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Cambios en Rusia

12 de diciembre de 2011

Miles de rusos volvieron a manifestarse este fin de semana contra la supuesta manipulación electoral. El proceso desatado no tiene vuelta atrás, opina el coordinador del Gobierno alemán para las relaciones germano-rusas.

El dúo Dmitri Medvedev Vladimir Putin, desconcertado, dice Andreas Schockenhoff.
El dúo Dmitri Medvedev Vladimir Putin, desconcertado, dice Andreas Schockenhoff.Imagen: dapd

Exigen la repetición de las elecciones parlamentarias del pasado 4 de diciembre porque no las consideran ni justas ni limpias: decenas de miles de personas salieron el sábado (10.12.2012) y el domingo (11.12.2012) a las calles de Moscú y otras ciudades rusas para gritar sus demandas. En la respuesta que está dando el Kremlin se lee que esta vez no es como en las protestas anteriores. Algo parece estar cambiando en Rusia, y según Andreas Schockenhoff, coordinador en el Ministerio de Exteriores alemán de las relaciones germano-rusas, lo que se avizora es el fin de la llamada ‘democracia guiada’.

Dirk-Oliver Heckmann: La prensa internacional le dedica estos días a Rusia titulares como “Rusia despierta”, ¿están los rusos saliendo realmente de su letargo?

Andreas Schockenghoff:¡Desde luego! El pasado fin de semana ha transformado significativamente el país. Ahora se demuestra que el cínico modelo de la ‘democracia guiada’ tampoco es aplicable a Rusia. Las mayores manifestaciones desde los años 90 dejan claro que la democracia dictada desde el aparato de poder, en la que también la oposición se organiza desde arriba, no existe. La democracia es el poder del pueblo y no el poder del Kremlin.

Sin embargo, Vladimir Putin y Dimitri Medvédev pudieron gobernar durante años imperturbados. ¿A qué se debe el giro actual?

El modelo de la democracia guiada parte de que a la autoridad vertical del poder se le contrapone un pueblo pasivo, que le teme más a los cambios, al caos, que al inmovilismo y al estancamiento. Eso ha cambiado. No eran intelectuales o los críticos habituales quienes protestaban, sino la clase media, la elite bien formada que es el futuro de Rusia. Se puede decir que fue una victoria sobre el miedo al Kremlin. Los rusos ya no aceptan los traspasos de poder escenificados.

¿Pero representan realmente las decenas de miles de manifestantes que han salido a la calle a la mayoría de la población rusa?

Decenas de miles de manifestantes no representan a la mayoría, pero tampoco son cualquier minoría insignificante porque proceden del centro de la sociedad. Son principalmente gente con formación: aquellos que política, económica e intelectualmente constituyen el futuro del país. Y por eso mismo Rusia no puede ser dirigida por una persona o un grupo de personas, sino que tiene que permitir la competencia, estar en condiciones de enfrentarse al futuro. El proceso que se ha iniciado este fin de semana ya no tiene vuelta atrás.

Manifestación contra los resultados electorales el sábado (10.11.2012) en las cercanías del Kremlin.Imagen: dapd

Las protestas han transcurrido pacíficamente: por la sensatez de los manifestantes pero también por la cautela de las fuerzas de seguridad. ¿Qué significado tiene esto en su opinión?

Yo creo que la situación en Rusia todavía no se ha decidido. La primera reacción del poder ha sido el desconcierto. Putin ha repetido en varias ocasiones que está dispuesto a escuchar, a responder a las demandas de los manifestantes, pero no ha dicho cómo piensa hacerlo. Yo creo que el Gobierno pero también el partido Rusia Unida no saben cómo enfrentarse a los acontecimientos. Rusia se encuentra a medio camino entre una dictadura y una democracia real, pero lo que desde luego ya no va a ser posible es mantener el modelo de la democracia guiada.

Putin dice que quiere escuchar a los manifestantes pero al mismo tiempo culpa a Estados Unidos de las protestas. Medvédev, por su parte, asegura que se examinarán los resultados electorales. ¿Existe un reparto de papeles en la cúpula del poder ruso?

No, la referencia al extranjero es una vuelta a los parámetros soviéticos: para distraer de los problemas propios se culpa al enemigo. Y tampoco Medvédev ha asumido realmente un rol: le ha dado el visto bueno a la comprobación de los resultados sobre la base del derecho ruso, pero lo importante será cómo se lleve eso a cabo. La sociedad civil debe participar. Los responsables, ser castigados. Porque no estamos hablando solamente de irregularidades en los colegios electorales y en el recuento, sino que ya antes hubo intromisiones graves.

Autobuses llenos de ‘turistas electorales’ iban de colegio electoral en colegio electoral con papeletas preparadas; directores de empresas imponían el voto a sus plantillas. Todo esto está documentado, en papel y en vídeo. Y los implicados han de asumir la responsabilidad. De lo contrario, no se estará procediendo a una verdadera inspección, y a mí me da la impresión de que la reacción de ambos [Putin y Medvedev] da en estos momentos más muestras de inseguridad que de auténtica intención de esclarecer lo sucedido.

"No seguimos tu camino", le decía a Putin un manifestante el sábado (10.11.2012) en Moscú.Imagen: picture alliance / dpa

¿Se deberían repetir los comicios como piden los manifestantes?

Lo fundamental ahora es lo que suceda el 4 de marzo, cuando los rusos elijan nuevo presidente. Putin tiene desde ayer un contrincante, cuya fortaleza está aún por verse. Pero dudo que las próximas elecciones se puedan preparar, por así decirlo anticipadamente, como se hizo con las parlamentarias. Los comicios no sólo van a estar controlados por observadores internacionales, sino principalmente por la sociedad rusa. Y las decenas de miles de personas que han salido a la calle, no sólo en Moscú sino en todo el país, no van a aceptar falsas democracias, más escenificaciones en el traspaso de poder.

¿Quiere eso decir que el Gobierno alemán no apoya la repetición de los comicios?

Primero se tiene que llevar a cabo un examen imparcial y si se demuestra que las irregularidades fueron tan graves como para restarle toda legitimidad democrática a los comicios, entonces hay que repetirlos. Pero como ya he dicho, el futuro de Rusia se decide el 4 de marzo.

¿Y qué hace el Gobierno alemán para apoyar el fin de la democracia guiada en Rusia?

Evidentemente, todas las vías diplomáticas se utilizan para llamar la atención sobre los déficits democráticos: lo ha hecho el ministro alemán de Exteriores, la secretaria de Estado estadounidense, lo hace la canciller y los parlamentos de muchos otros países. Y no se trata de una intromisión del extranjero, sino de una oferta para colaborar en la modernización. A nosotros nos interesa una Rusia democrática, fuerte, moderna. Pero lo que Rusia necesita ante todo es establecer una alianza a favor de la modernización con su propio pueblo. Eso significa permitir la competencia real, la batalla por las mejores ideas, las elecciones libres y justas y dejar de lado la democracia guiada.

¿Cómo valora usted la actitud del Kremlin?

El Kremlin está inseguro, tiene miedo de que estalle una revolución. No olvida, evidentemente, las imágenes de los años 90. Tiene presente lo que ha sucedido en el mundo árabe, y Rusia no es una excepción. La democracia es el gobierno del pueblo. La democracia emerge desde abajo y no se deja imponer.

Autor: Dirk-Oliver Heckmann

Editor: Pablo Kummetz

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