El día en que los soviéticos se retiraron de Polonia
Monika Sieradzka
17 de septiembre de 2018
Los polacos esperaron 48 años para ver partir al último soldado de la Unión Soviética de su país. La retirada de las fuerzas soviéticas, hace 25 años, le abrió las puertas de la OTAN al Este europeo.
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El 17 de septiembre de 1993 fue uno de los mejores días de la carrera política de Lech Walesa, presidente de Polonia por esos tiempos. La retirada de los soldados soviéticos de Polonia, estacionados allí desde 1945 y considerados un símbolo de la opresión comunista, llegaba a su fin: en el palacio Belvedere de Varsovia, el general Leonid Kovalev dio parte al jefe del Estado polaco de que la retirada de las tropas soviéticas había concluido.
El final de la ocupación
Esa fecha estuvo llena de simbolismo. Hacía exactamente 54 años, el 17 de septiembre de 1939, poco después de la invasión alemana de Polonia, los soviéticos habían invadido Polonia, convirtiéndose, junto a Alemania, en la segunda fuerza de ocupación en el país. Lech Walesa habló, en el aniversario 54 de ese suceso, de una fecha "dolorosa y fatal". "A partir de hoy, llega la Justicia histórica. En territorio polaco no habrá más tropas extranjeras", dijo Walesa. Una declaración con un significado muy especial para la historia de Polonia.
Polonia bajo control soviético
Las tropas soviéticas habían estado estacionadas en Polonia desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Polonia y otros países del Este se convirtieron en la zona de influencia soviética en Europa. En junio de 1945 había alrededor de 300.000 soldados de la otrora Unión Soviética en el país. Su tarea era asegurar el control de Polonia, apoyados en un gobierno comunista provisional. Los oficiales soviéticos recibieron puestos clave en el Ministerio de Defensa y ocuparon comandancias en el Ejército polaco.
No fue sino hasta 1956 que se firmó un acuerdo formal entre los dos Estados, el cual limitó el despliegue de un máximo de 66.000 soviéticos. La presencia militar en Polonia y otros Estados de Europa del Este trazó la Cortina de Hierro, marcando así la división de Europa entre el Este y el Oeste.
Las huellas soviéticas
Cuando el comunismo se derrumbó en Europa del Este, en 1989, Moscú comenzó a reducir gradualmente el número de sus tropas en Polonia. Según Andrzej Friszke, historiador de la Academia de Ciencias de Polonia, el Golpe de Estado de Yanáyev, de agosto de 1991, y la posterior lucha por el poder en el Kremlin, aceleraron la retirada de las tropas de Polonia. El acuerdo bilateral, firmado en octubre de 1991, fue "consecuencia de la reorientación de la política rusa, con su abandono de la política colonialista y de intimidación", dice el historiador.
Las huellas soviéticas
Entre 1991 y 1993 salieron de Polonia 56.000 soldados soviéticos, 7.500 empleados civiles y aproximadamente 40.000 familiares de los soldados. 600 tanques, 200 aviones, 90.000 toneladas de municiones y misiles para armas nucleares fueron regresados a Rusia. El ejército soviético tenía 70.000 hectáreas de tierra disponibles en Polonia, principalmente en el oeste de ese país, que en parte, fueron gravemente contaminadas. A pesar de que Polonia siempre ha exigido una compensación, Moscú nunca ha respondido a esos reclamos.
Con presión militar rusa no hubiera habido democratización
La retirada de las tropas cambió la situación geopolítica y permitió que los políticos polacos desarrollaran su visión propia. Durante la fase final de la retirada, el presidente ruso Boris Yeltsin visitó Varsovia. Walesa aprovechó para exponerle la idea de adherir a la OTAN. La respuesta positiva de Boris Yeltsin quedó plasmada en el comunicado oficial, aunque, una vez que regresó a Rusia, Yeltzin tuvo que desdecirse.
Aún así, "Yeltsin ayudó a Polonia en su camino hacia la OTAN", dice el historiador Friszke. Su declaración, a pesar de la revocación posterior, alentó a Polonia y otros países de Europa del Este a perseguir ambiciosos planes con la OTAN. Algo que no hubiera sido posible en presencia del Ejército soviético, explica el historiador: "Mientras las tropas de Moscú estuvieran estacionadas, la presión del Kremlin era posible. Así, Polonia nunca hubiera podido orientarse hacia Occidente”.
Monika Sieradzka (JOV/CP)
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Lech Walesa, ícono de "Solidaridad"
Consiguió doblegar al comunimo en Polonia. Hoy puede mirar hacia atrás consciente de que su liderazgo sindical ayudó a cambiar el mundo.
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Rebelde, premio Nobel y expresidente
El antiguo líder del sindicato Solidaridad y posteriormente presidente de Polonia consiguió doblegar al comunismo polaco. Lech Walesa ha recibido incontables reconocimientos por sus logros políticos. El 29 de septiembre (de 2013) cumplió 70 años.
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Instigador
Cuando en el verano de 1980 se disparó el precio de la carne, se desató una oleada de huelgas por toda Polonia. Walesa, que había trabajado como electricista en un astillero de Gdansk desde 1967 y que había pasado un tiempo en la cárcel por su activismo a favor del sindicalismo libre, estaba fichado por las autoridades. Aún así, el 14 de agosto se convirtió en líder del movimiento Solidaridad.
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Solidaridad
Tras ocupar los astilleros de Gdansk, trabajadores de toda Polonia probaron suerte con esta táctica. Walesa era el único que negociaba con el Gobierno en nombre del recientemente fundado sindicato Solidaridad. Esta movimiento de trabajadores, sin parangón hasta entonces, pronto se convirtió en una organización independiente con más de 10 millones de miembros.
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Con la bendición de la Iglesia
Tras décadas de gobierno comunista, la mayoría de los polacos seguía manteniendo su fe en la Iglesia católica, resistiéndose a adoptar el ateísmo promovido por el Estado. La influyente Iglesia polaca apoyó desde el principio las movilizaciones obreras. El obispo Henryk Jankowski se codeaba con Walesa, que había sido educado en la fe católica.
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Una larga lucha
El 31 de agosto de 1980 concluyeron las huelgas masivas con un acuerdo entre el comité sindical y la delegación de Gobierno. Se pactó el derecho legal a la huelga, la fundación de un sindicato independiente, mejoras en el sistema social y la liberación de prisioneros políticos. En noviembre, un tribunal de Varsovia legalizó el movimiento Solidaridad.
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De líder a prisionero
Hasta diciembre de 1981, Walesa dirigió el Comité de Coordinación Nacional de Solidaridad. Cuando, ese mismo mes, el líder del partido comunista y primer ministro Wojciech Jaruzelski decretó la ley marcial, Walesa fue encarcelado durante casi un año en una prisión cercana a la Unión Soviética.
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1983: Premio Nobel de la Paz
En 1982, la revista Time declaró a Walesa como el "hombre del año". Tras esta distinción, llegaron otros reconocimientos. Cuando se anunció a Walesa como destinatario del Nobel de la Paz en 1983, el líder sindicalista pensó que el Gobierno comunista no le dejaría entrar de nuevo en el país si asistía a la ceremonia de entrega. Su esposa y su hijo de 13 años recogieron el Premio en Oslo.
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Dona el dinero del Premio Nobel
Cientos de creyentes fueron testigos de cómo Walesa dedicó el Premio Nobel a la Virgen Negra, en la ciudad de Częstochowa, al sur del país, uno de los lugares más importantes de peregrinación de la Iglesia católica. Walesa donó el dinero del galardón sueco a una fundación de ayuda a los necesitados.
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Pulso al Gobierno
En 1983, Walesa pidió permiso para volver a los astilleros de Gdansk, pero debió permanecer bajo arresto domiciliario hasta 1987. El movimiento Solidaridad continuó convocando huelgas en minas, astilleros y sector transportes entre 1981 y 1988.
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El Papa
Walesa conoció al papa Juan Pablo por primera vez en julio de 1983, durante una visita del prelado a su país. Ocho años después, Walesa besó la mano del pontífice convertido en el primer presidente de la Polonia postcomunista. Lo hizo mientras sostenía en la mano la primera edición de la Constitución polaca, de 200 años de edad.
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Retirarse con dignidad
A finales de 1995, Walesa había perdido el apoyo del pueblo polaco y no fue reelegido presidente. Pero todavía disfrutaba del aprecio del resto del mundo, incluyendo al Dalai Lama, que se arrodilló ante el hombre que logró grandes cambios en Polonia.
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Amistad germano-polaca
En Alemania se considera que Walesa allanó el camino de la reunificación. En el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, Walesa acudió como símbolo de la reconciliación entre Polonia y Alemania.
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Un icono decadente
Hoy día se mira a Lech Walesa con actitud crítica, entre otras razones, por sus declaraciones discriminatorias contra los homosexuales. Una película del famoso director Andrzej Wajda, proyectada este año en el Festival de Venecia, presenta al exlíder no exento de defectos.
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Multitud de reconocimientos
El camino de Lech Walesa desde electricista a premio Nobel y presidente de Polonia ha sido largo. Actualmente cuenta con doctorados honoríficos y distinciones. Puede echar la vista atrás y recordar cuando, hace más de tres décadas, lideró a quienes buscaban un cambio político en Polonia.