Washington impuso sanciones económicas a siete miembros del Consejo Nacional Electoral (CNE) y tres ministros del Gobierno de Nicolás Maduro, por socavar la democracia, censurar la libre expresión y por corrupción.
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"Mantendremos nuestros esfuerzos vigorosos para sancionar a los funcionarios de Gobierno que son cómplices con los intentos de Maduro de socavar la democracia, violar los derechos humanos, inhibir la libertad de expresión y asamblea pacífica, o participan en la corrupción pública", dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, en un comunicado al anunciarlas las sanciones.
Entre ellos figuran, Sandra Oblitas, vicepresidenta del Consejo Nacional Electoral; Socorro Elizabeth Hernández, rectora del CNE, y los ministros de Comunicación, Ernesto Villegas; de la Oficina de la Presidencia; Jorge Márquez Monsalve, y Agricultura Urbana, Freddy Bernal.
A la lista se suman, además, Elvis Amoroso, segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela; Julián Isaías Rodríguez, actual embajador de Caracas en Italia, y Manuel Ángel Fernández, presidente de la Compañía Nacional de Telecomunicaciones (CANTV).
Congelan bienes y prohíben hacer negocios
Como resultado de las sanciones quedan congelados todos los bienes que estas personas pudieran tener bajo jurisdicción estadounidense y se prohíbe realizar transacciones financieras a ciudadanos y entidades de EE.UU.
"Estas medidas se producen después de las elecciones de gobernadores de estado en Venezuela del 15 de octubre, caracterizadas por numerosas irregularidades que sugieren con contundencia que el fraude ayudó al partido gobernante a ganar de manera inesperada la mayoría de las gobernaciones", apuntó el Tesoro en nota de prensa.
Recalcó, en este sentido, que "pese a las peticiones de una auditoría independiente de los resultados electorales, el gobierno de Venezuela procedió a la juramentación de los candidatos victoriosos ante la ilegítima Asamblea Constituyente, recalcando aún más la naturaleza autoritaria del régimen de Maduro".
De este modo, el gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, eleva aún más la presión sobre Caracas, después de varias rondas previas a altos cargos venezolanos y prohibiese las operaciones financieras con deuda nueva emitida por el gobierno de Maduro, quien también ha sido personalmente objeto de sanciones.
JOV (efe, eleconomista)
El boom de los juegos de azar en Venezuela: una salida a la crisis
El país atraviesa una crisis económica inédita que ha hecho la vida difícil especialmente a la gente de bajos recursos. Sin embargo, los venezolanos no se quedan de brazos cruzados y buscan alternativas para sobrevivir.
Imagen: Reuters/R. Moraes
Carreras de caballos
Apostar a las carreras de caballos es una de las alternativas preferidas por los venezolanos para intentar hacer dinero fácil y rápido. En esta foto tomada en el Hipódromo La Rinconada, en Caracas, los jinetes compiten con un barrio de fondo. Los barrios son la versión venezolana de las favelas brasileñas. Ahí, cientos de miles de personas viven en condiciones muy precarias
Imagen: Reuters/R. Moraes
Sin perderse un detalle
El Hipódromo de La Rinconada es especialmente visitado los fines de semana, cuando se disputan las carreras. Vale la pena llevar binoculares para seguir el caballo al que se le apostó quizás los últimos bolívares de la quincena. La tensión aumenta y la algarabía no se hace esperar.
Imagen: Reuters/R. Moraes
La voz del fanático
Las carreras de caballos son especialmente populares entre los hombres, quienes aúpan a su favorito con gritos, frases y una combinación de chasquidos de los dedos con repetidos besos al aire. Pocos se quedan callados mientras su dinero cabalga en un pura sangre.
Imagen: Reuters/R. Moraes
La gaceta es la biblia
La gaceta y un bolígrafo son las armas principales de los apostadores de caballos en Venezuela. La gaceta, una revista llena de estadísticas y el programa de las carreras, es una especie de biblia hípica. El hipódromo le da también la bienvenida a niños, quienes en poco tiempo aprenden el arte de "ligar" caballos, como se le dice en Venezuela a invocar la victoria.
Imagen: Reuters/R. Moraes
Comiendo "a la carrera"
Un corredor de apuestas come su almuerzo en el Hipódromo La Rinconada rodeado de dinero, cerveza y formularios de apuesta. No hay tiempo para descuidar el trabajo y mucho menos la posibilidad de hacer dinero. Las pilas de billetes en la mesa son una muestra de la alta inflación en el país, la cual, según el Fondo Monetario Internacional, será de más de 650% en 2017 y más de 2.300 % en 2018.
Imagen: Reuters/R. Moraes
El hipódromo en casa
No hace falta ir hasta el Hipódromo La Rinconada cuando se pueden ver las carreras en la televisión desde la comodidad del barrio. Tampoco hace falta quedarse callado. Los gritos de apoyo al caballo escogido inundan la habitación, ¿y podrían quizás llegar hasta el hipódromo?
Imagen: Reuters/R. Moraes
Contar billetes para contar con suerte
Un hombre apila bolívares sobre una gaceta hípica a las afueras de Caracas. El dinero irá al caballo que probablemente le dará una gran alegría, aunque sea momentánea.
Imagen: Reuters/R. Moraes
Apuesta ganada
Eduardo Liendo, de 63 años, y quien vive en un auto chatarra, cuenta con paciencia el dinero que ganó en "los animalitos", un juego de azar que se ha vuelto muy popular en Venezuela como escape de la crisis económica.
Imagen: Reuters/R. Moraes
La fiebre de "los animalitos"
La gente hace fila en un barrio en las afueras de Caracas para apostar a "los animalitos". El juego consiste en acertar uno o varios de los 38 animales disponibles en un afiche, cada uno con número. Algunas de las opciones son la ballena, el toro y el alacrán. Son ocho sorteos diarios y por cada 100 bolívares apostados se ganan 3.000.
Imagen: Reuters/R. Moraes
La salvación de "los animalitos"
Los venezolanos han sido tradicionalmente grandes apostadores, desde carreras de caballos hasta juegos de lotería. Pero "los animalitos" se ha convertido en una fiebre sin precedentes para obtener efectivo, incluso niños apuestan a diario. No es sorpresa que el juego se haya convertido en una de las alternativas predilectas para hacer frente a la crisis, en particular a la escasez de comida.