La candidata presidencial colombiana Marta Lucía Ramírez instó a los países latinoamericanos a fijar “cuotas” para la acogida de refugiados venezolanos. DW habló con dos expertos sobre la idoneidad de esa propuesta.
Publicidad
En su análisis más reciente, el politólogo alemán Günther Maihold sugiere que a lo largo de las fronteras terrestres venezolanas hay focos de tensión capaces de desestabilizar a todo el subcontinente sudamericano, empezando por Colombia, donde el frágil acuerdo de paz entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno saliente de Juan Manuel Santos no sólo está expuesto a la oposición de muchos de sus compatriotas, sino también a las secuelas de la catástrofe económica y del síndrome de ingobernabilidad que aflige a su vecino.
Las confrontaciones ideológicas de sus líderes, las añejas disputas territoriales, la economía del narcotráfico y el intercambio comercial tradicional vinculan tan estrechamente a ambos países que los problemas puntuales de cada uno terminan siendo casi imposibles de separar, comenta el subdirector de la Fundación Ciencia y Política (SWP), con sede en Berlín. Otros nexos importantes, según Maihold, son los actores violentos que actúan al margen de la ley, cruzando el linde binacional, y el flujo migratorio que antes iba y ahora viene.
La vulnerabilidad fronteriza y la creciente inmigración desde el este adquirieron más relevancia en la campaña electoral colombiana este lunes (5.3.2018), cuando la candidata presidencial Marta Lucía Ramírez instó a las naciones latinoamericanas a pactar "cuotas" de acogida de refugiados venezolanos. La política, quien aspira a liderar la coalición de derechas tras una consulta que se realizará el 11 de marzo, recomendó ofrecerles permiso de residencia, de trabajo y acceso a una asistencia mínima por un lapso máximo de dos años.
Venezuela: emergencia fronteriza en su punto más crítico
03:23
Colombia no puede sola con Venezuela
"Lo que vive Venezuela hoy es una tragedia humanitaria" que Colombia no puede ignorar ni tampoco echar "sobre sus hombros" sin que nadie la ayude, declaró Ramírez. "Nos queda grande [ese reto]. Si pretendemos asumir toda esta carga, terminamos hundiéndonos nosotros y ellos", agregó la dirigente conservadora. Cabe preguntar si su planteamiento es viable e idóneo.
"Para encontrar precedentes de iniciativas como la de Ramírez hay que remitirse a normas promulgadas en los años veinte del siglo pasado, cuando Colombia prohibió la inmigración de ciudadanos chinos, emulando las legislaciones racistas prevalentes en Estados Unidos. Otros países latinoamericanos les pusieron trabas también a los inmigrantes chinos cuando los europeos hablaban del 'peligro amarillo'", recuerda Thomas Fischer, profesor de Historia Latinoamericana en la Universidad Católica Eichstätt-Ingolstadt.
"Si la idea de Ramírez gana popularidad en América Latina no será por los antecedentes mencionados, sino por el actual auge del discurso xenofóbico en casi todos los países que se perciben como imanes en términos migratorios. Por mi parte, debido a la extensión y porosidad de la frontera colombo-venezolana, yo no creo que la migración se pueda controlar por cuotas", opina Fischer, quien es también director del Instituto Central para los Estudios Latinoamericanos (ZILAS) y presidente de la Asociación Alemana de Investigaciones sobre América Latina (ADLAF).
América Latina, más allá del Grupo de Lima
"La propuesta de Ramírez trae a la memoria las protestas de los socios de la Unión Europea con costas en el Mediterráneo, que llevan años pidiéndole a los países del norte que compartan la carga de la inmigración proveniente de África y el Cercano Oriente, y la petición que hizo la canciller Angela Merkel de repartir proporcionalmente, entre los Estados comunitarios, a los refugiados acogidos por Alemania. En estos casos, las palabras claves son humanitarismo y solidaridad", dice Claudia Zilla, del SWP.
"Yo creo que el problema en cuestión no necesariamente demanda, en primera instancia, la introducción de mecanismos meramente cuantitativos como las cuotas por países para darles asilo a refugiados, pero sí que los Estados latinoamericanos reconozcan la magnitud del desafío que implica la emigración masiva de venezolanas y venezolanos, y que respondan coordinadamente, como región, considerando no solamente las causas del fenómeno -la crisis político-institucional y humanitaria en Venezuela-, sino también sus posibles efectos negativos sobre el de por sí precario proceso de paz colombiano", sostiene la experta de Berlín.
A sus ojos, América Latina, en general, y Sudamérica, en particular, deberían asumir responsabilidades de cara a lo que ocurre en Venezuela, ir más allá de las declaraciones hechas por los miembros del Grupo de Lima contra el Gobierno de Nicolás Maduro, diseñar estrategias de acción para repartir el peso del éxodo de tal forma que no recaiga únicamente sobre los vecinos directos de Venezuela. "Aún si se aplicaran cuotas para la recepción de inmigrantes, su primer destino seguiría siendo el vecindario directo de Venezuela", observa Zilla.
Colombia refuerza la seguridad en la frontera
01:56
This browser does not support the video element.
¿Todos o nada?
"Es muy probable que Colombia se vea obligada a solicitar apoyo económico y de know-how con miras a erigir la infraestructura necesaria para albergar a los inmigrantes venezolanos antes de siquiera poder hablar de repartirlos por el continente con base en un acuerdo de cuotas. El factor geográfico es ineludible y creo que es el que dictará la pauta. Las cuotas son un detalle ínfimo; lo que hace falta es un concepto integral y, que yo sepa, no existen iniciativas concretas en este sentido", señala la especialista.
¿Cómo funcionaría ese sistema de cuotas en la práctica? ¿Las embajadas latinoamericanas les concederían asilo a los venezolanos por concurso o por sorteo? ¿Los campamentos de refugiados en la frontera colombo-venezolana recibirían a los emigrantes y los transportarían de inmediato a otros países? ¿Lo harían antes o después de registrarlos y ofrecerles los primeros auxilios pertinentes? ¿Cuánto costaría sistematizar la construcción de los campamentos y quiénes pagarían? "Todo eso hay que pensarlo", subraya Zilla.
"Ni la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), ni la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), ni el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) están cumpliendo con sus misiones. Esas asociaciones de países deberían convocar a cumbres extraordinarias para abordar la materia. Independientemente de que los Gobiernos aliados de Maduro envíen emisarios o no al encuentro, el resto debería llegar a un consenso y tomar medidas. Lo absurdo es que no se haga nada si no coinciden todos", critica la investigadora del SWP.
Evan Romero-Castillo (VT)
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independiente en 30 idiomas. Síganos enFacebook | Twitter | YouTube |
Cúcuta: el desbordamiento del éxodo venezolano
Miles de venezolanos cruzan la frontera con Colombia. Muchos se instalan en Cúcuta, mientras que otros trabajan para ahorrar dinero y continuar su viaje hasta Ecuador, Perú o Chile.
Imagen: DW/A. Sáez
Un éxodo incalculable de venezolanos
Por el Puente Internacional Simón Bolívar que separa Cúcuta (Colombia) y San Antonio del Táchira (Venezuela) cruzan a diario numerosos venezolanos. Unos 5.000 se quedan en Colombia o siguen su viaje hacia otros países.
Imagen: DW/A. Sáez
Hacer la compra en la ciudad vecina
La mayoría de los miles de venezolanos que cruzan a Cúcuta suelen hacerlo semanalmente para realizar la compra de la cesta básica que no pueden obtener en su país y regresan el mismo día. Muchos viven en las ciudades venezolanas limítrofes, aunque cada vez vienen de más lejos y hasta hacen trayectos de un día.
Imagen: DW/A. Sáez
Cada vez más maletas
DW estuvo en mayo pasado en el mismo puente fronterizo y el flujo de personas con varias maletas era escaso y se limitaba a grupos de jóvenes, mientras que ahora es común observar un notable tránsito de maletas y familias con niños.
Imagen: DW/A. Sáez
La primera de muchas filas
El primer paso para un venezolano que desea quedarse en Colombia o seguir su viaje es pasar por el puesto migratorio para sellar el pasaporte, un trámite que hace pocos meses no se contemplaba. La primera fila en territorio colombiano se acumula en la misma frontera, donde centenares de venezolanos aguardan entre cuatro y seis horas su turno.
Imagen: DW/A. Sáez
Maletas al aire
El kilómetro que separa ambos accesos fronterizos (315 metros de puente más el ingreso) obliga a los venezolanos a cargar alzadas sus maletas para evitar deteriorar sus ruedas. Decenas de jóvenes aguardan tras los controles migratorios de ambos países para ofrecer carretillas o cargar los bultos a hombro por apenas 2.000 pesos (0,7 dólares).
Imagen: DW/A. Sáez
La venta ambulante copada por los venezolanos
Los venezolanos han copado la venta ambulante en los primeros metros de la frontera colombiana, en La Parada. La pérdida del valor del bolívar ha provocado que sea más rentable vender directamente en pesos. Los vendedores suelen ganar unos 25.000 pesos diarios (9 dólares). Eso ha disparado el microcontrabando de carne. Entre 150 y 200 kilos requisan a diario las autoridades aduaneras.
Imagen: DW/A. Sáez
Dos comedores sociales en toda la ciudad
La mayoría de los recién llegados pasan varios días en Cúcuta para lograr el dinero suficiente para continuar su viaje. Muchos llegan en condiciones de malnutrición, como cuenta Fabiola Ruíz, voluntaria de uno de los dos comedores sociales que han abierto las parroquias locales.
Imagen: DW/A. Sáez
Desnutrición
David Andrade, de 49 años, perdió 50 kilos en el último año debido a los problemas para conseguir alimentos en Venezuela. Vino desde Valencia hace un mes para poder seguir su viaje a Ecuador, pero antes espera recuperar algo de peso y ahorrar el dinero necesario.
Imagen: DW/A. Sáez
Obstáculos para dar comida gratis
El comedor de Diócesis de Cúcuta atiende a unas 500 personas diarias. Hace un año daban comida a más de 1.500 pero los vecinos se quejaron y tuvieron que limitarse a los más vulnerables. El alcalde de la ciudad, César Rojas, dijo que planteó la posibilidad de abrir un comedor municipal pero varios organismos internacionales le advirtieron que tal iniciativa requería de una preparación extensa.
Imagen: DW/A. Sáez
Más mujeres solas con niños
Leyvis Dorante, de 28 años, pasó de 65 a 40 kilos en los últimos meses por los problemas alimenticios. Acaba de llegar a Cúcuta sola con sus dos hijos, Junior de 12 y Zairi de 4, para buscar un trabajo en Colombia. Cada vez se observan más mujeres solas con niños que en muchos casos emprenden el viaje para reencontrarse con el marido que abandonó Venezuela meses antes para instalarse en otro país.
Imagen: DW/A. Sáez
Un trámite, una fila interminable
Las colas de venezolanos han copado el paisaje urbano de Cúcuta. Una de las más comunes se encuentra frente a la Registraduría, donde centenares de venezolanos aguardan hasta cinco días y pernoctan en la entrada para solicitar la doble nacionalidad colombiana. La ciudad se ve desbordada por esta llegada masiva y apenas se producen mejoras en la atención de la crisis.
Imagen: DW/A. Sáez
Las calles de Cúcuta, un albergue a cielo abierto
Tras el desalojo a finales de enero del llamado ‘hotel Caracas’, unas canchas donde pernoctaban unos 500 venezolanos, la mayoría buscó hostales baratos o casas particulares donde hospedarse, pero muchos otros malviven por las calles.
Imagen: DW/A. Sáez
Se dispara la prostitución
La necesidad ha llevado a decenas de jóvenes venezolanas –muchas son menores de edad– a vender sus cuerpos. Ofrecen sus servicios por 25.000 pesos (9 dólares), un precio cada vez más bajo. Algunas recaudan lo necesario para continuar su viaje, mientras que otras vienen por temporadas para ahorrar lo suficiente para regresar a Venezuela y mantener a sus familias.
Imagen: DW/A. Sáez
Entran materiales de construcción y sale comida
Durante la noche se cierra el paso peatonal por el Puente Simón Bolívar y se inicia el transporte de carga. Según datos de las autoridades aduaneras colombianas (Dian), en el mes de enero ingresaron 239 camiones con carga desde Venezuela, una media de unos ocho diarios. Casi todos transportan materiales de construcción. Los camiones colombianos que cruzan a Venezuela suelen llevar alimentos.
Imagen: DW/A. Sáez
Pernoctar en la misma frontera
Centenares de venezolanos duermen en la misma frontera colombiana de La Parada, una imagen inusual hace unas semanas. Algunos son vendedores que prefieren evitarse el trajín de ida y venida a Venezuela, mientras que otros lo hacen por falta de dinero para pagarse un alojamiento en el centro de Cúcuta, donde la policía los desalojará de parques y aceras.
Imagen: DW/A. Sáez
Aumenta el peligro en la frontera
En lo que va de año han sido asesinados, al menos, 20 venezolanos en varios puntos fronterizos. En varias ocasiones fueron hallados con signos de tortura. Las autoridades manejan la hipótesis que se deba a ajustes de cuentas entre las bandas que proliferan en esos lindes o bien acciones de grupos sucesores del paramilitarismo que controlan las trochas fronterizas ilegales.
Imagen: DW/A. Sáez
Una terminal dormitorio
Durante toda la jornada, centenares de venezolanos se aglomeran en la terminal de autobuses de la ciudad. La mayoría tiene que esperar al menos un día hasta lograr su pasaje y deben pernoctar en la terminal, uno de los lugares más seguros ya que están custodiados por agentes policiales.
Imagen: DW/A. Sáez
Bogotá o Rumichaca, los destinos predilectos
La mayoría de los venezolanos que aguardan en la terminal se dirigirán hacia Bogotá, la ciudad con mayor migración venezolana, o hacia Rumichaca, el paso fronterizo con Ecuador, que en los últimos meses comienza a presentar las mismas aglomeraciones que Cúcuta. Los principales destinos del éxodo venezolano terrestre: Colombia, Ecuador, Perú y Chile, en este orden marcado por la distancia.