Cuando el ingeniero llegó al poder, muchos auguraron un período reformista. Hoy eso parece una broma de mal gusto, opina Yoani Sánchez.
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Cuando la prensa extranjera publicó que un ingeniero sin el apellido Castro llegaba a la presidencia cubana, las expectativas internacionales se elevaron. De una generación sin sangre en las manos y que no podía imponerse a fuerza de legitimidad histórica, los titulares periodísticos coqueteaban con la idea de que tras la sobria presencia de Miguel Díaz-Canel podía hallarse agazapado un reformista. Un año después de su investidura como presidente esos pronósticos parecen una broma de mal gusto.
En los últimos doce meses la palabra "continuidad" ha sido una de las más pronunciadas por el nuevo mandatario y, en la práctica, su gestión se inscribe también en los férreos límites de prolongar el status quo, sin cambiar o negar el rumbo elegido por su predecesor, Raúl Castro. Los escasos vientos frescos que han soplado desde abril de 2018 hasta la fecha tienen que ver con un presidente que se mueve más dentro del país y que publica a través de la red social Twitter. Fuera de eso, pocos podrían señalar alguna diferencia con el raulismo.
En lugar de transformaciones, los cubanos han visto desplomarse la economía, elevarse los precios de los productos básicos y desaparecer de los mercados alimentos como la harina, el aceite vegetal, los huevos y el pollo. En el contexto internacional, el aislamiento ha crecido con la pérdida de aliados económicos y políticos, junto a una Venezuela en crisis que ha debido cortar parte de los abultados subsidios que enviaba a la isla.
Sin embargo, es en el terreno nacional donde surgen las mayores dudas y las más acérrimas críticas sobre el gobernante. Para la gran mayoría, Díaz-Canel ha perdido un valioso tiempo para impulsar reformas que ayuden a elevar la productividad de los campos cubanos, otorgar más autonomía al sector privado y reducir el protagonismo de las ineficientes "empresas estatales socialistas", un fardo pesado para las finanzas cubanas.
En lugar de eso, ha intentado regular aún más el accionar de los llamados cuentapropistas, elevando los montos a pagar por las licencias de trabajo particular y controlando aún más a los transportistas privados que mueven a gran parte de los pasajeros en un país que lleva décadas sufriendo el colapso del transporte público. Tampoco ha seguido ahondando la ruta de las reformas migratorias para restablecer los derechos de los emigrados o abaratar los altísimos costos de los pasaportes, un documento que para un trabajador promedio representa el equivalente a tres meses de salario.
Con el aumento de las presiones por parte de la administración estadounidense de Donald Trump, Díaz-Canel ha optado por atrincherarse en el discurso ideológico, elevar los niveles de la propaganda oficial y culpar de todos los males internos al vecino del Norte. Nada nuevo en la política cubana de los últimos 60 años. El resultado de esa bravata ideológica, unida al deterioro de la vida cotidiana, ha sido un aumento en el éxodo y ahora mismo cientos de cubanos se desplazan por Centroamérica para tratar de alcanzar la frontera de Estados Unidos.
Con el paso de los meses, los elementos simbólicos que en un inicio provocaron ilusiones se han ido diluyendo. Ni la presencia de una Primera Dama del brazo del presidente -por primera vez en más de medio siglo- ni su edad por debajo de los 60 años, ni siquiera el uso de las redes sociales le han valido de mucho. A falta de resultados, los cubanos han perdido las esperanzas de que detrás del discurso de "continuidad" se esconda un reformista. (dz)
El fin de la era Castro en Cuba
Casi nadie en Cuba puede recordar una vida sin los Castro. Desde el 19 de abril de 2018, ya no habrá un Castro al frente del Estado. Durante casi 60 años, los hermanos Fidel y Raúl gobernaron el país con mano de hierro.
Imagen: Reuters
1959 - La revolución triunfa
Los rebeldes liderados por Fidel Castro llegan al poder tras huir el dictador Fulgencio Batista en enero. EE.UU. reconoce al nuevo gobierno. Pronto "leyes revolucionarias" (como la reforma agraria) afectan a empresas estadounidenses. En diciembre, el presidente republicano Dwight D. Eisenhower aprueba un plan de la CIA para derrocar a Castro en un año y sustituirlo por "una junta amiga de EE. UU."
Imagen: AP
1960 − Nacionalizaciones y acercamiento a la Unión Soviética
Eisenhower prohíbe la exportación a Cuba (salvo alimentos y medicinas) y suspende la importación de azúcar. Cuba responde nacionalizando bienes y empresas estadounidenses, y estableciendo relaciones diplomáticas y comerciales con la Unión Soviética. En el funeral de las víctimas de la explosión del vapor "La Coubre" (foto), que Cuba achacó a la CIA, Castro lanza su consigna "¡Patria o Muerte!"
Imagen: AP
1961 − Ruptura e invasión
EE. UU. rompe relaciones diplomáticas con Cuba y cierra su embajada el 3 de enero. Tras una serie de bombardeos a aeropuertos e incendios en tiendas de los que Cuba acusa a EE. UU., Fidel Castro proclama el carácter socialista de la revolución el 16 de abril. Del 17 al 19, cubanos entrenados por EE. UU. intentan infructuosamente invadir la Isla por Playa Girón y Playa Larga, en Bahía de Cochinos.
Imagen: AP
1962 - La crisis de los misiles
En 1960, Kruschev dijo: “No sé si Fidel es comunista, pero yo soy fidelista”. Moscú reanudó las relaciones diplomáticas con La Habana e incrementó el apoyo. La Unión Soviética instaló bases de misiles nucleares en Cuba. Eso desencadenó la “crisis de los misiles”. Moscú cedió a la presión de Kennedy a cambio de que EE.UU. no invadiría a Cuba y desmantelaría sus bases nucleares en Turquía.
Imagen: imago/UIG
1971 – Fidel Castro en Chile
El episodio de Bahía Cochinos aceleró la proclamación del carácter socialista, marxista-leninista, de la revolución. Cuba terminó siendo expulsada de la Organización de Estados Americanos. Castro quedó aislado en el continente, pero no indefinidamente. Castro fue recibido en Chile por el presidente Salvador Allende (foto), que fue derrocado por Augusto Pinochet en 1973.
Imagen: AFP/Getty Images
1989 – La hora de la Perestroika
La llegada al poder de Mijail Gorbachov en Moscú marcó el inicio de la era del Glasnost y Perestroika. La Cortina de Hierro comenzó a caer en pedazos y el imperio soviético terminó derrumbándose. Cuba perdió a su principal base de sustento exterior, sumiéndose en una aguda crisis. Miles de cubanos intentaron huir a Miami en precarias embarcaciones. Muchos vaticinaban el fin del régimen castrista.
Imagen: picture-alliance/dpa
1998 – Primera visita papal
Un decreto de Pío XII prohibía a los católicos el apoyo a los regímenes comunistas. En virtud del mismo, el Vaticano había excomulgado a Fidel Castro en enero de 1962. Pero las décadas pasaron y, luego del término de la Guerra Fría, llegó el momento del acercamiento: en 1996, Castro visitó al Papa Juan Pablo II y éste retribuyó la visita dos años más tarde, en un gesto considerado histórico.
Imagen: picture-alliance/AP/Michel Gangne
2002 - Fidel Castro y Jimmy Carter juegan béisbol
Desde que Estados Unidos impuso su embargo comercial, económico y financiero en 1962, hubo pocos momentos de distensión entre Washington y La Habana. Uno de los pocos signos en esa dirección fue el viaje del expresidente estadounidense Jimmy Carter en 2002, motivado por la intención de encontrar puntos de acercamiento. Tampoco sus buenos oficios provocaron cambios sustanciales en Cuba.
Imagen: Adalberto Roque/AFP/Getty Images
2006 - Fidel y Hugo
Desde los años 90, Cuba dejó de ser vista como un peligroso exportador de revoluciones. Con el estrepitoso derrumbe del bloque del Este, las ideologías de izquierda naufragaban. Pero en Venezuela llegó al poder un nuevo dirigente dispuesto a propagar la “Revolución Bolivariana”. Hugo Chávez, declarado admirador de Fidel Castro, le dio a La Habana un efectivo respaldo, también en lo económico.
Imagen: picture-alliance/dpa/dpaweb
2006 - La entrega del poder
La enfermedad forzó a Fidel Castro a abandonar el poder. En 2006, lo dejó en manos de su hermano Raúl, garante de que no habría vuelco radical en un sistema que, pese a los avances en educación y salud, cobró un alto precio: falta de libertad y represión. Mientras afloraban los primeros cambios, Castro se fue despidiendo de a poco, defendiendo hasta el final su visión desde las páginas del Granma
En diciembre de 2014, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el de Cuba, Raúl Castro, anunciaron que retomarían las relaciones diplomáticas. Obama visitó Cuba en marzo de 2016. Habían pasado 88 años desde la última vez que un presidente estadounidense viajara a la isla. EE. UU. retiró a Cuba de la lista de terrorismo y el deshielo comenzó a afianzarse.
Tantas veces anunciada y denegada, pocos creyeron la noticia de su fallecimiento en un primer momento. No obstante, el 25 de noviembre de 2016, los bares empezaron a cerrar y las reuniones callejeras se dispersaron cuando corrió el rumor de su deceso. Durante años, Castro desmintió a quienes lo daban por muerto publicando fotografías o artículos de opinión de innegable actualidad.
Imagen: Getty Images
2018 – La sucesión
Después de 10 años, Raúl Castro se retira del poder. El 19 de abril, el Parlamento cubano elige a un sucesor que por primera vez en casi 60 años no lleva el nombre de Castro. Sin embargo, los analistas sostienen que es poco probable que el curso político en Cuba cambie tan pronto.
Imagen: Reuters
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