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El caso "Lula" visto desde Europa

3 de enero de 2003

El que el recién investido presidente del Brasil llegue al poder con el apoyo masivo de las clases más humildes se ve con interés, y preocupación. También como parte de un proceso continental.

Luiz Inacio "Lula" da Silva momentos antes de asumir el poder.Imagen: AP

"Reinaba un ambiente de carnaval": así se describe en el rotativo alemán "Süddeutsche Zeitung" la toma de poder del nuevo presidente brasileño Luiz Inacio da Silva. Profunda impresión han causado en Europa las banderas rojas que ondeaban los cerca de 250.000 partidarios durante su camino a la toma de posesión. El que lleguen miles y miles de personas en atestados autobuses, bicicletas e, incluso, a pie a Brasilia habla de las grandes esperanzas que ha cifrado el pueblo brasileño en este primer presidente que sale de las filas de la izquierda. Sin embargo, para no defraudarlos el novísimo primer mandatario tendrá que hacer una acto de equilibrismo, opina el corresponsal del diario de Munich.

La tarea y sus obstáculos

"Luis Ignacio "Lula" da Silva representa una verdadera oportunidad para el Brasil", según un análisis del rotativo Le Figaro de París. Sin embargo, su tarea es inmensa. La moneda nacional ha perdido un 40% de su valor. La inflación -que bajo Cardoso había sido rebajada al 6%- ronda el 12%. Lula ha prometido mucho. Ha jurado que va a doblar los salarios, que va a aumentar el presupuesto para los servicios públicos y que reformará el sistema escolar. Para la tranquilidad de los mercados internacionales, aseguró que reduciría la inmensa deuda estatal. Salvar la contradicción que ambas cosas suponen, ésa es su tarea, puesto que los mercados financieros ven con ojos muy críticos los anuncios de Da Silva, tan críticos que la desconfianza reinante ha llevado a que la moneda brasileña pierda 35% de su valor.

La realidad se impone

Se toma muy a bien que -a pesar de sus grandilocuentes promesas electorales- se haya preocupado mucho por incorporar a su gabinete a políticos de trayectoria moderada. Y es que, teniendo en cuenta el endeudamiento del país y la tasa de inflación, el gobierno no se puede permitir experimentos en su política económica. El que en su reunión de gabinete haya declarado que 4 años de mandato no bastarán para acabar su tarea, se ve como un cambio hacia el pragmatismo, al estilo de los que otrora fueron la esperanza de sus pueblos, como fue el caso de Mitterrand o de Felipe González, opina el Tageszeitung. Sin embargo, en contra de esa teoría habla el que provenga de las filas de la izquierda, lo que lo llevará a no poder mantenerla siempre al margen de su gabinete: el "Partido de los Trabajadores" gobernará en coalición con otros pequeños partidos, y con escasa mayoría parlamentaria. Y cada voto cuenta.

Cansancio continental

Los 53 millones de brasileños que le dieron su voto, lo han hecho no sólo por él, sino por una inconformidad con el sistema neoliberal de los años 90. Decisivo fue, sin embargo, que la "ruptura con el modelo económico" de la primera parte de la campaña, fuera reemplazada, y que le haya asegurado continuidad al Fondo Monetario Internacional. Su proyecto para combatir el hambre, entonces, será del beneplácito de Washington, en tanto y en cuanto no se oponga a la lógica de la economía de mercado.

El origen de Da Silva encuentra mucho eco en los análisis europeos, que ven en un voto masivo por un representante de los estratos más humildes una nueva tendencia en América Latina, un proceso de cambio en contra de las clases oligárquicas que han detentado y mal usado el poder y la confianza de sus pueblos. Según un instituto de ciencias políticas de la ciudad de Kiel, en el triunfo de Gutiérrez en Ecuador, y en el mismo Hugo Chávez, de Venezuela, se encuentran paralelos con el caso brasileño.

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