El caso Mannesmann: ¿un nuevo Enron en puerta?
26 de octubre de 2006El consorcio británico Vodafone adquirió a su similar alemán Mannesmann en febrero del año 2000, por 188 mil millones de euros. Pero la historia había comenzado poco antes, en noviembre de 1999, cuando se hizo la primera oferta para una Oferta Pública de Adquisición (O.P.A.), caracterizada en ese momento como "hostil" (es decir, aquella que se realiza sin consentimiento por parte del consejo de administración de la empresa adquirida).
Mannesmann recurrió entonces a la firma francesa Vivendi, junto con la cual invertiría 100 millones de euros a fin de evitar la toma hostil por parte de Vodafone. Intempestivamente, los franceses se retiraron, dejando abierta la puja por Mannesmann. La empresa alemana no parecía tener salvación.
El 3 de febrero de 2000, los jefes de Mannesmann, Vodafone y Hutschinson Whampoa (consorcio de Hong Kong que controlaba 10 por ciento de las acciones de la empresa adquirida) llegaron a un acuerdo para la fusión. Ya entonces se hablaba de bonos sospechosos para Klaus Esser, presidente de Mannesmann.
Un premio de casi 60 millones
Dos despachos de abogados de Stuttgart acusaron al Consejo de Vigilancia de Mannesmann por presunto abuso de confianza al autorizar pagos por casi 60 millones de euros en total, mientras la empresa era fusionada. Resultaron involucrados algunos personajes prominentes que formaban parte de dicho Consejo; por ejemplo, el poderoso líder sindical Klaus Zwickel. Éste, junto con los demás miembros del Consejo, aprobaron pagos extraordinarios por 24,5 millones de euros para el cuerpo directivo de Mannesmann, más 32,5 millones como compensaciones de retiro para 18 antiguos empleados de nivel superior.
Pero sin duda, la figura que ha llamado más la atención en este caso es el presidente del Deutsche Bank, Josef Ackerman. Al igual que Zwickel, Ackerman formaba parte del Consejo de Vigilancia de Mannesmann y, por ello, también ha sido acusado de traicionar la confianza de los accionistas al conceder 16 millones de euros tan sólo para su ex homólogo Esser.
Todos los acusados han salido victoriosos en las dos primeras instancias del juicio. Es célebre la imagen de Ackerman abandonando uno de los juzgados mientras hacía la señal de la victoria. Pero eso fue antes de la tercera instancia. Este jueves, el presidente del Deutsche Bank se manifestó parco tanto al entrar como al salir de la corte. Y no es para menos.
Nubes en el horizonte
De ser encontrado culpable, Ackerman deberá abandonar su actual puesto en el banco más grande de Alemania y, con ello, el sueldo de 15 a 20 millones de euros anuales (menos impuestos) que en la audiencia de este miércoles manifestó devengar. En esta posibilidad estriba mucha de la trascendencia del juicio.
La de este miércoles fue la primera de 26 audiencias programadas para la tercera instancia. El juez del caso se ha manifestado convencido de que, al calcular las compensaciones, los ejecutivos "perdieron el piso" al suponer que "hicieron tanto como para merecer tales cantidades". El escollo, pues, no será fácil para los acusados.
Si se comprueba de Ackerman, Zwickel y los demás miembros del Consejo de Vigilancia de Mannesmann repartieron millones a su antojo mientras la compañía era absorbida por Vodafone, habrá una cascada de "ricos y famosos" alemanes que caerán de su pedestal. Algunos medios financieros, y uno que otro magacín, se relamen los bigotes ante esta posibilidad.