejemplo, hacia las costumbres alimenticias islámicas.

En 1994 se fundó la Asociación de Apoyo que preside Mesut Palanci. Pasaron cinco años hasta que el proyecto se aprobó. Mientras que los jardines infantiles de orientación cristiana presentaban su concepto en unas pocas páginas, ellos tuvieron que elaborar un enjundioso proyecto, pues las autoridades querían saber exactamente en qué consistía aquello, sobre todo en lo concerniente al apartado religioso. Como no tenían muy claro qué escribir, emularon proyectos ya escritos por jardines católicos y protestantes. Donde decía "Jesús", escribieron "Mahoma". Al final, todo quedó reflejado en 56 hojas sobre las que Palanci y otros impulsores del proyecto dejaron claro que querían que el islam formara parte de la educación de sus hijos. "Pero estamos abiertos a todo el mundo", explica. "Aquí no aprendemos de memoria sermones ni el Corán".

"¡Aquí se habla alemán!"

Şeyma Bozkurt y Mirela Dedajic están en Halima desde los comienzos. Tienen raíces turcas y bosnias respectivamente, aunque hablan alemán a la perfección. Mirela Dedajic no tiene pañuelo islámico, pero Şeyma Bozkurt decidió conscientemente llevarlo. El tema es controvertido y salta de vez en cuando a los medios. "A los niños les da igual", dice Bozkurt, de 36 años. Pero, por ese motivo, suele toparse con cierta incomprensión. Su hija va, por ejemplo, a una guardería de orientación religiosa mixta. Cuando Bozkurt anunció que su marido acudiría a una reunión de padres, de inmediato le preguntaron: "¿Habla alemán?"

Mesut Palanci la contrató precisamente porque llevaba pañuelo islámico. "Discriminación positiva", admite. "En otras guarderías, ni siquiera se habría considerado su candidatura. En demasiadas ocasiones, Palanci ha sido testigo de cómo muchas mujeres se quitan el pañuelo antes del trabajo y solo lo llevan tras la jornada laboral. "Es como una escisión dentro de su ser y resulta muy doloroso", explica.

La integración funciona

Antes, las madres musulmanas retrasaban lo más posible el ingreso de sus hijos en el jardín de infancia. Ahora, muchas de ellas los dejan allí mucho antes y se reincorporan al trabajo. Quizá sea el mejor signo de que la integración funciona. Dentro de año y medio, abrirá sus puertas en Karlsruhe un segundo Halima, que aceptará niños a partir de 1 año de edad, algunos procedentes de familias cristianas. A la hora del almuerzo, se reza: "Bismillah ar-rahman ar-rahim", murmuran los pequeños. Después dicen: "¡Buen provecho, señora Schmitt!"

Seyma Bozkurt desea expresamente llevar pañuelo islámico.Imagen: DW/N. Steudel
Antes de almorzar, los niños rezan y desean buen provecho al resto de comensales.Imagen: DW/N. Steudel
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