EE.UU. usa pruebas de ADN para reunificar familias migrantes
6 de julio de 2018
Las pruebas se aplican para agilizar el proceso y cumplir con el plazo ordenado para reunir a las familias. Entre 2.000 y 3.000 niños siguen recluidos y apartados de sus familiares.
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Un equipo de 230 personas está realizando pruebas de ADN a unos 3.000 niños detenidos que permanecen separados de sus padres inmigrantes indocumentados para cumplir con los plazos establecidos por la Justicia que hace ocho días ordenó reunificarlas, informaron este jueves (05.07.2018) las autoridades.
"Tenemos a 230 empleados trabajando en las instalaciones del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), de una manera que no tiene precedentes, realizando análisis de ADN", señaló el secretario del Departamento de Salud y Servicios Sociales (HHS), Alex Azar, durante una conferencia de prensa telefónica.
Azar explicó que el propósito de destinar este alto número de empleados para la elaboración de estas pruebas responde a la necesidad de confirmar "los parentescos de forma rápida y precisa".
El funcionario aseguró que la Administración cumplirá con el plazo dado por la Justicia para llevar a cabo la reunificación de los niños con sus padres, aunque para ello el HHS deba "rebajar" sus estándares a la hora de evaluar la idoneidad de los padres o tutores que se harán cargo de los pequeños.
"Para poder cumplir con estos plazos, el HHS tendrá que rebajar su tradicional enfoque de elaborar una revisión profunda de la idoneidad y seguridad de los tutores en detrimento de un proceso más expeditivo", advirtió Azar.
Azar no proporcionó una cifra exacta del número total de niños detenidos que han sido separados de sus padres, pero dijo que eran "menos de 3.000" y que están en "excelente" cuidado, con tres comidas más refrigerios al día, ejercicio supervisado y entretenimiento.
El próximo martes se cumple el plazo dado por un tribunal de San Diego (California), que ordenó al Gobierno reunificar a los menores que fueron separados de sus padres en la frontera.
La jueza federal que tomó la decisión, Dana Sabraw, dio 14 días de plazo a la Administración para cumplir con la sentencia en el caso de los menores de 5 años y de 30 días para los mayores de esa edad.
La Administración puso en marcha el pasado abril las llamadas políticas de "tolerancia cero" por las que los inmigrantes que cruzan irregularmente la frontera pasan a ser procesados criminalmente, lo que implica la división de familias con menores.
A mediados de junio, Trump decretó el fin de las separaciones de familias en la frontera debido a las duras críticas recibidas y optó por que los menores permanezcan detenidos con sus progenitores.
Desde entonces el Gobierno ha reunido a 538 niños con sus parientes, aunque más de 2.000 menores siguen recluidos y apartados de sus familiares, según datos de Seguridad Nacional.
RRR (Efe/Afp/Ap).
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Refugiados hondureños arriesgan sus vidas para llegar a EE.UU.
Los refugiados de Centroamérica intentan llamar la atención sobre los abusos y ataques que sufren cuando intentan llegar a Estados Unidos. Sanne Derks los documentó en un albergue en Apizaco, México.
Imagen: Getty Images/D. McNew
En movimiento
La mayoría de los inmigrantes centroamericanos viajan en el techo de los trenes de mercancías. Los oficiales de migración controlan con más frecuencia los buses. Cruzar la frontera americana es un reto. En caso de que no puedan permitirse un "coyote", un traficante de personas, muchos transportan drogas para pagarse el trayecto hasta la frontera, controlada por los carteles del narcotráfico.
Imagen: DW/S. Derks
Jugándose la vida
Un tren en marcha puede ser peligroso. Alex García, granjero de profesión, perdió una pierna al tratar de bajarse de un tren en movimiento. Se está recuperando en un centro de acogida de refugiados y no sabe qué será de su vida después de haberse curado.
Imagen: DW/S. Derks
No llamar mucho la atención
Según Miguel Ángel (en la imagen), el peor riesgo en el camino es ser secuestrado por una banda de crimen organizado como, por ejemplo, los Zetas. La mayoría de los inmigrantes no tienen celulares o un portátil en caso de que sean atrapadados o extorsionados.
Imagen: DW/S. Derks
Un alivio tras el arriesgado viaje
Los inmigrantes tratan de encontrar cobijo a lo largo de la ruta en uno de los 52 albergues o centros de acogida en México. En Apizaco, pueden descansar 24 horas a excepción de cuando han resultado heridos o han sufrido accidentes. Los cuatro hombres de la imagen tienen permiso para quedarse por más tiempo, porque recibieron disparos o fueron heridos durante el viaje.
Imagen: DW/S. Derks
Esperando horas y horas
A veces, los inmigrantes tienen que esperar días para tomar el próximo tren. Delmín Flores (centro) y sus primos, Alejandro Deras y Luis Deras, están sentados al sol durante horas en frente del albergue. Se vieron obligados a abandonar la región cafetera en Honduras tras el desplome de los precios del café. De noche, corren el riesgo de ser atacados o asesinados por los traficantes de órganos.
Imagen: DW/S. Derks
Trepando para encontrar la seguridad
Muy pocos niños o mujeres realizan el viaje en tren. El riesgo de caer en mano de traficantes o ser violados es muy alto. Esta mujer y su hijo realizan el viaje acompañados de su marido, quien ha intentado cruzar la frontera más de 17 veces.
Imagen: DW/S. Derks
Heridas de balas
Herdín Varga cuenta cómo fue disparado por un guardia sobre el tren. Las balas lo hirieron en el brazo y en la garganta. Si la bala hubiera entrado un centímentro más a la derecha, hoy estaría muerto. Recibió el permiso de recuperarse en el albergue y seguir el viaje temporalmente por México en autobús
Imagen: DW/S. Derks
Rezando y pidiendo seguridad
El albergue fue fundado y financiado por el cura católico Ramiro Sánchez en 2010. Luego se convirtió en una organización civil, independiente del gobierno. Antes de que se sirva la comida, los refugiados rezan juntos. Muchos son creyentes y piensan que Dios los protegerá durante su viaje.
Imagen: DW/S. Derks
Fuera del albergue
Si han dejado el albergue, los inmigrantes no pueden volver a pasar la noche en él. Esta regla se aplicó para proteger la seguridad de los empleados, quienes temen que los inmigrantes puedan haber estado en contacto con los traficantes de órganos.
"El albergue es para la ayuda humanitaria, no para que la gente haga negocios", dijo Sergio Luna, empleado del albergue, a DW.
Imagen: DW/S. Derks
Todo en vano
Este grupo de inimigrantes abordó el único tren que pasó ese día, pero paró inmediatamente después de haber dejado la estación de trenes. Se vieron obligados a recorrer el camino de vuelta hacia el albergue y esperar a tener más suerte la próxima vez.