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El comercio, protagonista de la cumbre UE-Brasil

Daniel Márquez Soares24 de febrero de 2014

Exportadores de ambas regiones esperan que sus gobiernos superen el estancamiento en las negociaciones. La presidenta brasileña Dilma Rousseff insiste en la necesidad de telecomunicaciones seguras entre ambas partes.

Imagen: imago/Metodi Popow

La Unión Europea y Brasil llevan a cabo su séptima cumbre bilateral en Bruselas. La agenda contempló reuniones privadas de la presidenta brasileña Dilma Rousseff con el presidente del Consejo de la Unión Europea, Herman Van Rompuy, de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y con el comisario europeo de comercio, Karel de Gucht.

Un posible acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur ha sido el tema prioritario. Barroso se refirió a que ambas partes aspiraban a un acuerdo “ambicioso y equilibrado”. Las negociaciones para éste están en marcha desde 2010, pero sin grandes progresos.

La Unión Europea ha señalado que, en el caso específico de Brasil, ciertas tasas fiscales que se aplican a algunos productos europeos que llegan mercado brasileño, como vehículos, y a las que califica como “discriminatorias”, constituyen una barrera insalvable.

La instalación de un cable de fibra óptica directo entre Europa y Brasil permitiría a sus ciudadanos, según el gobierno brasileño, evitar el espionaje informático.Imagen: picture-alliance/dpa

La misma acusación pesa sobre los beneficios fiscales de los que gozan los productos elaborados en ciertas regiones de Brasil. Esto incluso ha llevado a la Unión Europea a solicitar, en diciembre pasado, la intervención de la Organización Mundial de Comercio. Brasil, a su vez, señala al sector agrícola europeo y los subsidios que recibe como uno de los principales obstáculos.

Diferencias como estas llevaron a que, entre 2004 y 2010, se suspendieran las negociaciones sobre el acuerdo comercial entre ambos bloques. Ahora, una de los principales dificultades constituyen las disparidad de criterios dentro del propio Mercosur, donde Brasil, Uruguay y Paraguay buscan hacerse con el acceso al mercado europeo, pero Argentina, mucho más proteccionista e inmersa en una situación económica más adversa, se muestra reticente.

Venezuela, aunque también en crisis y escéptica ante un acuerdo, está impedida aún de presentar una propuesta oficial debido a que no ha transcurrido aún el tiempo necesario desde su ingreso. Esta coyuntura ha desatado especulaciones de que Brasil y la Unión Europea pudieran negociar un acuerdo aparte, ajeno al Mercosur, tal y como lo hizo ésta última con los países del bloque andino. No obstante, ambas partes han negado reiteradamente que ésta sea su intención.

Proteger la información

Dilma Rousseff, a su vez, a raíz de las revelaciones sobre el alcance de la red de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense, ha insistido en la necesidad de un cable submarino de fibra óptica directo entre Europa y Brasil. Esta obra, por la que fluiría el tráfico de internet entre ambas regiones, costaría 185 millones y la llevaría a cabo, a lo largo de este año, un consorcio bilateral. Por el momento, el tráfico de internet entre ambas regiones pasa por cables y servidores en Estados Unidos.

Venezuela y su reciente crisis interna, pese a no haber estado presentes en la agenda oficial, habrían sido parte de las discusiones; la Unión Europea ha expresado su preocupación y ha hecho llamados a mantener la democracia y el respeto a los derechos humanos en ese país sudamericano, mientras que el gobierno brasileño ha evitado pronunciarse al respecto. El cambio climático y la cooperación tecnológica también estuvieron incluidos en la agenda común.

Rousseff toma parte también en el Séptimo Encuentro Empresarial Brasil-Unión Europea, con empresarios de ambas regiones. La Unión Europea sigue siendo el principal socio comercial de Brasil, destinataria del 20 por ciento de sus exportaciones y fuente de 21 por ciento de sus importaciones.

No obstante, mantiene con ésta un déficit comercial cuantioso. Por ello, los sectores exportadores de Brasil han insistido reiteradamente en la necesidad de un acuerdo. Para la Unión Europea, Brasil constituye su octavo socio comercial en importancia. Además, como economía emergente y con una clase media en ascenso, el país sudamericano le significa un mercado estratégico para sus exportaciones.

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