Valentina aún podría estar viva, Salvatore Milluzzo está convencido de eso. En 2016, a su hija, que había sido ingresada al hospital, embarazada de gemelos, se le negó un aborto por motivos de conciencia, a pesar del grave peligro que corría su vida. Finalmente, además de los niños por nacer, murió la madre de 32 años. En Italia, muchas mujeres que quieren abortar se encuentran con el rechazo: el 70 por ciento de los médicos se niegan a participar en un aborto, aunque esté permitido por la ley. En Polonia, el aborto está ahora prohibido incluso si el feto muestra malformaciones graves. Marta Lampert lleva meses organizando protestas contra el gobierno del PiS y el grupo de presión cristiano ultraconservador Ordo Iuris. Ella se resiste al paternalismo de la iglesia: "Nuestro movimiento es la respuesta a una cultura patriarcal, a un estado patriarcal, fundamentalista, que trata particularmente mal a las mujeres". En España, los fundamentalistas cristianos también están tratando de torpedear el derecho legal de las mujeres embarazadas a abortar. Una y otra vez, mujeres embarazadas experimentan cómo son engañadas deliberadamente sobre el estado de salud de su embrión para "forzarlas" a dar a luz a un niño gravemente discapacitado. En Alemania, donde el aborto aún no está legalizado, aunque sí tolerado, las mujeres se enfrentan a obstáculos considerables, especialmente en las zonas rurales. En la católica Münster apenas hay médicos que estén dispuestos a intervenir. La ginecóloga Kristina Hänel tiene un consultorio en Gießen y ha estado involucrada en una importante disputa legal desde hace años. La información en su sitio web sobre cómo lleva a cabo un aborto es vista como publicidad por los opositores al aborto y la fiscalía. La base es el controvertido §219 del Código Penal alemán. "Como médico, estoy cumpliendo un mandato del gobierno. Pero no tengo permitido informar a la mujer "públicamente", explica. La eliminación del §219, acordada por el nuevo Gobierno de coalición, da esperanza a los defensores del aborto. Sin, embargo, a pesar del cambio previsto en la ley, sigue siendo muy difícil para los médicos informar a las pacientes o incluso realizar los abortos. Ya que se exponen a amenazas y fuertes críticas. El resultado: cada vez más personas abandonan esta área de atención médica.