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El cielo, el infierno, Argentina y el FMI

30 de mayo de 2018

Las negociaciones entre el FMI y la Argentina están en curso. Los resultados podrían ser nefastos para el país, según el sociólogo Gabriel Rocca. “No había otra alternativa”, afirma el economista Carlos Melconian.

Argentinien Proteste gegen Wirtschaftspolitik
Imagen: Getty Images/AFP/E. Abramovich

Después de 15 años la Argentina vuelve a acudir al Fondo Monetario Internacional. El presidente del país, Mauricio Macri, decidió entablar negociaciones con el organismo con el fin de obtener “apoyo financiero” para intentar frenar el desplome del peso.

El monto, las características y las condiciones del eventual acuerdo están aun por verse. Sin embargo, para muchos argentinos el FMI es sinónimo de crisis y ajuste, y rechazan su intervención.

Le ofrecemos el análisis de dos expertos: un economista y un sociólogo, uno aliado y uno crítico del gobierno. Respuestas y visiones disímiles ante las mismas preguntas.

Para los argentinos el FMI es igual a crisis: ¿es así?

Gabriel Rocca: Sin lugar a dudas es así. El FMI fue protagonista o partícipe necesario de todas las grandes crisis económicas que afectaron a la Argentina en los últimos 40 años. En la última de ellas su responsabilidad fue tan grande que, años después, reconocieron oficialmente que cometieron errores en el manejo de la crisis del año 2001.

Carlos Melconian: Lamentablemente, por los resultados que al final terminó teniendo a posteriori de los acuerdos Argentina, sí. Pero yo personalmente no estoy inclinado a pensar que los resultados positivos o negativos se deben al Fondo. El Fondo Monetario es una institución clásica que presta contra objetivos y formatos de programa económico, y yo creo que toda la vida ha sido así.

¿Hay puntos de contacto o similitudes con la crisis del 2001? ¿Cuáles?

GR: Afortunadamente, la situación, por el momento, está lejos de la gravedad que tuvo la crisis que se desató en diciembre de 2001. Además, hay una diferencia económica fundamental: en la actualidad no existe un régimen de convertibilidad con una paridad fijada por ley de 1 peso, 1 dólar, como estaba vigente en aquella época. Esto le otorga un margen de maniobra mayor a la administración actual.  

CM: Ninguna. Desde el punto de vista de los fundamentos no hay ninguna similitud con el 2001, ni local ni internacional, ni técnica ni política. Ese es un objetivo muy claro y preciso de la oposición para, en términos políticos, confundir con alguna similitud.

¿Cómo definiría la situación que atraviesa el país?

GR: La situación económica del país es sumamente delicada como consecuencia del modelo económico que implementó la Alianza Cambiemos desde que asumió el gobierno en diciembre de 2015. La administración Macri llevó a cabo una veloz liberalización del comercio exterior y una desregulación extrema del mercado financiero que generó que el país enfrente un déficit externo de entre 30 mil y 40 mil millones de dólares anuales. Y ahora decidió recurrir de manera casi desesperada al FMI para intentar conseguir los dólares que le faltan y lograr un guiño que tranquilice a los operadores financieros para que mantengan sus dólares en el país.

CM: A partir del tamaño desastre recibido, esta administración todavía no pudo resolverlo en términos de resultados en materia de crecimiento, inflación y empleo. 

El argumento del Presidente, el cual yo voy a usar, es que la dinámica de la resolución era un gradualismo financiado con deuda, y la dinámica de los mercados que prestan esa deuda evidentemente era más veloz que la que aplicó esta admnistración. Entonces se da un choque entre la dinámica y la posibilidad de los mercados voluntarios de deuda.

¿Tenía otra alternativa el Presidente Macri distinta a negociar con el FMI?

Gabriel Rocca.Imagen: Diana Martínez Llaser

GR: En el marco de su propia lógica, tal vez no. Para ser más claro: con un plan económico cuyo sostén es el endeudamiento externo, cuando ya no consigue quien le financie sus desequilibrios, no le queda otra alternativa que recurrir al prestamista de última instancia, a aquel al que recurren sólo los desahuciados: el FMI. Por supuesto que hay caminos muy diferentes para enfrentar esta crisis, pero implicarían recuperar una serie de herramientas y regulaciones que el gobierno fue desmontando una por una, recortando así la propia rama en la que estaba sentado.

CM: Visto así, a esta altura de los acontecimientos, parece difícil. De todos modos, dado mi espíritu crítico, no he podido definir esto como un éxito o un acierto, sino como usted lo está definiendo: "sin otra alternativa”.

¿Cuáles serán las consecuencias de un eventual acuerdo con el FMI?

GR: En este punto no queda otra alternativa que especular dado que todavía se desconocen los detalles del acuerdo. Pero, si las condicionalidades que exige el organismo -como todo lo hace suponer- son las mismas que siempre ha fijado en cada acuerdo con la Argentina, las consecuencias serán nefastas para el país.

CM: No conocemos el acuerdo, los montos, los timings. No obstante eso, yo personalmente estoy esperando un acuerdo clásico. El "acuerdo clásico” ya lo ha definido el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne: ha dicho que los resultados son tener -en el corto plazo- un menor nivel de actividad y una mayor tasa de inflación.

¿Qué es lo que está en juego: una ayuda financiera, como afirman algunos, o un modelo de país, según otros?

GR: Sin lugar a dudas, lo que está en juego es mucho más que una simple "ayuda” financiera. Como bien lo definió el ministro de Finanzas Luis Caputo frente a inversores internacionales, el objetivo es comprometer a la Argentina de forma tal que cualquiera sea la fuerza que gane las elecciones presidenciales en 2019, no tenga otra alternativa que mantener el actual rumbo económico. Este rumbo no es otro que el de insertar al país en el mercado mundial como un simple productor de materias primas, en el cual la actividad económica más rentable sea la especulación financiera.  

Carlos Melconian.Imagen: Micaela Ciranno

CM: Cero esto último, cien por cien una ayuda financiera. Es absolutísimamente inexacto en cualquier país del mundo que el Fondo termine moldeando un país, eso es parte del folkore que hay. Al país lo moderan sus dirigentes políticos, no hay ninguna duda.

¿Argentina está más cerca del "cielo” o del "infierno” tras esta decisión del gobierno?

GR: Siguiendo con esta metáfora, podría decir que si el gobierno se obstina en aplicar las medidas exigidas por el Fondo Monetario, los argentinos vamos a volver a sentir el calor de las llamas, esas llamas que pensamos que nunca más volverían luego de sacarnos de encima la tutela del FMI en el año 2005.  

CM: Yo diría, ninguna de las dos: ni estaba cerca del cielo, como decía la propaganda oficial, ni cerca del infierno, como cree ahora la gente que se manifiesta contra el Fondo. Yo creo que está tan lejos de uno como del otro.

¿Qué puede preveer que pase en Argentina en el próximo tiempo?

GR: Si el horizonte es la aplicación de la receta del FMI, seguramente una fuerte caída de la actividad económica, aumento del desempleo, baja de salarios y jubilaciones, continuidad de la inestabilidad financiera, altos niveles de inflación y, probablemente, una mayor devaluación del peso. Además, se producirá una mayor conflictividad social a la que, ojalá, el gobierno no responda con una mayor represión.

CM: No lo sé, lo único que creo es en el poder de rectificación que ha tenido este Presidente, a quien he acompañado durante muchísimos años. En algún momento, y pensando que ha venido para hacer una tarea de 8 años, me imagino que pondrá proa hacia todas aquellas políticas que le permitan estar 4 años más en la Presidencia.

Gabriel Rocca (49) es sociólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y especialista en Economía Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

Carlos Melconian (61) es economista y expresidente del Banco de la Nación Argentina designado por el presidente Mauricio Macri (diciembre 2015- enero 2017)

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