EE. UU. desmonta los principios de una política de Oriente Medio basada en el Derecho Internacional. La justificación de la construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania es solo un paso más, opina Barbara Wesel.
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El vuelco reciente en la política de Oriente Medio estadounidense es claramente coherente. El año pasado, el Gobierno de Trump ya había redefinido unilateralmente el controvertido estatus de Jerusalén y anunció el traslado de su embajada. Además, en primavera, a Israel se le otorgó la soberanía sobre los Altos del Golán. Ahora, el secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, dice que los asentamientos israelíes en Cisjordania ya no son "per se inconsistentes con el derecho internacional".
El argumento de Pompeo es la reinterpretación cínica de los hechos en posturas jurídicas. Si bien es cierto que la apelación al Derecho Internacional no ha impedido que Israel construya asentamientos en Cisjordania, sin embargo, dicha apelación daba al menos un margen de negociación a los palestinos desplazados es ese territorio. Pero el Gobierno de Estados Unidos quiere ahora también arrebatársela.
Estados Unidos pone fin al proceso de paz
Pompeo explicó que el hecho de declarar ilegal los asentamientos no ayudó a que el proceso de paz avanzara. Si bien eso es cierto, tampoco ayudará a avanzar en el proceso de paz que se declaren legítimas las consecuencias del poder militar israelí. De hecho, con esta serie de decisiones unilaterales a favor de Israel, Washington pone fin a todo proceso de paz que merezca ese nombre.
En 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU ya había exigido a Israel que dejara de establecerse en los territorios ocupados, pero Estados Unidos considera que las Naciones Unidas son una institución inútil. Entonces, ¿qué le importa a Washington el parloteo estúpido de la comunidad internacional si solo es válido el poder que sale de las armas?
Los europeos se han opuesto inmediatamente al cambio de rumbo de Estados Unidos. Todas las actividades de asentamiento son ilegales, porque socavan la viabilidad de la solución de los dos Estados y las perspectivas de una paz duradera, dijo la jefa de la diplomacia de la UE, Federica Mogherini. Pero tales explicaciones desmerecen hasta el papel en el que están impresas, porque los europeos carecen del poder para llevarlas a cabo.
La UE solo puede mirar con impotencia
Sin embargo, con Washington, bajo Trump, haciendo todo lo posible para ayudar al Gobierno de Netanyahu en su lucha por sobrevivir y vender su propio "gran acuerdo de Oriente Medio ", no está previsto siquiera que la propia UE tenga un papel de mediadora en una nueva ronda del proceso de paz.
El hecho reciente es un nuevo revés para los europeos en dos aspectos: en primer lugar, muestra una vez más que la UE no es un tigre en política internacional, sino, en el mejor de los casos, un gato domesticado. Con dificultad, logra resolver conflictos en sus propias filas. Sin embargo, su poder de acción de ninguna manera se corresponde con su importancia económica.
El segundo aspecto es que se pone en tela de juicio la base de la Unión Europea como comunidad jurídica y de valores. Si el Derecho internacional ya no es adecuado para resolver conflictos, ¿deberían acaso los europeos armarse hasta los dientes para hacer cumplir sus intereses usando su poder?
Pero en el gran escenario, donde los pueblos pequeños, como los kurdos o los palestinos, luchan por su futuro, los europeos miran todo esto con impotencia. Primero, porque carecen de poder militar y, segundo, porque no han logrado en la última década construir una diplomacia poderosa que pueda garantizarles un papel en los principales conflictos internacionales. Hay una falta de unidad y de conciencia de los intereses comunes. Incluso las recientes críticas del presidente de Francia, Emmanuel Macron, no cambiarán estos hechos. Este insta, con urgencia, a los europeos a asumir también su papel político mundial. Pero desde su actual estado de debilidad en política exterior, los europeos solo pueden mirar con ira impotentes cómo Washington declara, sin vacilar, la injusticia como la nueva ley en Oriente Medio.
(rmr/cp)
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Tierra Prometida, tierra de conflicto
¿Triunfo o catástrofe? Tras el Holocausto, el 14 de mayo de 1948 marcó un vuelco en la historia judía, al instaurarse el Estado de Israel.
Imagen: picture-alliance/dpa
El triunfo de la esperanza
El 14 de mayo de 1948, David Ben Gurión proclamó la instauración del Estado de Israel. La fecha de ese aniversario corresponde ahora al 19 de abril según el calendario hebreo. Ben-Gurión se refirió a la historia del pueblo judío recordando: "Nunca perdió la esperanza", y "nunca se acalló su plegaria por el retorno y la libertad". Los judíos habían regresado por fin a su lugar de origen.
Imagen: picture-alliance/dpa
En la ONU
Un triunfo diplomático: la bandera del nuevo Estado fue izada de inmediato ante el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. Para los israelíes, el reconocimiento internacional significó un paso más hacia la seguridad y la libertad.
Imagen: Getty Images/AFP
La hora más negra
La importancia de la fundación del Estado de Israel queda especialmente de manifiesto ante el trasfondo del Holocausto. Durante la II Guerra Mundial, los nazis asesinaron a unos 6 millones de judíos en los campos de concentración y las cámaras de gas. La foto muestra a los prisioneros del campo de concentración de Auschwitz tras su liberación.
Imagen: picture-alliance/dpa/akg-images
"Nakba" - la catástrofe
Los palestinos recuerdan la fundación del Estado de Israel con el término "nakba": catástrofe. Cerca de 700.000 personas tuvieron que abandonar su tierra para hacer lugar a los ciudadanos del nuevo Estado. La instauración del Estado de Israel marca así el inicio del conflicto del Medio Oriente que, 70 años más tarde, no ha logrado ser superado, pese a numerosos intentos de mediación.
Imagen: picture-alliance/CPA Media
De cara al futuro
La autopista Nr. 2 no solo conecta a las ciudades de Tel Aviv y Netanya; también refleja el ansia de progreso del joven Estado. La carretera fue inaugurada en 1950 por la primera ministra israelí Golda Meir, quien aplicó una severa política económica y de modernización.
Imagen: Photo House Pri-Or, Tel Aviv
Los kibutz, un paraíso para los niños
Las granjas colectivas conocidas como kibutz se extendieron por todo Israel, especialmente en los primeros años que siguieron a la instauración del Estado judío. Sobre todo judíos seculares y de tendencia socialista materializaron allí sus visiones de la vida en comunidad.
Imagen: G. Pickow/Three Lions/Hulton Archive/Getty Images
Seis días de guerra
Las tensiones con los vecinos árabes no amainaron. En 1967 desembocaron en la Guerra de los Seis Días, en la que Israel derrotó a Egipto, Jordania y Siria y tomó el control de Jerusalén Oriental y la Cisjordania. Fue el capítulo inicial de una serie de enfrentamientos y guerras en la región.
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Asentamientos conflictivos
La política israelí de asentamientos azuzó continuamente el conflicto con los palestinos. La Autoridad Autonómica acusó a Israel de hacer imposible el futuro Estado Palestino, con su sostenida política de construcción de asentamientos. También la ONU ha condenado esas construcciones, sin que Israel haya enmendado el rumbo.
Imagen: picture-alliance/newscom/D. Hill
Ira, odio y piedras
En 1987, los palestinos se rebelaron contra el dominio israelí en los territorios ocupados. La protesta se inició en la ciudad de Gaza y se propagó rápidamente a Jerusalén Oriental y la Cisjordania. El alzamiento se prolongó durante años y terminó con la firma del acuerdo de Oslo en 1993.
Imagen: picture-alliance/AFP/E. Baitel
¿Por fin paz?
Con la mediación del entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, el primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, y del jefe de la OLP, Jasser Arafat, emprendieron en 1993 conversaciones de paz que condujeron al Acuerdo de Oslo. En él, ambas partes reconocieron oficialmente a la otra. El asesinato de Rabin, perpetrado dos años después por un joven radical israelí, echó por tierra el acuerdo.
Imagen: picture-alliance/CPA Media
Acercamiento en la Knesset
El Holocausto marca las relaciones germano-israelíes hasta el día de hoy. En febrero del año 2000, el entonces presidente germanofederal, Johannes Rau, pronunció un discurso ante la Knesset, en alemán. Fue un hito que exigió una superación a ambas partes y un paso más de acercamiento, de gran peso simbólico.
Imagen: picture-alliance/dpa
El muro israelí
La política israelí de asentamientos endureció los frentes del conflicto del Medio Oriente. En 2002 comenzó la construcción de un muro de 107 kilómetros de largo en la Cisjordania. La barrera contuvo en buena medida la violencia, pero no resolvió los problemas políticos.