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Ehu Barak en el gobierno israelí: “nefasto favor al partido y a la paz”

25 de marzo de 2009

El comentarista de la Deutsche Welle Peter Philipp critica la decisión de líder del Partido Laborista israelí, Ehu Barak, de ingresar en la coalición de fuerzas de derecha que espera poder formar gobierno en Jerusalén.

Los socialdemócratas israelíes apoyarán al líder del [partido] conservador Likud en la tarea de formar gobierno. Con una estrecha mayoría del 58% [de los delegados], el jefe del Partido Laborista, Ehu Barak, logró imponerse sobre todos los reparos de sus colegas y entregar así a Netanyahu lo que en una larga reunión nocturna le había prometido: la participación de los laboristas en la coalición gubernamental israelí, con la que el futuro ejecutivo quedaría a salvo de ser visto internacionalmente como un “gobierno de extrema derecha”.

En las pasadas elecciones, el Partido Laborista (durante años la formación de los pioneros, de los fundadores del Estado de Israel y la encargada de gobernar) tuvo que conformarse con el cuarto puesto. En su poder están escasos 13 de los 120 mandatos de la Knesset. Y es de esperar que el ingreso de los laboristas en la coalición de Netanyahu no sólo no paralice la caída en picado del partido, sino que la acelere. La idea de que al partido, y a Barak, les importa más salvar el propio pellejo y hacer carrera que los principios de la moral política se extiende como una sensación entre los círculos internos laboristas, pero para la opinión pública podría convertirse rápido en una certeza.

Por supuesto que Barak no está dispuesto a reconocer tal cosa. Eso supondría tener que contradecirse, ya que fue él quien habló el día de los comicios de iniciar la transición hacia la oposición. Sin embargo, ahora asegura no tenerle miedo a Netanyahu y querer convertirse en el contrapeso del Gobierno ante tantas posiciones de extrema derecha: como socio de coalición se pueden alcanzar más cosas que al frente de un grupo opositor formado por 13 diputados.

Tal vez Barak tanga razón. Pero, ¿qué espera conseguir dentro de un gobierno como el que se perfila? Un gobierno cuyo primer ministro hizo campaña electoral oponiéndose a retomar el proceso de paz, cuyo ministro de Exteriores es el hombre ([Avigdor] Liebermann) que amenazó con bombardear la egipcia Presa de Asuán, que califica a los árabes israelíes de “quinta columna” y que preferiría atacar Irán más pronto que tarde. Aparte, ocuparían el ejecutivo otros pequeños partidos ortodoxos, preocupados en primer lugar por mejorar económica y socialmente la posición de los grupos religiosos en Israel.

Los problemas y enfrentamientos están por lo tanto programados, tanto dentro del país como hacia el exterior. La Unión Europea ya ha manifestado que, con un gobierno de extrema derecha, la colaboración con Jerusalén no funcionará como en el pasado. A Washington le inquieta que los defensores de la “línea dura” otorguen argumentos a aquellos que en el mundo árabe siempre sostuvieron que “Israel no quiere la paz”.

Teniendo en cuenta esta constelación, hablar de ser un “contrapeso en la coalición” es pura fantasía. Barak va a tener que hacer una concesión tras otra para que sus compañeros no abandonen el gobierno y tenga que proclamarse nuevas elecciones. E incluso en Israel crece la duda de si Barak no pertenece ya al bando conservador y, por lo tanto, las decisiones que tiene que aceptar han dejado de ser “compromisos”. A Netanyahu, el laborista le va a servir de tapadera, pero su función correctiva en el ejecutivo será poca. El favor que Barak le hace a su propio partido es nefasto, pero aún peor es el que le brinda a las esperanzas de paz, si es que algo queda de ellas tras los comicios…

Autor: Peter Philipp

Editor: José Ospina Valencia.

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