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EE. UU. necesita a México, también después de las elecciones

Alexander Görlach.
Alexander Görlach
4 de junio de 2024

México es dirigido por primera vez por una mujer: Claudia Sheinbaum sucede en el cargo presidencial a Andrés Manuel López Obrador. Pero un reto sigue siendo el mismo: la relación con Estados Unidos.

La nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, aquí poco después de votar el domingo.Imagen: Daniel Becerril/REUTERS

El éxito o el fracaso de la nueva presidenta vendrá determinado por su relación con su vecino del norte. Estados Unidos comparte con México una frontera de más de 3.000 kilómetros de longitud. Durante la campaña electoral, Claudia Sheinbaum arremetió contra EE. UU. y anunció que no se sometería al dictado de Washington.

La inmigración es un tema especialmente candente: en los primeros meses de este año, cruzaron más personas la frontera hacia EE. UU. que en ningún otro momento. Por ello, Washington insiste en que su vecino del sur ponga fin a la inmigración irregular.

Los gobiernos de los demócratas y republicanos sólo difieren en el tono, no en los temas de fondo. Con el presidente demócrata, Barack Obama, expulsó a más personas a México que con su predecesor republicano, George W. Bush. Donald Trump, que con toda probabilidad será proclamado de nuevo candidato republicano en julio, no puede quedarse con los brazos cruzados. Por ello, ya ha anunciado la "mayor deportación de la historia de EE. UU." a México si vuelve a la Casa Blanca.

Migrantes de México: crecimiento económico en EE. UU.

Estas deportaciones se han producido repetidamente en la historia de Estados Unidos. Entre 1929 y 1939 se habrían visto afectadas hasta dos millones de personas, incluidos mexicanos que ya habían adquirido la ciudadanía estadounidense.

Ya en 1882, la Ley de Exclusión China permitió enviar de vuelta al Imperio Chino a personas que habían trabajado anteriormente en la construcción de ferrocarriles en EE. UU. Ahora, los inmigrantes procedentes de China también cruzan la frontera sur. Viajan sin visado a Ecuador y desde allí se dirigen a Estados Unidos con la ayuda de contrabandistas.

Alexander Görlach.Imagen: privat

Antes como ahora, la economía estadounidense no podría prosperar sin la mano de obra del sur, a menudo mal pagada. Los mexicanos suelen aceptar trabajos que los nativos rehúyen. Las remesas mensuales que envían a sus países de origen ayudan a alimentar a sus familias y les permiten vivir en México.

Sin este mecanismo, más inmigrantes podrían cruzar ilegalmente la frontera. Con la deportación masiva, una segunda administración Trump probablemente conseguiría lo contrario de lo que tiene en mente.

TLCAN: el acuerdo de libre comercio que conecta

La interdependencia de las economías va aún más lejos: también afecta a China. En EE. UU. se habla mucho de desvincular la industria nacional de China. Sin embargo, el comercio con el país asiático ha aumentado en el último año.

Esto funciona a través del tratado de libre comercio NAFTA, que une a México, EE. UU. y Canadá en una sola zona económica. Eso significa que los productos de exportación chinos llegan a EE. UU. a través de México. Entonces no aparecen en la balanza comercial EE. UU-China, y la administración de Washington puede afirmar que su desregulación está funcionando. El nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum tiene aquí una baza en las negociaciones con Estados Unidos.

Un deterioro de las relaciones entre México y Estados Unidos no beneficia a nadie. No obstante, es de esperar que el candidato Trump, en particular, arremeta verbalmente contra el sur en la fase final de la campaña electoral estadounidense. La nueva presidenta Claudia Sheinbaum deberá mantener la cabeza fría.

(gg/cp)

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