Según reveló "The New York Times", que cita a funcionarios estadounidenses y afganos, a largo plazo el plan es reducir los efectivos a 8.600.
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La intención del Gobierno norteamericano es dejar 8.600 efectivos en ese país centroasiático, lo que supondría un significativo descenso respecto a los entre 12.000 y 13.000 desplegados actualmente, según publica el diario The New York Times.
Si se concreta esa reducción, se acercaría a lo pactado entre EE. UU. y los talibanes durante sus negociaciones, que duraron más un año y que se vieron abruptamente interrumpidas hace poco más de un mes. En la fase final de ese diálogo, se dio a conocer un borrador de acuerdo que preveía la retirada de 5.000 soldados estadounidenses en 135 días.
El teniente general Austin Scott Miller, el estadounidense de mayor rango en Afganistán, anunció este lunes en una rueda de prensa en Kabul que 2.000 soldados estadounidenses han dejado el país durante el último año, de manera que actualmente quedan entre 12.000 y 13.000 efectivos.
"Guerras infinitas" de EE. UU.
La retirada parcial dejaría el contingente estadounidense en Afganistán en un nivel muy similar al que tenía cuando el presidente de EE.UU., Donald Trump, llegó al poder en 2017, cuando había unos 8.400 soldados en el país.
Trump ha repetido en numerosas ocasiones que desea poner fin a las "guerras infinitas" de EE. UU. en el mundo y, hace poco más de dos semanas, anunció la retirada de tropas estadounidenses en Siria.
Solo unos días después del anuncio del presidente estadounidense, el 9 de octubre, Turquía inició una ofensiva contra las milicias kurdosirias, a las que considera terroristas y que fueron aliadas de Washington en la lucha contra grupo yihadista Estado Islámico (EI).
En Afganistán, desde el fin de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015, EE. UU. mantiene un contingente en el marco de la nueva misión aliada de asesoramiento a las tropas afganas y otro en tareas "antiterroristas".
La guerra de Afganistán es el conflicto más largo en el que ha estado inmerso EE. UU., donde lleva presente desde hace más de 18 años y más de 2.300 estadounidenses han perdido la vida.
mg/few (efe, el país)
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La interminable lucha por el poder en Afganistán
A 17 años de la invasión estadounidense, Afganistán sigue sumido en la violencia desatada por los talibanes. Una serie de mortales atentados en el último año sugiere que los radicales son más fuertes que antes.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Una seguridad frágil
Los reiterados ataques que han tenido lugar en 2018 y 2019 han causado la muerte y dejado con heridas a cientos de inocentes, y muestran cuán frágil es la situación del país y el débil poder del gobierno. Los incidentes han provocado desesperación en los ciudadanos, cansados de la guerra, y han puesto en evidencia las limitaciones del Estado para garantizar la estabilidad.
Imagen: Reuters/M. Ismail
Una larga serie de ataques
Los episodios de violencia han puesto nuevameente a Afganistán en el centro de la mirada internacional. Tanto los talibanes como el Estado Islámico se han atribuido distintos ataques, mientras crece la presión para que el gobierno afgano mejore la seguridad y recupere los territorios que están bajo el dominio de distintos grupos insurgentes, incluidos los ya citados talibanes y Estado Islámico.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Hossaini
Ofensiva de primavera
En 2018, los talibanes anunciaron el comienzo de su ofensiva anual de primavera, desestimando una oferta de paz realizada por el presidente Ashraf Ghani. Los milicianos, que luchan para reinstaurar su visión radical de la ley islámica, aseguraron que su campaña fue en respuesta a la estrategia adoptada por EE.UU. en 2017, más agresiva con el fin de forzar a los insurgentes a sentarse a negociar.
Imagen: Reuters
La política para Afganistán de Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, presentó una nueva estrategia para Afganistán en 2017, prometiendo desplegar más tropas para entrenar a las fuerzas afganas. También aseguró que su país seguiría apoyando a los afganos en su guerra contra los talibanes y que, para ello, la presencia estadounidense se extendería todo lo que fuera necesario. En 2019, sin embargo, cambió de parecer.
Imagen: Getty Images/AFP/B. Smialowski
Proceso de paz
Pese a que el presidente Ghani realizó una oferta en febrero de 2018 para que hubiera conversaciones de paz "sin condiciones previas", los talibanes no mostraron interés alguno hasta 2019, desestimando las propuestas como parte de una "conspiración". En 2019 aceptaron negociar, pero directamente con Estados Unidos, pasando por encima de Kabul.
Imagen: Getty Images/AFP/N. Shirzad
Apoyo paquistaní
Pakistán ha sido presionado por Kabul y Washington para que deje de ofrecer refugio a los militantes acusados de realizar ataques en Afganistán, un cargo que Islamabad niega, insistiendo en que su influencia sobre los insurgentes es sobreestimada. Kabul e Islamabad intercambian acusaciones de proteger a milicianos del otro país. El lenguaje áspero ha caracterizado la relación entre ambos vecinos.
Imagen: DW/H. Hamraz
El papel de los señores de la guerra
Además de los talibanes, los señores de la guerra afganos ejercen una enorme influencia en el país. El año pasado, el líder de Hizb-i-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, volvió a Kabul -tras un exilio de 20 años- para jugar un rol activo en la política. En septiembre de 2016, el gobierno firmó un acuerdo con él con la esperanza de que otros señores de la guerra y grupos radicales siguieran el ejemplo.
Imagen: Reuters/O.Sobhani
Un gobierno ineficiente
En medio de una interminable batalla por el poder, los niveles de respaldo al presidente Ghani no hacen más que bajar. La corrupción desenfrenada y el largo tira y afloja dentro del gobierno de unidad nacional respaldado por Estados Unidos han tenido un impacto negativo en los esfuerzos gubernamentales para acabar con el terrorismo.