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El atentado de Sarajevo

2 de junio de 2009

El atentado perpetrado por extremistas serbios contra el heredero de la corona austriaca y su esposa desató el 28 de junio de 1914 la crisis en Europa. Un mes después comenzó la Primera Guerra Mundial.

Imagen: picture-alliance/dpa

El archiduque Francisco Fernando de Austria (1863-1914) y su esposa, la condesa Sofía (1868-1914), acababan de visitar al emperador alemán Guillermo II de Prusia y llegaron a Sarajevo para presenciar la clausura de maniobras militares de las fuerzas armadas austríacas en Bosnia. En el camino hacia el centro de Sarajevo, el convoy de vehículos tuvo que desplazarse relativamente despacio, lo que fue muy propicio a los planes de los asesinos que los acechaban.

El emperador Guillermo II de Prusia y su hijo, el príncipe heredero Guillermo.Imagen: picture-alliance / dpa

Un primer intento fracasa

El primer intento de asesinato fracasó debido al sereno movimiento de una mano del heredero del trono. Con el rabillo del ojo vio algo negro que se acercaba volando, hizo un movimiento de protección con la mano, atinando a la granada de mano y lanzándola lejos del automóvil. El explosivo cayó delante del vehículo que le seguía, y al estallar hirió a dos de sus ocupantes. El criminal trató de suicidarse ingiriendo cianuro pero el veneno no surtió efecto provocándole tan sólo fuertes vómitos. Fue detenido por los transeúntes mientras que el convoy del archiduque aceleró la marcha hacia el Palacio Municipal. Ahí fue decidido continuar el camino hacia el lugar en donde tendrían lugar las maniobras militares, pero a través de otra ruta.

Poco después de iniciado el camino, un conductor de uno de los vehículos que precedían el convoy, se percató de que habían elegido un camino equivocado. Los vehículos tuvieron que regresar a marcha lenta. Un segundo asesino se había apostado en las inmediaciones y aprovechando un momento propicio disparó con su pistola dos veces contra Francisco Fernando, atravesándole la arteria carótida. Sofía fue herida gravemente en el abdomen. El asesino ingirió una cápsula de cianuro, que tampoco tuvo el efecto deseado. Mientras que el hombre era detenido por una muchedumbre enardecida, Francisco Fernando y su esposa Sofía morían dentro del vehículo a consecuencia de los disparos.

Los interrogatorios de los asesinos dieron como resultado que ambos eran seguidores de un movimiento paneslavo. Pertenecían a una organización respaldada por Rusia, que buscaba la unificación de todos los pueblos eslavos. Dado que en el Imperio Austro-Húngaro vivían muchos eslavos, el heredero de la corona austríaca había sido elegido desde hacía tiempo como blanco de un atentado.

El primer intento de atentado falló.

Crisis de julio en Europa

El atentado no fue manejado como lo que fue, es decir, como un incidente que presionaba las relaciones diplomáticas entre Austria, Hungría y Serbia y posiblemente podría conducir a enfrentamientos políticos internos entre algunas minorías. En vez de eso y como si hubieran esperado tal ocasión, las fuerzas militares austríacas apremiaron al emperador Francisco José I de Austria (1830-1916), a responder de inmediato con un ataque de represalia contra Serbia, medida que fue respaldada por el Estado Mayor alemán. El canciller alemán Theobald von Bethmann-Hollweg (1856-1921) envió un escrito a Viena que fue recibido como un cheque en blanco para una guerra contra Serbia: “Su Majestad, el emperador alemán se encuentra, en concordancia con sus obligaciones de aliado y viejo amigo, leal y valiente al lado de Austria”. Pese a la sugerencia del emperador Guillermo II de Prusia, había tiempo suficiente para evitar que el incendio se propagara a todo el continente europeo. Pero los gobiernos decidieron de otro modo.

El asesino del archiduque Franz Ferdinand fue capturado por la policía.Imagen: AP

La catástrofe primigenia del siglo XX

El 23 de julio de 1914 llegó a Belgrado un ultimátum austríaco limitado a 48 horas, en el que se exigía que investigadores austríacos fueran incluidos en la persecución de los autores intelectuales del atentado. Pese a que el gobierno serbio cumplió con ésta y otras exigencias, no fue suficiente respuesta para el gobierno de Viena. El emperador Francisco José I de Austria aconsejó también declarar la guerra a Serbia. Con ello los acontecimientos diplomáticos y militares se precipitaron.

El imperio Austro-Húngaro declaró el 28 de julio de 1914 la guerra a Serbia. Un día después reaccionó Rusia movilizando a sus tropas. El 31 de julio de 1914, el Imperio alemán puso un ultimátum a Francia, exigiéndole neutralidad en caso de una guerra entre Alemania y Rusia. Al mismo tiempo Alemania exigió al Zar Nicolás II de Rusia, también con un ultimátum, suspender la movilización de tropas. Al vencer el plazo sin que Rusia replegara a sus fuerzas armadas, los generales alemanes urgieron a declarar la guerra a Rusia. El 1° de agosto de 1914 el emperador Guillermo II de Prusia firmó la declaración de guerra.

Ataques aéreos sobre Londres.Imagen: picture-alliance / akg-images

Ese día comenzó lo que el historiador estadounidense, George F. Kennan (1904-2005) llamó “La catástrofe primigenia del siglo XX”: la Primera Guerra Mundial. Como si estuvieran fuera de juicio, los líderes europeos renunciaron en el verano de 1914 a un relativo bienestar, a condiciones políticas estables y a una hegemonía cultural del continente en amplias regiones del mundo. A partir de un motivo vano comparado con las consecuencias, los monarcas europeos, casi como en acuerdo secreto, transformaron el continente en un campo de batalla de dimensiones inimaginables. Estaban deslumbrados con la ambición de que expandirían su poder al final de la guerra, desoyendo las voces de apremio, que les advertían de su propio ocaso.

Autor: Matthias von Hellfeld/ EU

Editor: Pablo Kummetz

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