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El apagón informativo en Venezuela se volvió costumbre

12 de abril de 2017

El apagón informativo que se vive en Venezuela no ha causado grandes estragos. Se ha vuelto "normal". El ciudadano suple la carencia con los nuevos medios. Pero la incertidumbre y la zozobra hacen mella.

Protestas populares en Caracas, Venezuela
Protestas populares en Caracas, VenezuelaImagen: Getty Images/AFP/F. Parra

"El apagón informativo que se vive desde el viernes 7 de abril no ha causado grandes estragos porque, ciertamente, estamos acostumbrados”, dice  a DW Héctor Briceño, catedrático de la Universidad Central de Venezuela.

No obstante, dado que el acceso a la red de muchos actores de la sociedad está siendo bloqueado, por ejemplo, "llevo todo el día intentando ver una rueda de prensa de la Conferencia Episcopal en la Universidad Católica y no puedo”, sigue Briceño, jefe del área sociopolítica del Centro de Estudios de Desarrollo (CENDES).

Las redes sociales –en un país con una penetración de Internet del 50%- ha asumido la tarea de la información, cercana al ciudadano. No obstante, "aunque son extraordinarias, crean incertidumbre y zozobra”, puntualiza el catedrático.

Su ejemplo deja claro el problema cotidiano de cientos de miles de venezolanos. "La noche del martes (11 de abril) recomenzaron las manifestaciones en los barrios. Hubo quema de caucho, de hojas, de muchas cosas”, comenta Briceño.

"Hubo represión tanto de los colectivos populares, como de los militares. Estuve haciendo seguimiento para ver si podía venir a la oficina o no. Y no pude saber qué pasaba en la calle, pues no me quedó claro si los videos de las redes sociales eran de hace unos minutos, de otro momento, o de otro país”, lamenta el catedrático que extraña medios, con cuño, que asuman responsabilidad por la información que difunden.

Reporte Ya

"En 2014 se consolida la hegemonía comunicacional en el país. Desde ahí hasta ahora ha venido incrementándose la dificultad para comunicar libremente la información”, cuenta por su parte a DW Patricia Rodríguez, asesora de comunicación externa del El Nacional, diario impreso que aún sobrevive.

"La inmensa mayoría de los medios impresos de gran circulación pasaron a manos de personas del gobierno, exceptuando El Nacional.  Han sido restringidas las concesiones a televisoras. Y el espectro quedó reducido a un canal de noticias vendido a propietarios afines al régimen que tienen una suerte de mezcla”, sigue Rodríguez que en su momento fue jefa de la oficina de prensa del presidente Rafael Caldera, antecesor de Hugo Chávez.

Actualmente dirige la plataforma Reporte Ya. "La noche del martes vivimos una situación terrible. No había ningún medio formal informando. Sólo había historias de Twitter. Nosotros tenemos la ventaja de que estamos adiestrados y podemos saltar de una voz a otra, como en una plaza pública, y formar historias”, cuenta Rodríguez. Su plataforma comenzó en 2010 formando estudiantes para utilizar las redes sociales. Ahora tiene un cúmulo de redes que agrupan partidos, autobuseros, taxistas, barrios, presos, solicitantes de ayuda.

"Los ciudadanos tienen en este momento un rol tan activo como el del periodista pero más cerca de la noticia porque son las víctimas, entonces informan más rápido”, comenta la periodista recalcando que, si bien ésa es la tendencia mundial para el porvenir, en Venezuela ya se vive en el futuro. 

Debido al bloqueo informativo, así Rodríguez, la información es como una casa a la que le van cerrando las ventanas: el reciente bloqueo a nivel nacional (fuera de Venezuela sí se pueden ver) de tres televisoras que emitían por Internet supone más esfuerzo del usuario para detectarlos por otras vías como youtube.

Libertad versus hegemonía 

Según la ONG Espacio Público en 2016 en Venezuela se registraron 366 violaciones a la libertad de expresión. ¿Cómo se materializa eso? "Es muy complejo. Ha sido uno de los ámbitos en los que el gobierno ha tratado de controlar desde la llegada de Hugo Chávez al poder y por supuesto bajo Nicolás Maduro. Ellos mismos utilizaron el término: hegemonía comunicacional”, explica Briceño.

"Se trata de imponer una sola versión de los hechos, en todos los aspectos de la vida social y política de Venezuela. Esto ha tenido múltiples estrategias: dominio de los medios tradicionales, televisión, radio, prensa escrita quitando licencias, comprándolos, imponiendo censura  o sacándolos físicamente de la Asamblea Nacional”, apunta el catedrático. ¿Objetivo? "Fortalecer al gobierno y debilitar a cualquier actor político y social que esté en contra de su objetivo socialista revolucionario”, responde.

Con todo, la historia venezolana tiene un ejemplo no lejano del poder de los medios de comunicación para desestabilizar un gobierno: en los acontecimientos del Caracazo de 1989 (27 de febrero a 8 de marzo), en sus más de 300 muertos y sus 3000 desaparecidos los medios de comunicación tuvieron gran responsabilidad.

"La televisión ayudó a difundir un estado de zozobra. Y cuando la gente veía en la pantalla los saqueos, los incitaba a salir a las calles”, admite Briceño.  No obstante y a pesar de posibles malos manejos –que en el discurso oficial es injerencia extranjera-, en un paisaje mediático variado se puede reconocer la impronta ideológica o la línea editorial de un medio. Y el ciudadano puede elegir. "En la construcción de un país son importantísimos, de derecha, de izquierda; se necesitan todos”, subraya Briceño.

"En este sistema que comenzó con Hugo Chávez y se profundizó con Nicolás Maduro. Aunque sí quedan espacios de libertad de opinión, éstos son cada vez menos”, añade. "Lo que vivimos en Venezuela es el intento de imponer una única y exclusiva y total línea editorial no aliada de una ideología sino con un gobierno de vocación altamente autoritaria”, concluye Briceño echando de menos en su país –a pesar de la riqueza de la comunicación ciudadana en las redes- el sello reconocible de medios que pueda utilizar como referencia.

Mirra Banchón (jov)

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