El coronavirus podría entrar en el cerebro por la nariz
4 de diciembre de 2020
Recientes investigaciones han confirmado la presencia de ARN del virus en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo.
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Se sabe que el SARS-CoV-2 no solo afecta al aparato respiratorio, sino que también tiene efectos sobre el sistema nervioso central con síntomas que van desde la pérdida del olfato y del gusto, al dolor de cabeza, la fatiga y las náuseas. Además, recientes investigaciones han confirmado la presencia de ARN del virus en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo, pero todavía sigue sin estar claro por dónde entra el virus y cómo se distribuye en el cerebro.
Ahora, un estudio de un equipo de investigadores del Charité –uno de los hospitales universitarios más grandes de Europa que forma parte de la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Berlín y de la Universidad Humboldt de Berlín, Alemania– apunta que el SARS-CoV-2 podría entrar en el cerebro de las personas a través de la nariz, un descubrimiento que además de explicar algunos de los síntomas neurológicos que se han observado en pacientes con COVID-19, podría ser útil a la hora de diagnosticar y de aplicar medidas de prevención del contagio.
El estudio, realizado con autopsias, se ha publicado este lunes (30.11.2020) en la revista científicaNature Neuroscience.
Investigadores del Charité realizan autopsia a 33 pacientes fallecidos
Para averiguarlo, el equipo de investigadores del Charité, liderados por Frank Heppner, realizó la autopsia a 33 pacientes fallecidos por COVID-19.
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Los investigadores analizaron el cerebro de 22 hombres y 11 mujeres, y su nasofaringe (parte superior de la garganta detrás de la nariz), un lugar que podría ser un posible primer foco de infección y replicación del COVID-19.
En el momento de la muerte, los pacientes tenían una edad media de 71,6 años, y el tiempo transcurrido desde el comienzo de los síntomas hasta la muerte fue una media de 31 días.
Las autopsias encontraron ARN del SARS-CoV-2 y de varias proteínas en el cerebro y la nasofaringe, y partículas de virus intactas en la nasofaringe.
La membrana mucosa olfativa
Los niveles más altos de ARN viral se encontraron en la membrana mucosa olfativa, donde están las células nerviosas y reside el sentido del olfato, según el estudio.
Además, observaron que la duración de la enfermedad estaba inversamente relacionada con la cantidad de virus detectado, y que cuanto más altos eran los niveles de ARN del SARS-CoV-2, menos duraba la enfermedad.
Los autores también encontraron proteínas del SARS-CoV-2 (la que permite liberar el genoma viral en el interior de la célula que va a infectar) en ciertos tipos de células de la capa mucosa olfatoria, donde el virus podría aprovechar la proximidad del tejido endotelial y nervioso para entrar en el cerebro.
En algunos pacientes se encontró esta proteína del SARS-CoV-2 en células que expresan marcadores de neuronas, lo que sugiere que las neuronas del olfato podrían estar infectadas, al igual que otras zonas del cerebro que reciban señales olfativas y gustativas.
También hallaron SARS-CoV-2 en otras áreas del sistema nervioso, incluida la médula oblonga, el principal centro de control de las funciones respiratorias y cardiovasculares del cerebro.
FEW (EFE, Nature Neuroscience, Frankfurter Rundschau)
Conclusiones y recomendaciones del Dr. Drexler
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Imagen: picture-alliance/Zumapress/NIAID
Sobre la importancia de las mascarillas
"Mientras no tengamos una vacuna, sigue siendo muy importante el uso de la mascarilla. Es un símbolo de solidaridad con el prójimo. Un escudo sencillo y al alcance de todos. La evidencia de que funciona es cada vez mayor. Probablemente a nadie le gusta usarla, pero hay que recordar que podemos ser asintomáticos y, al mismo tiempo, contribuir a que otros se infecten".
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Sobre la importancia del intercambio con América Latina
Cooperamos con América Latina porque son los que más están sufriendo en esta primera fase de la pandemia. Alemania puede aprender mucho de la dimensión del COVID-19 allí y de las medidas que se han tomado. Es errado pensar que los países de la región deben aprender de Alemania o que nosotros somos los profesores y los latinoamericanos son los alumnos que escuchan. La cooperación no funciona así.
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Sobre las lecciones de la primera ola en América Latina
Los países latinoamericanos deberían preparar y fortalecer mejor sus sistemas de salud pública. También trabajar en la descentralización de la salud para que funcione no solo en la capital. Esa sería una gran lección, y ojalá sea parte del aprendizaje de América Latina. Veremos si se llega a implementar.
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Sobre la desinformación y los políticos que utilizan la pandemia
Esto existe en todos los países del mundo. La desinformación y el rechazo de las personas a tomarse el trabajo de informarse bien y buscar fuentes sólidas está en todas partes. Ojalá que haya un fortalecimiento de la distribución de hechos científicos y salud por parte del Gobierno, que es el indicado para ese rol. Estados Unidos es el peor ejemplo que existe.
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Sobre el factor del clima
Es probable que la trasmisión se reduzca por el clima, pero el virus no va a parar por eso. Antes se decía que con altas temperaturas ya no habría problemas, pero luego vimos los casos en la Amazonía. También se dijo que en las zonas altas de los Andes el virus no era estable, y estamos viendo brotes enormes en esas zonas. Hay que tener mucho cuidado con esas conclusiones.
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Sobre la vacuna rusa y otras posibles vacunas
Hay que esperar y no crear falsas esperanzas. Ojalá funcione para 2021. Muchas de las vacunas que se están desarrollando son muy buenas. Yo soy amigo de todas las vacunas y no tengo preferencias. La demanda es tan grande que necesitamos todas. Por ahora, hay que tener confianza en las autoridades sanitarias de los países de la región, que están haciendo su trabajo dentro de sus posibilidades.
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Sobre el peligro que el coronavirus mute y la vacuna ya no sirva
Ese es un gran interrogante. Según propios análisis, yo creo que el riesgo de que el virus mute lo suficiente para escapar de la inmunidad inducida por la vacuna en la población es muy bajo. El virus de influenza A cambia muy rápidamente sus proteínas, pero los coronavirus no. Los coronavirus, incluyendo probablemente el SARS-CoV-2, tienen una proteína que corrige errores en su genoma.