El amargo precio del café
27 de septiembre de 2002Mientras que hace algunos años el precio de la libra de café en Alemania costaba unos cinco euros, hoy cuesta la mitad. Nunca en los últimos 30 años el café ha estado tan barato. Bueno para el consumidor, pero pésimo para el productor, que en este caso se traduce en millones de pequeños campesinos en 45 países de América del Sur, América Central, Africa y Asia.
"25 millones de productores de café en todo el mundo están ante la ruina", explica Paul Bendix, gerente de Oxfam en Alemania. Oxfam, una asociación de doce organizaciones no gubernamentales a nivel mundial, ha investigado este fenómeno. La sobreproducción que existe es el problema principal.
Situación alarmante
Cinco grandes empresas multinacionales -entre ellas Kraft, Nestlé y Tchibo- compran aproximadamente el 50 por ciento de la producción mundial de café. Mientras que pagan 24 centavos de dólar por la libra de café al productor, el consumidor en Europa o EE.UU paga 3,60 dólares. Significa una increíble ganancia del 1500 por ciento. Buen negocio para las empresas grandes, situación alarmante para los productores que más y más sienten los efectos de la globalización.
Otra causa de la sobreproducción y la crisis actual la representan nuevos países productores como Vietnam, que últimamente se ha concentrado en el cultivo de café. Las consecuencias son graves. Muchos países, cuya economía depende del café, han tenido pérdidas millonarias por tener que venderlo por debajo del costo de la producción. Etiopía, por ejemplo, uno de los países más pobres del mundo, ha perdido 110 millones de dólares en un año.
Alza de precios, ¿única solución?
El 18 de septiembre pasado Oxfam inició una campaña a nivel mundial para encontrar una solución a la "crisis del café". La meta es reducir la oferta para que suba el precio. Oxfam propone destruir cinco millones de sacos de café, lo que equivale a unas 300.000 toneladas. La destrucción costaría 100 millones de dólares, pero traería un aumento de ingresos de 700 a 800 millones de dólares para los productores. Sólo con una reducción de la oferta, asegura Bendix, se puede llega a un precio de real. Un precio real y, más que nada, justo para los campesinos. "Porque la globalización debería ayudar a los ricos y a los pobres. Pero por el momento es así que los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez más pobres."