EE. UU.: más de 125.000 salvadoreños renuevan su TPS.
14 de marzo de 2018
Esta es la última oportunidad para renovar el TPS para los 190.000 salvadoreños protegidos por este programa en EE. UU., que en caso de no renovar su permiso se encontrarán en el país en situación ilegal.
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Más de 125.000 salvadoreños residentes en EE. UU. han renovado su Estatus de Protección Temporal (TPS) a cinco días del 19 de marzo, fecha límite para volverse a inscribir en este programa migratorio que el presidente estadounidense Donald Trump decidió terminar en enero.
Los próximos días representan la última oportunidad para renovar el TPS para los 190.000 nacionales de El Salvador protegidos por este programa, que en caso de no renovar su permiso se encontrarán en el país en situación ilegal.
Así, aún quedan unos 65.000 salvadoreños que no han renovado todavía su permiso, según datos de la Embajada de El Salvador en Washington. Esta será la última renovación del TPS para El Salvador, pues el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció a principios de enero el fin del programa, de forma que los beneficiados tendrán que salir del país o buscar otras formas de quedarse antes del 9 de septiembre de 2019.
"Quiero hacer un llamado a quienes aún no han realizado este trámite para que lo hagan en nuestra embajada o en uno de los 18 consulados en los Estados Unidos; al estar reinscritos al TPS tendrán estabilidad por 18 meses más", afirmó este martes el canciller de El Salvador, Hugo Martínez, en un comunicado.
Además, Martínez reiteró el compromiso "de seguir las gestiones a todo nivel para lograr una solución permanente a la situación migratoria de miles de compatriotas", en el marco de la estrategia que impulsa el Gobierno salvadoreño en este ámbito, desde noviembre de 2016.
CT (EFE, La prensa Gráfica)
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El Salvador: de expandilleros a panaderos
Vivir en una banda criminal es sinónimo de peligro. En El Salvador las armas y las drogas eran el pan de cada día de Wilfredo Gómez. Después de diez años cambió su vida de delincuente para volverse panadero.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Un cambio profundo
Estas manos solían contrabandear drogas y armas para la temida banda criminal "18th Street Gang", ahora amasan harina de pan en El Salvador. La panadería de la iglesia Eben-Ezer, en la capital salvadoreña, es dirigida por un exmilitante. En la foto, Wilfredo Gómez hornea pan junto con otros diez antiguos integrantes de la banda criminal. Esta es la base con la que comienzan una nueva vida.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Grandes costos
Llevar las cuentas y otro tipo de papeleos es su nuevo oficio. El joven se unió a la pandilla "18th Street Gang" cuando era todavía un adolescente. La banda presenta estructuras parecidas a las de las mafias y es una de las más conocidas de las llamadas Maras. Gómez dice que fue atraído por las armas, las mujeres y el sentimiento de pertenencia a un grupo.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Con la ayuda del Señor
El exmilitante Julio Marroquín renunció a su pasado en bandas criminales y ayuda en el servicio de la iglesia de Eben-Ezer. Para desertores como él, la iglesia en Dina, un barrio de San Salvador, es un lugar de refugio. Para los exintegrantes de estas bandas criminales no es fácil encontrar un trabajo o un lugar para vivir. La iglesia le provee a Julio un lugar para dormir y comida.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Marcados de por vida
Roberto Renderos también salió de la banda criminal. Sus llamativos tatuajes hacen que su pasado salte a la vista y también despierte sospechas frente a las autoridades policiales. En octubre la policía arrestó a los panaderos expandilleros porque sospechaba que habían formado una asociación ilegal. La razón: sus tatuajes. Sin embargo, los sospechosos salieron libres sin cargos en su contra.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
Borrar el pasado
En la banda, Raúl Valladares era conocido bajo el apodo de "La Sombra". Para él, su nombre al igual que sus tatuajes de "18th Street Gang" en su cara hacen parte del pasado. Ahora sus tatuajes son removidos con un láser, a pesar de que la banda criminal amenaza de muerte a quien se quite los tatuajes.
Imagen: Reuters/J. Cabeazas
La panadería de los sueños
"Yo perdí mi casa, mi mujer, mi hijo y los mejores años de mi vida persiguiendo una ideología sin sentido", manifestó Wilfredo Gómez acerca de su tiempo como pandillero. A los otros desertores les pasó lo mismo. En la panadería no solo se prepara pan, sino también se fabrican nuevos sueños. "Algún día vamos a tener nuestro propio negocio y vamos a competir con las pizzerías", dice.