La exposición “América Latina en Construcción: 1955 a 1980” retrata la producción arquitectónica de un momento de urbanización sin precedentes en América Latina, que fue acompañado de una política estatal de crecimiento económico conocida como “Desarrollismo”. En la foto se ve una iglesia construida en 1958 por el arquitecto Eladio Dieste en Atlántida, Uruguay.

La exposición en el MoMA ocupa 1.200 metros cuadrados y cuenta con cerca de 500 documentos provenientes de 11 países. Da continuidad a la última exposición realizada por el MoMa sobre la arquitectura latinoamericana, en 1955. Según Carlos Eduardo Comas, uno de los curadores de la muestra, Brasil está representado con obras significativas. Aquí se ve la sala especial de Brasilia en el MoMA.

Ya en los 40, la arquitectura moderna de Brasil comenzó a atraer la atención mundial. En 1943 también como parte de la política de buena vecindad durante la Segunda Guerra Mundial, el MoMA inauguró la exposición "Brazil Builds" (“Brasil construye”). En los 50, esa cultura arquitectónica experimental se propagó desde México hacia Chile. Aquí, una vista aérea de la construcción de Brasilia, en 1957.

Uno de los desafíos de la modernización fue la construcción de ciudades enteras. La idea de transferir la capital de Brasil a la meseta central nació en el siglo XIX, pero el lugar exacto fue elegido en 1955. Oscar Niemeyer asumió la dirección de los proyectos y Brasilia se volvió una vitrina de la nueva arquitectura. En la foto, la Plaza de los Tres Poderes.

La arquitectura brasileña está bien representada en Nueva York, donde hay una maqueta del Ministerio de Educación en Río de Janeiro, el primer rascacielos moderno proyectado por Lúcio Costa y su equipo en 1936, así como también el croquis de Oscar Niemeyer para el edificio de la ONU. En la foto, la pérgola del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (1950), de Affonso Eduardo Reidy.

Según los curadores de la muestra, después de la revolución de 1959, Cuba ofreció un modelo opcional de desarrollismo con nuevas actitudes frente al espacio público y a la relación entre construcción y paisaje que llevaron a soluciones arquitectónicas osadas. La Escuela Nacional de Artes Plásticas de La Habana, construida por el arquitecto Ricardo Porro entre 1961 y 1965 es una de ellas.

Después de la Segunda Guerra Mundial, América Latina vivió un intenso crecimiento urbano. La región se convirtió en laboratorio de ideas habitacionales y en un muestrario de la inversión gubernamental en infraestructura. En la foto, un complejo de viviendas sociales proyectado por Rogelio Salmona y Hernán Vieco, en San Cristóbal, en los alrededores de Bogotá, Colombia.

Después de la Segunda Guerra Mundial, América Latina también exportó arquitectura en forma de conocimientos, edificios y proyectos. México dejó huella en muchos países del mundo, como por ejemplo a la exYugoslavia, a Italia, India e Indonesia. La imagen muestra el interior del Pabellón Mexicano en la Trienal de Milán, proyectado en 1968 por Eduardo Terrazas e inspirado en el logotipo olímpico.

Entre 1955 y 1980, los arquitectos latinoamericanos estuvieron íntimamente comprometidos con la doctrina del desarrollismo, según la cual el Estado debe promover la modernización y la industrialización. Uno de los símbolos de esa época es la sede de la Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe (Cepal), construida por Emilio Duhart entre 1962 y 1966 en Santiago de Chile.

Construido entre 1959 y 1966 por el arquitecto Clorindo Testa en Buenos Aires, el predio del Banco de Boston es un tipo inédito de bloque de construcción urbana que crea una nueva permeabilidad entre el interior y el espacio público. La exposición "América Latina en construcción: 1955-1980" se puede visitar en el MoMA de Nueva York hasta el 19 de julio.