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Banco de vinos

23 de agosto de 2010

El WineBank del viticultor Christian Ress fue inaugurado en Hattenheim, Hessen, en diciembre de 2009 y ya la mitad de los compartimentos de su banco-bodega –con capacidad para 35.000 botellas– han sido alquilados.

Su fachada engaña; parece cualquier cosa menos la puerta de entrada hacia una bodega de vinos.Imagen: picture-alliance/dpa

Hattenheim es un idílico poblado ubicado a 50 kilómetros hacia el oeste de Fráncfort del Meno, en medio de un paisaje dominado por la fuerza del río Rin. La fertilidad de sus suelos hace que, aparte de los cafés y restaurantes que florecen para amenizar los paseos de los turistas, la concentración de viñedos de renombre en esta ciudadela de apenas 2.200 habitantes sea extraordinariamente alta. La liga mayor de viticultores alemanes está bien representada en esta zona y el sentido para los negocios de esta fraternidad se está desarrollando notablemente desde hace unos meses gracias a una institución muy peculiar: el WineBank, el Banco del Vino de Hattenheim.

Sacando provecho a la liquidez

El más pequeño de los compartimentos, en donde caben 35 botellas, cuesta 49 euros al mes.Imagen: picture-alliance/dpa

Si no fuera por el letrero luminoso que dice WineBank, quienes buscan el Banco del Vino pasarían por alto esta cava. Y es que su fachada engaña; parece cualquier cosa menos la puerta de entrada hacia una bodega de caldos: donde uno esperaría ver un chirriante portón de madera añeja hay una sofisticada puerta electrónica más a tono con una galería de arte contemporáneo. Todo aquel que posea un compartimiento en este banco recibirá una llave parecida a una tarjeta de crédito para, tras bajar una escalinata, acceder a la bóveda de las botellas, una sala con un aire misterioso, repleta de jaulas metálicas.

El WineBank no presta dinero, pero funciona como un banco de inversiones. Reservar el más pequeño de los compartimientos, en donde caben 35 botellas, cuesta 49 euros al mes.; pero el viticultor Christian Ress ofrece unos más grandes a aquellos con un gusto más exclusivo y una billetera más grande. Los objetos de lujo de esta bodega de vinos no son ya compartimientos, sino catacumbas con rejas de acero macizo, suficiente espacio para albergar miles de botellas y un valor en euros que sólo Ress y sus clientes conocen; de hecho, Ress es bastante impreciso a la hora de hablar sobre el costo general de su proyecto.

Elegantes catacumbas

Las bóvedas más costosas del WineBank tienen rejas de acero macizo y pueden albergar miles de botellas.Imagen: Winebank Hattenheim

Uno de estos calabozos subterráneos ha sido alquilado por un estadounidense que vive en Washington; para que su catacumba tuviera algo que proteger, compró 1.700 botellas en una sola transacción. ¿Como quienes compran libros por metro para adornar bibliotecas que nunca serán tocadas? Seguro que no. Este cliente del WineBank viene una vez al año para degustar los caldos que colecciona en Francia y en Alemania. ¿Cuánto paga por el privilegio de tener su propia bóveda en el WineBank? “Yo no voy a dar cifras exactas, pero se puede decir que con lo que cuesta esta bodega uno podría construir una hermosa townhouse”, desliza Ress.

El WineBank, que ofrece capacidad para 35.000 botellas y el debido seguro para todas ellas, fue inaugurado en diciembre de 2009; no ha cumplido un año y ya la mitad de sus compartimentos han sido alquilados. No es que en Hattenheim no haya otros sótanos con bodegas; hay muchos, pero ninguno ofrece la sobriedad arquitectónica del WineBank, cuyo sótano trae a la memoria los futuristas aposentos del James Bond de los setenta: la tosca piedra armoniza con la elegante lisura del acero y los espacios son bañados con luz indirecta, creando una escenografía que ya querrían haber concebido los decoradores de interiores de las más exquisitas joyerías.

Lo antiguo, lo moderno y un toque de decadencia

El WineBank tiene capacidad para 35.000 botellas y el debido seguro para todas ellas.Imagen: DW

El hecho de que la longeva bóveda contraste con los elementos arquitectónicos más modernos no es un accidente. Algunos rincones de este banco-bodega fueron erigidos en el siglo XVI; el resto fue creciendo orgánicamente alrededor de las estructuras primigenias y el rastro del tiempo no es algo de lo que Ress haya querido deshacerse. La idea de crear este espacio fue discutida en familia para satisfacer el deseo de los numerosos clientes que no querían almacenar sus vinos más valiosos –los que ameritan un largo período de añejamiento, por ejemplo– en casa; pero el proyecto fue haciéndose cada vez más ambicioso.

“La mayoría usa el WineBank para reunirse con sus socios de negocios; muchos empresarios reciben aquí a sus clientes para impresionarlos con algo inusual”, comenta Ress, sin necesidad de explicar que la cercanía de Fráncfort del Meno, base de operaciones de una miríada de banqueros, ha sido una bendición para su proyecto. En esta bodega se respira un sutil aire de decadencia, pero no está entre sus planes convertirse en un local de fiestas. La tranquilidad es un valor para quienes prefieren el vino a la cerveza y los amantes del vino con bolsillos profundos han sabido apreciar la atmósfera que el WineBank ofrece.

Autor: Günther Birkenstock/ Evan Romero-Castillo
Editora: Emilia Rojas Sasse

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