Egipto lanza ofensiva aérea tras atentado en el Sinaí
25 de noviembre de 2017
La Fuerza Aérea egipcia atacó este 25 de noviembre escondites de los presuntos autores del atentado que mató a 305 personas en una mezquita en el norte del Sinaí. Las autoridades corrigieron al alza la cifra de muertos.
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Según el portavoz del Ejército Tamer al Refai, los bombardeos habrían matado a un número no especificado de sospechosos y destrozado varios vehículos utilizados en el atentado. Además, entre los objetivos también figuran depósitos de armas y munición.
Egipto comenzó un duelo nacional de tres días por la masacre perpetrada ayer contra una mezquita frecuentada por sufíes en una pequeña localidad en el norte del Sinaí egipcio (noreste), el considerado como el peor atentado terrorista en la historia reciente del país. El atentado, que todavía no ha sido reivindicado por ningún grupo extremista, causó 305 muertos y un centenar de heridos, según el gobierno egipcio.
Un comunicado la Unión de las Tribus del Sinaí describió en un comunicado que los terroristas cerraron "las puertas de la mezquita y mataron a todos los que rezaban", y luego, cuando llegaron las ambulancias a la zona, "un grupo escondido de terroristas dispararon y huyeron". Los atacantes colocaron artefactos explosivos de fabricación casera alrededor de la mezquita frecuentada por sufíes y los hicieron detonar a la salida de los fieles del rezo del viernes, día sagrado para los musulmanes.
Wilayat Sina, rama yihadista de Estado Islámico
Tras las explosiones, los terroristas comenzaron a disparar a los fieles que intentaban escapar de la mezquita, relató la fuente, la cual confirmó que las primeras ambulancias que llegaron a la zona también fueron atacadas por los extremistas.
En la provincia del Norte del Sinaí, donde está vigente desde 2014 el estado de emergencia, opera la rama egipcia del grupo yihadista Estado Islámico (EI), llamada Wilayat Sina, que se ha atribuido la mayoría de los atentados ocurridos en los últimos años en el país.
Las autoridades impusieron el toque de queda y un bloqueo informativo total en esta región del norte del Sinaí, e impiden el acceso a los medios de comunicación locales e internacionales.
Desde el pasado diciembre, Egipto ha vivido una serie de atentados contra los cristianos coptos y el país se encuentra en estado de emergencia desde abril por los ataques contra dos iglesias coptas en el delta del Nilo.
JOV (efe, zeitonline)
No hay niñez para los rohinyás en Cox's Bazar
Tiene 12 años. Aun así, el rohinyá refugiado Nur Hafes cuida a su familia. Durante la huida desde Myanmar hacia Bangladesh su papá se fue. Ahora su mamá está sola con él y sus hermanos.
Imagen: Reuters/A. Abidi
El sostén de la familia
Nur Hafes, de 12 años, busca personas en el campo de refugiados de Palong Khali que quieran darle un poco de dinero si los protege con su paraguas del penetrante sol. Da una mirada hacia los sacerdotes musulmanes, quienes a veces distribuyen las donaciones que han recolectado en sus comunidades. Él todavía no es un adulto y, sin embargo, debe cuidar a una familia de nueve.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Un euro al día es un buen día
“A veces hago 50 o 100 takas, a veces llego a casa con las manos vacías”, dice Nur. Un taka es equivalente a un centavo de euro. Por 50 takas se compran alrededor de 250 gramos de chiles verdes en los mercados de los campos . Un pollo cuesta alrededor de 150 takas.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sola con ocho hijos
Nur es el mayor de ocho hermanos. Cuando el ejército llegó a la aldea de los abuelos, el padre de Nur huyó sin la familia. No lo han visto desde entonces. La huida a Bangladesh cerca de la ciudad de Cox's Bazar ha dejado a la madre Rabia sola con los niños. Los ancianos hacen todo lo posible para ayudar a Rabia a mantener a flote a la familia en el campo de refugiados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"El ejército incendió casas"
Hace dos meses, Rabia y los niños fueron expulsados de su pueblo natal en la provincia de Rakáin, Myanmar. "El ejército incendió casas donde todavía había gente", recuerda la madre de 33 años. "He visto tanta gente con heridas de bala". La familia huyó a casa de sus abuelos, pero solo un día después llegaron los soldados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Dependientes de la ayuda humanitaria
Como la mayoría en el campo de refugiados cerca de Cox's Bazar, Nur y su familia dependen de la ayuda humanitaria. Desde su casa solo pudieron llevar la ropa que tenían puesta, documentos de identidad, un par de fotos y una manta para protegerse de la lluvia. Como cabeza masculina de la familia, Nur acostumbra estar al frente ante las organizaciones de ayuda.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sobreprecio en los campos de refugiados
Por lo general, solo se distribuyen alimentos básicos a los refugiados (aceite, lentejas, cebollas) y a menudo no lo suficiente. Es por eso que los campos de Cox's Bazar tienen una gran cantidad de comerciantes que, por ejemplo, venden chiles verdes o nueces, como también anticonceptivos y cigarrillos. La mayoría de los productos cuestan más que en los mercados de las ciudades vecinas.
Imagen: Reuters/H. McKay
Nur ya trabajaba en Myanmar
Antes de huir de Myanmar, Nur vendía productos que su padre compraba al por mayor. Como apátridas, los rohinyás tenían poco acceso al sistema educativo antes de que el conflicto estallara y eran discriminados en el mercado laboral.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Los más jóvenes están desnutridos
A pesar de sus esfuerzos y la ayuda humanitaria, a la familia de Nur a menudo le falta lo más esencial. Los dos hijos más pequeños de Rabia, Fátima, de un año y medio (en la foto) y Mohammed, de ocho meses, sufren de desnutrición, al igual que muchos de los niños en los campos. Se estima que el 60 % de los refugiados rohinyá son menores de edad. Muchos sufren de enfermedades como diarrea.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"Ya no se comporta como un niño"
"Es joven, pero entiende que tiene una responsabilidad. Ya no se comporta como un niño", dice Rabia sobre Nur. Sus deseos para su futuro son sencillos: espera que pueda montar un negocio como comerciante en Bangladesh. Pero a veces él sueña con otra vida, una educación adecuada, tiempo para jugar fútbol con amigos, y así poder ser un niño.