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El adiós de García Márquez

Amir Valle, escritor cubano17 de abril de 2014

Considerado el más genuino embajador literario de América Latina ante otras culturas del mundo, “Gabo”, como lo llaman sus amigos y millones de lectores en todos los idiomas, acaba de morir en México a los 87 años.

Autor Gabriel Garcia Marquez
Imagen: picture-alliance/dpa

La vida del hombre que enseñó al mundo la verdadera cara de la América más autóctona dice adiós luego de protagonizar toda una épica dedicada a la literatura y al periodismo. Nacido en Aracataca, Colombia, en 1927, desde que, a los veintisiete años, publicara su primera novela, La hojarasca, obra que anunciaba ya el estilo de desbordante fantasía que lo convertiría en un escritor universal, su narrativa se insertó en la larga tradición literaria hispanoamericana, asumiendo nuevas fórmulas expresivas a partir de las influencias de importantes escritores norteamericanos, entre los que él mismo destacaba a William Faulkner.

Además de su excelencia literaria, cada uno de sus libros, traducidos a todos los idiomas, fueron literalmente perseguidos por millones de lectores desde que saltó a la fama gracias a la publicación, en 1967, de Cien años de soledad. Sobre esa fama escribió: "Lo peor que le puede suceder a un hombre que no tiene vocación para el éxito literario (…) es publicar una novela que se venda como salchichas. Ese es mi caso. Me he negado a convertirme en un espectáculo, detesto la televisión, los congresos literarios, las conferencias y la vida intelectual".

García Márquez, en una imagen de 2008.Imagen: AP

El boom latinoamericano

Imposible es resumir su rica vida intelectual desde que en el Liceo de Zipaquirá fundara el Grupo Literario de los Trece, su participación luego en el reconocido Grupo de Barranquilla, hasta su protagonismo, junto a otros importantes escritores como el peruano Mario Vargas Llosa, el mexicano Carlos Fuentes o el argentino Julio Cortázar, en el boom latinoamericano, fenómeno literario de las décadas de los sesenta y setenta que abrió a la literatura de América Latina las puertas del resto del mundo a través de su promoción desde España.

A este movimiento aportará su personalísimo estilo literario, que lo convirtió en el principal exponente del Realismo Mágico latinoamericano, con obras como El coronel no tiene quien le escriba (1961), Los funerales de la Mamá Grande (1962), Cien años de soledad (1967, considerada por Pablo Neruda como “la mayor revelación en lengua española desde el Don Quijote de Cervantes”), El otoño del patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981) y El amor en los tiempos del cólera (1985), por sólo citar algunas.

Como periodista escribió una de las obras más originales en lengua española gracias a sus colaboraciones para diarios colombianos como El Heraldo, El Espectador y la mítica revista Mito, así como su trabajo de corresponsal internacional para la agencia cubana Prensa Latina, recogidas mayormente en títulos como Crónicas y reportajes (1976), Obra periodística (1981) o Por la libre: obra periodística (1974-1995), publicada en 1999.

Junto a Raúl Castro, en diciembre de 2006.Imagen: AP

Marcada conciencia política

Conmocionado por los nuevos aires que representaba la Revolución Cubana, viajó a La Habana tras el triunfo de 1959, se convirtió en uno de los fundadores de Prensa Latina, la agencia noticiosa internacional de Cuba, y comenzó una activa participación en la vida cultural de la isla a través de la Casa de las Américas. En 1986 funda junto a otros intelectuales y cineastas la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, centro latinoamericano de altos estudios para la formación de profesionales cinematográficos para los países del área. Fue, también, el primer presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.

En ese contexto forjó una profunda amistad con el líder cubano Fidel Castro, siendo criticado por los sectores de derecha de su país y de otras partes del mundo, para quienes tuvo una clara respuesta: “La nuestra es una amistad intelectual. Puede que no sea ampliamente conocido que Fidel es un hombre culto. Cuando estamos juntos, hablamos mucho sobre la literatura”.

Embajador intelectual de las Américas

En la madrugada del 21 de octubre de 1982, estando exiliado en México tras ser acusado en Colombia de una supuesta vinculación con el M-19 y por mantener durante cinco años la revista de corte socialista Alternativa, García Márquez recibió una grata noticia: la Academia Sueca le otorgaba el Premio Nobel de Literatura.

García Márquez recibe el Premio Nobel de Literatura ante el rey Carlos Gustavo en Estocolmo, el 8 de diciembre de 1982.Imagen: AP

La concesión del Nobel fue todo un acontecimiento cultural en Colombia, Latinoamérica y España. El escritor Juan Rulfo opinó: “Por primera vez después de muchos años se ha dado un premio de literatura justo” y ese galardón fue el salto final que su obra necesitaba para ser conocida en aquellos sitios del planeta donde todavía no estaba traducido, considerándosele hasta hoy uno de los escritores en toda la historia de la literatura universal más influyentes en el desarrollo de las corrientes nacionales literarias en casi todas las culturas.