Theresa May mereció una derrota en el Parlamento que fue por su propia culpa. El "brexit" ha desarrollado un tremendo poder destructivo. No importa cómo acabe el drama británico, el daño permanecerá, dice Barbara Wesel.
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Theresa May perdió estrepitosamente la votación del acuerdo de salida de la Unión Europea (UE). Tras esta histórica derrota, la primera ministra británica debería abandonar el barco, pero May elude la cuestión de la dimisión: empezó a implementar el "brexit" y terminará su trabajo, punto. Y sobrevivirá a la moción de confianza planteada por parte de la oposición. Porque sus propias filas se volverán a cerrar en torno a ella tan pronto como se trate de conservar a los conservadores. Para la política británica, la persistencia de May, al borde de la terquedad, es un desastre.
Una derrota bien merecida
May se ha ganado esta derrota en el Parlamento. Es su culpa. El hecho de que tanto su gobierno como la Cámara y toda la política británica estén tan divididos y bloqueados por el "brexit" se debe también a la incapacidad política de May. La jefa de gobierno ha tenido desde el principio en cuenta únicamente a sus correligionarios conservadores: habló con los de la línea dura y trató de mantener unido al partido a toda costa. Pero no ha logrado formar alianzas, tender la mano a la oposición, ni alcanzar compromisos.
Su retórica hostil contra los funcionarios de la UE, por un lado, y contra Europa misma, por otro, solo ha profundizado la brecha entre las partes. Y no se ha acercado a sus colegas europeos, de cuyo apoyo no puede prescindir ni para la salida ni para lo que venga después. A Theresa May le falta altura como mujer de Estado. Ella no negoció desde la responsabilidad por el futuro y el bien de los británicos. Como política, es demasiado mediocre y demasiado estrecha, demasiado rígida y falta de imaginación para los tiempos difíciles que le ha tocado pasar al país por el "brexit".
A los británicos les gustaría otro líder, pero el jefe de la oposición, Jeremy Corbyn, ni siquiera es considerado adecuado entre sus propias filas. Y hasta ahora no se vislumbra a nadie para asumir el papel. Parece que el sentido común, la capacidad de compromiso y la visión del papel internacional y de las posibilidades del país se han desvanecido, de la noche a la mañana, de la política británica.
Esto es solo el principio del fin
La verdadera pesadilla, sin embargo, es que la disputa sobre el "brexit" está lejos de terminar. Las instituciones políticas han demostrado que no están a la altura del desafío. El gobierno, dividido, ha fracasado. Y hasta ahora, el Parlamento solo ha podido decidir en contra de las propuestas existentes, pero no a favor de una vía para salir de la crisis.
Pero ahí reside la única oportunidad de encontrar una salida al laberinto del "brexit". Los diputados deben encontrar el camino hacia una mayoría que supere las divisiones partidistas. Podría ser un "brexit" más suave como la permanencia en el mercado común. O un segundo referéndum, si el liderazgo laborista finalmente rompe con sus ilusiones socialistas.
Ninguna de estas soluciones es fácil de lograr o garantiza un final positivo. El enfrentamiento y el pensamiento partidista persistirán, la hostilidad y la amargura envenenarán la política británica durante los próximos años. Pero esto demuestra la naturaleza del "brexit": es de un poder destructivo inimaginable. Y no va a hacer volar por los aires a la UE como parecía, sino que a desgarrar Reino Unido. El "brexit" es para el país el peor daño posible.
(lgc/eal)
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Estos son los protagonistas del "brexit"
Reino Unido está abandonando la UE. ¿Quiénes son los protagonistas de este drama? Acá revisamos a los involucrados en este desordenado divorcio.
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La líder dubitativa: Theresa May
Theresa May se convirtió en primera ministra luego de que David Cameron renunciara al cargo tras la votación del "brexit", en junio de 2016. Desde entonces, May ha intentado determinar qué tipo de "brexit" quiere su Gobierno. La línea más dura del Partido Conservador busca una salida a toda costa. Otros prefieren mantenerse cerca del bloque. La UE ha rechazado muchas de las exigencias de May.
El líder laborista no juega ningún rol en las conversaciones sobre el "brexit", pero es influyente en su condición de jefe del principal partido opositor. Los laboristas han presionado al Gobierno, que tiene ligera mayoría en el Parlamento, para obtener un "brexit" suave. Pero la actitud de Corbyn ha sido tibia. En 1975, el izquierdista votó por la salida de Reino Unido de la Comunidad Europea.
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El enemigo bullicioso: Boris Johnson
Los dos turbulentos años de Boris Johnson como ministro de Exteriores llegaron a su fin el 9 de julio de 2018. El conservador había sido uno de los principales rostros de la campaña por salir de la UE y siempre desaprobó la propuesta de "brexit suave" de May, señalando que lo mejor era un quiebre total con la UE. En su día, fue el segundo miembro del gabinete en renunciar en 24 horas.
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El alegre exdelegado: David Davis
David Davis encabezó el Departamento Británico para la Salida de la UE y fue jefe negociador de su país hasta que dejó su puesto, el 8 de julio, 24 horas antes de que Downing Street anunciara también la salida de Boris Johnson. Davis se había opuesto durante años a la UE y por ello se le otorgó el cargo. Estuvo en varias rondas de negociaciones con su contraparte de la UE, Michel Barnier.
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Tras los pasos de Davis: Dominic Raab
Tras la renuncia de David Davis, Theresa May convocó al euroescéptico Dominic Raab. Este legislador pro "brexit", había ejercido antes como jefe de personal de Davis. Previamente, había trabajado para un negociador palestino en el proceso de paz de Oslo, además de desempeñarse como abogado internacional en Bruselas. El 15 de noviembre, también Raab renunció al cargo.
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El diplomático del cambio: Jeremy Hunt
Jeremy Hunt fue el encargado de Salud del Reino Unido hasta que reemplazó a Johnson como titular de Exteriores, en julio de 2018. El político, de 51 años, había apoyado la permanencia en la UE, pero dijo en 2017 que había cambiado de opinión en respuesta a la "arrogancia de la Comisión Europea" en las conversaciones sobre el "brexit". Se ha comprometido a lograr "un gran acuerdo" para Reino Unido.
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El duro: Nigel Farage
Nigel Farage fue el líder del Partido de la Independencia del Reino Unido ((UKIP) hasta julio de 2016. En su rol, ayudó a presionar al entonces premier David Cameron para que llamara a un referéndum sobre el "brexit". Fue un activista en la campaña por dejar la UE, y todavía tiene cierta influencia en las conversaciones debido a su enorme popularidad entre los que apoyan el "brexit".
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El hombre de las finanzas: Arron Banks
El empresario Arron Banks es amigo de Farage y donó una cantidad de dinero importante al antiguo líder de UKIP, llegando a convertirse en el mayor financista del movimiento por la salida de la UE. Tuvo varias reuniones con autoridades rusas antes del referéndum, pero ha rechazado acusaciones de haberse coludido con Rusia de cara al "brexit", calificando las denuncias como una "cacería de brujas".
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Los jefes europeos: Jean-Claude Juncker y Donald Tusk
Los presidentes de la Comisión Europea (Juncker) y del Consejo Europeo (Tusk) son los cargos más importantes dentro del bloque. Juncker dirige el Ejecutivo. Tusk representa a los 27 gobiernos de la UE. Y ambos han liderado la posición de Bruselas en las negociaciones. Lo que diga Tusk es muy importante: sus 27 jefes -y no la Comisión- son los que votarán el acuerdo que se alcance con Londres.
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El europeísta acérrimo: Michel Barnier
Desde que fue nombrado negociador principal para el "brexit", en octubre de 2016, el exministro de Exteriores de Francia y comisionado europeo se ha convertido en un nombre familiar en la UE. Pese a su prominencia, Barnier tiene un margen de acción limitado. Su función es seguir las estrictas directrices que imponen los 27 e informar periódicamente de los avances en las conversaciones.
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El vigilante inquieto: Leo Varadkar
El premier irlandés ha sido uno de los líderes más importantes durante las negociaciones. Reino Unido ha dicho que abandonará la unión aduanera y el mercado único de la UE. Eso significa que Irlanda, miembro de la UE, podría reinstalar controles aduaneros en la frontera con Irlanda del Norte, una región británica. Pero Varadkar ha dicho que el regreso de una "frontera dura" no es aceptable.
Los líderes de los 27 gobiernos de la UE han dirigido las negociaciones. Han acordado los lineamientos generales que deben encauzar el camino del jefe negociador Barnier, y han ayudado a crear una posición común que debe ser coordinada por Tusk y Juncker. Cada gobierno puede, además, influir en el resultado final, pues el acuerdo debe ser aprobado por unanimidad.