El británico Andrew Wiles gana el "Nobel" de matemáticas
15 de marzo de 2016
Publicidad
El matemático británico Andrew Wiles, que descifró un problema matemático irresuelto desde hacía 350 años, ha sido distinguido con el premio Abel de las Matemáticas considerado el Nobel en la materia, informó hoy la Academia Noruega de las Ciencias en un comunicado.
La Academia escogió a Wiles "por su deslumbrante prueba del Último Teorema de Fermat" en 1994, que abrió una "nueva era en la teoría de números". El Teorema lleva el nombre del matemático aficionado Pierre de Fermat quien, aproximadamente en 1637, lo anotó en el margen de un libro.
Wiles, de 62 años, y profesor en Oxford desde 2011, dijo que ya de joven, cuando estaba en Cambridge, quería resolver el teorema. Trabajó en secreto durante años empleando diferentes ámbitos en las matemáticas, inclusive formas modulares y curvas elípticas para resolver el problema.
El premio, dotado con seis millones de coronas noruegas (700.000 dólares), se entregará el 24 de mayo.
Wiles se doctoró en 1980 en el Clare College de Cambridge. Su trayectoria académica le hizo pasar por el Institute for Advanced Study en New Jersey, la Universidad de Princeton y el instituto des Hautes Etudes Scientifiques cerca de Paris.
El premio Abel, que comenzó a otorgarse en 2003, se creó para conmemorar el 200 aniversario del nacimiento de Niels Henrik Abel, un matemático noruego. (dpa)
Expedición ExoMars: buscando vida en Marte
El objetivo de este proyecto es analizar Marte en busca de indicios de vida. La primera fase estudiará la mejor manera de aterrizar en el planeta de cara a una segunda misión.
Imagen: ESA
Motores listos
Más de una década de trabajo da forma a este cohete Ruso Proton-M donde van anclados el Trace Gas Orbiter (TGO) y el módulo de aterrizaje Schiaparelli (EDM). El proyecto ExoMars de la Agencia Espacial Europea tiene colaboración con la Agencia Espacial Federal Rusa. El lanzamiento se llevó a cabo en Kazajistán.
Imagen: ESA
Separación
Horas después del lanzamiento, el orbitador (negro) y el módulo de aterrizaje (dorado) emergerán de la coraza del cohete. Tras el desprendimiento de algunas partes, el artefacto proseguirá su viaje hacia Marte. Su duración será de siete meses debido a la óptima alineación entre la Tierra y el planeta rojo.
Imagen: ESA
Hasta la vista
Después de más de medio año juntos en el espacio exterior, el orbitador y el módulo de aterrizaje se separarán tres días antes de llegar a su destino. Será a finales de octubre. Desde ahí en adelante tendrán que ir cada uno por su cuenta.
Imagen: ESA
¡Allá vamos!
Una vez que el módulo de aterrizaje se desprenda, viajará a más de 20.000 kilómetros por hora. Su destino será el Meridiani Planum, una planicie rica en un mineral llamado hematita.
Imagen: ESA
Aterrizando con suavidad
La atmósfera marciana absorberá al Schiaparelli (nombre propio del módulo de aterrizaje) permitiéndole usar el paracaídas que aquí se muestra. Gracias a este modelo de paracaídas su velocidad descenderá hasta los 200 kilómetros por hora. Será entonces, a apenas 1.5 kilómetros de distancia de la superficie, cuando el Schiaparelli se desligue de la cuerda y active sus propulsores para aterrizar.
Imagen: ESA
Degustando el aire
Una vez en tierra, el Schiaparelli recolectará datos sobre la atmósfera en un periodo de cuatro días. Gracias a esto, las agencias europea y rusa conseguirán información vital para próximos aterrizajes. Después de esos cuatro días, la batería del Schiaparelli se agotará y quedará olvidado en Marte.
Imagen: ESA
¡Mira qué vistas!
Mientras, a unos 400 kilómetros de altura, el orbitador seguirá dando vueltas al planeta. Una vez estabilizado, usando los motores que vemos, tomará la órbita de manera constante y procederá con su estudio. Será el puente de comunicación entre el Schiaparelli y el equipo terrestre.
Imagen: ESA
Aquí huele a metano
El principal objetivo del orbitador será rastrear en busca de gases producidos en el planeta. Lo hará durante unos años y en especial buscara metano. Ya hubo indicios de la presencia de este gas y de confirmarlo, podría certificarse la posible existencia de vida en el planeta (microorganismos, claro).
Imagen: ESA
ExoMars y su robot
La próxima fase del programa espacial (2018) enviará a Marte un robot no tripulado, llamado rover, para proceder con un detallado estudio del suelo. Su aterrizaje está previsto en el llamado Oxia Planum, el cual es rico en magnesio y hierro. Los científicos creen que estas fuentes minerales tienen que ver con la presencia de agua.
Imagen: ESA
A taladrar se ha dicho
Este será el taladro que utilizará el rover de ExoMars para perforar la superficie marciana. Con esta maravilla alcanzará hasta dos metros de profundidad. Gracias a su potencia y a un sensor de moléculas, podrán tomarse muestras del subsuelo. Eso está previsto para el 2020 aproximadamente, pero si se consiguiera sería un hito en la historia. ¿Habrá vida en Marte?