Trump sigue empeñado en poner fin al programa estatal DACA pese al daño que eso le haría a la economía nacional; si expulsa a 700.000 “soñadores” de Estados Unidos, perderá y dejará de ganar miles de millones de dólares.
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A lo largo de las últimas décadas, transitando los caminos más diversos, muchos niños llegaron con sus familias a Estados Unidos y se terminaron quedando en el país, no siempre con permisos de residencia en regla. “Soñadores”, es el nombre que se les ha dado. Diego Corzo es uno de ellos: el peruano de 28 años de edad voló de Lima a Miami cuando tenía nueve, de la mano de sus padres y de su hermano menor, buscando un futuro más próspero. Cuando sus visas de entrada caducaron, el cuarteto decidió quedarse en Florida. “Mi hermano y yo fuimos a la escuela. Mis padres consiguieron los empleos que nunca encontraron en Perú. Juntos construimos una vida en Estados Unidos”, cuenta Corzo, quien administra su propia empresa y se dedica a la venta de bienes inmuebles tras haberse lucido como estudiante de Tecnología de la Información y Gerencia.
Trump versus los “dreamers”
Sus logros podrían esfumarse de la noche a la mañana si el jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, pone fin al programa estatal Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) en el marco de su política migratoria de “mano dura”. Quienes comparten la perspectiva de Trump alegan que los “soñadores” abusan de los ciudadanos estadounidenses, viviendo de sus impuestos y robándoles los puestos de trabajo; y es que el DACA no sólo legaliza su permanencia en territorio estadounidense, sino que los dota con permisos laborales. Pero otras fuentes refutan ese argumento. “Estos jóvenes le hacen grandes aportes a nuestro país”, dice Peter Boogaard, quien estuvo a las órdenes del presidente Barack Obama (2009-2017) y ahora es miembro de la organización FWD.us, que hace campaña en Washington para que el programa DACA no sea desmantelado.
El laboratorio de ideas Instituto CATO, con sede en la capital estadounidense, secunda a Boogaard con sus estimaciones: entre 2019 y 2028, los “soñadores” van a inyectarle unos 351.000 millones de dólares a la economía local y a pagar 93.000 millones de dólares en impuestos, auguran sus investigadores. “Yo soy dueño de varias casas. Otros como yo alquilan y compran casas. Nosotros pagamos nuestros impuestos”, subraya Corzo, asegurando que sus pagos al fisco ascendieron a 33.000 dólares el año pasado. El DACA también le ha dado un espaldarazo a los “soñadores” que han preferido trabajar a destajo y sin ataduras con miras a evitar complicaciones, aun cuando en Estados Unidos nunca fue obligatorio mostrar el permiso de residencia para optar por un empleo. La medida decretada por Obama en 2012 les ha dado un mayor grado de independencia.
El legado de Obama
Encuestas revelan que el salario por hora de jóvenes como Corzo aumentó en un 84 por ciento tras la aprobación del programa DACA. Cinco por ciento de los beneficiarios de esa acción fundaron sus propias compañías; en ese sentido, los “soñadores” están por encima del promedio nacional, que es del 3,1 por ciento. Para algunas de las instancias que estudian este fenómeno, la ambición constructiva es uno de los rasgos más comunes de este sector de la población estadounidense. Un sondeo del Center for American Progress apunta a que la mayoría de los adultos mayores de 25 años protegidos por el DACA tienen al menos una licenciatura en su haber. Más de la mitad de todos los “soñadores” consultados dijeron querer ir a la universidad.
Es quizás por eso que Apple, Amazon, General Motors y otras quince de las veinticinco compañías más sólidas económicamente de Estados Unidos siguen contratando a “soñadores”, pese a la amenaza de Trump de repatriarlos en el futuro cercano. En el otoño de 2017, su Ejecutivo se negó a prolongar el decreto de Obama que le dio vida al DACA, pero dos tribunales le ofrecieron resistencia: uno sentenció que quienes ya se habían adherido al programa seguirían estando protegidos por él y otro se pronunció a favor de que las nuevas afiliaciones al DACA continuaran siendo posibles. Trump está empeñado en tener la última palabra al respecto y hay cortes que lo apoyan; una del estado de Texas ha puesto en duda la facultad de Obama para decretar el DACA cuando lo hizo. Esto sume a alrededor de 700.000 personas en una incertidumbre tortuosa.
Patrick Große y Sira Thierij desde Washington (ERC)
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América, migraciones y diversidad
América es paisajes, rostros, sabores y colores, pueblos originarios, migración, tradiciones y fiestas. Un museo alemán propone un viaje por las raíces de este continente, sus historias de migración y la sociedad actual.
Imagen: Victoria Dannemann
A la conquista de la naturaleza
Desde las praderas del norte hasta la Patagonia austral, paisajes y animales han determinado la vida en América. Un gran bisonte da la bienvenida en la nueva sección del Museo de Ultramar de Bremen (Übersee-Museum), dedicada al continente americano. Caballos, llamas y aves tropicales, entre otras especies, dan cuenta de la estrecha relación entre el hombre y la naturaleza.
Imagen: Victoria Dannemann
Historias de migración
La exhibición explora (a través de objetos, imágenes y relatos, desde el período precolombino hasta la vida actual), qué influjo han tenido las diferentes olas migratorias desde la llegada de Colón a América. Muy significativo es el testimonio de bisnieto del legendario jefe de los Lakota, Toro Sentado. Ernie LaPointe –en la pantalla- asistió también a la inauguración de la exposición.
Imagen: Übersee-Museum Bremen/Matthias Haase
Tesoros precolombinos
Parte del legado de los pueblos originarios, son aquellos tesoros que encontraron los conquistadores y que demuestran el desarrollo de sus culturas y la destreza de sus artesanos. El Übersee-Museum de Bremen cuenta con una importante colección de objetos del período precolombino, como esta cerámica inca.
Imagen: Übersee-Museum Bremen/Matthias Haase
Tradición del pueblo Mapuche
Originario del sur de Chile y Argentina, el pueblo Mapuche ha sido inmortalizado en la literatura como una etnia aguerrida y valerosa. Característica de este pueblo es también la confección de bellos tejidos a telar (como los de la foto), que les sirven para protegerse del frío y la lluvia de esa zona.
Imagen: Victoria Dannemann
Devociones latinoamericanas
Las religiones juegan un rol fundamental en las cultura americanas. El catolicismo, herencia española y portuguesa, encontró terreno fértil en el nuevo mundo. Países andinos que adoraban a la Pachamama o Madre Tierra adoptaron el culto a la Virgen María, en un particular sincretismo. Una de las mayores devociones marianas se da en México, con Nuestra Señora de Guadalupe.
Imagen: Victoria Dannemann
Culto a la muerte y a la vida
Con estas figuras de papel maché, el Übersee-Museum destaca la tradición mexicana del Día de Muertos, que no se ocupa solo de recordar a los fallecidos, sino que es también una verdadera fiesta para los vivos. Esqueletos y calaveras cobran en ella una dimensión artística, decoradas y engalanadas para las celebraciones.
Imagen: Victoria Dannemann
De carnaval por Bolivia
Más al sur, el carnaval no se queda atrás en materia de celebraciones. Los majestuosos trajes del carnaval de Oruro, que usan los danzantes de las “diabladas”, son otra muestra del singular sincretismo religioso propio de Latinoamérica. Tradiciones y cultos originarios se fundieron con los ritos católicos dando origen a una expresión única.
Imagen: Victoria Dannemann
Frutos de una América sabrosa
Si somos lo que comemos, entonces los americanos son coloridos, diversos, sabrosos y tan alegres como estos frutos. Papaya, aguacate o palta, banana o plátano, ananá o piña, chile o ají, son sólo algunos de los productos que han conquistado los paladares europeos. Imposible hablar de América sin pensar en –o saborear- estos productos.
Imagen: Victoria Dannemann
Maíz, oro de América
Tuxpeño, Teosinte, Comiteco, Elote, Olotillo, Pepitilla... Las variedades de maíz son tan numerosas como sus usos. El maíz o choclo ocupa un lugar fundamental en la agricultura y la dieta de los pueblos americanos. Ya sea como grano cocido, pasta, harina, almidón, cereal, jarabe, aceite o forraje para animales, es para los europeos (junto con la papa) uno de los grandes tesoros de América.
Imagen: Victoria Dannemann
En las tierras del tío Sam
La Estatua de la Libertad, atuendos con los colores de la bandera o el tradicional bus escolar amarillo son inconfundibles símbolos de Estados Unidos. También la mesa -que el museo ha puesto colgada del techo- con el pavo y el puré de calabazas, decorada para una las principales tradiciones del país del norte: Thanksgiving o Día de Acción de Gracias.
Imagen: Victoria Dannemann
Pampa, mate y boleadoras
Las extensas tierras del gaucho argentino son también uno de los retratos de América que recoje este museo alemán. Junto al mate, bebida imprescindible de esas tierras, el trabajo en cuero y la actividad ganadera son aspectos fundamentales de esta cultura que se conservan hasta el día de hoy.
Imagen: Victoria Dannemann
Rostros americanos en Bremen
Nacieron en América, pero emigraron a Alemania. Hoy viven en Bremen y sus alrededores. Sus retratos dan cuenta de la diversidad del contienente americano. Un buen ejercicio es intentar identificar sus nacionalidades. Los colores de las banderas, a un costado de las fotos, dan una pista. ¿Son todos los americanos iguales? Estas fotos derriban cualquier mito.