Grandes extensiones de tierra cultivable se pierden cada año por las lluvias y la erosión. En Etiopía, el gobierno quiere recuperar, con la ayuda de Alemania, la calidad del suelo, para asegurar el cultivo de alimentos.
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A Johannes Schoeneberger, asesor alemn de la Sociedad para la Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán), desde hace seis años en Etiopía, el fenómeno de El Niño no lo tomó por sorpresa. Todo el mundo lo sabía.
Ahora, “con la ayuda del Programa Mundial de Alimentos, se ha puesto en marcha la mayor acción de la asistencia alimentaria del mundo", cuenta Schoeneberger. Debido a la larga sequía los depósitos de granos de Etiopía se quedaron vacíos.
Schoeneberger no es socorrista, es consultor en agricultura sostenible. La esperada lluvia llegó, pero más fuerte de lo habitual. "Como en todos los países montañosos, Etiopía sufre las consecuencias de la degradación y pérdida de capas fértiles de los suelos, resultado del pastoreo intensivo, la deforestación, la superpoblación y el uso cada vez mayor de los recursos naturales.
Los suelos son primero degradados y luego arrastrados por las fuertes lluvias", explica este experto alemán y da un dato aterrador: “La tierra cultivable que se pierde anualmente en Etiopía bastaría para llenar un tren de carga tan largo que su longitud daría dos veces la vuelta alrededor del ecuador”.
Represas que llenan de lodo
Otro dilema: en Etiopía se construyen represas que cuando llueve se llenan de la tierra arrastrada de las montañas. Estas son, según Schoeneberger, verdaderas “inversiones en lodo”. La gestión sostenible de la tierra implica detener la degradación de un tercio de las tierras cultivables del país. El gobierno etíope ha lanzado, por ello, un programa que cuenta con el apoyo financiero y técnico del Banco Mundial, Canadá, la UE y la GIZ.
"Un menor trabajo de la tierra, sea por parte de humanos o máquinas, y la preservación de los residuos de cultivos ayudan a proteger los suelos contra la erosión", dice Alexander Erlewein, de la Agencia de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación, con sede en Bonn (UNCCD). También la rotación de cultivos y la siembra de plantas variadas en el mismo lugar son importantes para la formación de nutrientes.
La construcción de terrazas impide la desertificación
Según John Schoeneberger, “la construcción de terrazas ha permitido detener la erosión en regiones de Asia y América Latina”, en donde es práctica común. Las terrazas detienen grandes masas de agua, evitando así los deslizamientos de tierra.
Para estabilizar el suelo se plantan árboles y pastos. "A menudo también es suficiente esperar unos cinco años para que las semillas restantes en el suelo germinen. Así se ahorra una gran cantidad de dinero", asegura Schoeneberger.
En Etiopía se han rehabilitado así 390.000 hectáreas Gracias a estas medidas, el nivel de las aguas subterráneas ha aumentado considerablemente. Paisajes enteros del desierto han reverdecido, como se puede ver en imágenes de satélite. Y lo mejor: la productividad ha aumentado en cinco años, del 35 y al 80 por ciento. Un éxito del que todos se sienten orgullosos.
Cada vez más desiertos
Científicos, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil de todo el globo se reúnen en Bonn, Alemania, para discutir sobre desertificación, degradación de la tierra y sequía.
Imagen: picture alliance/Anka Agency International
Áridos parajes
Desiertos de piedras, de arena, de sal... Casi un tercio de la superficie terrestre es territorio árido, yermo. Una buena parte surgió durante décadas de modo natural, pero su extensión crece aceleradamente y hoy es el ser humano quien más contribuye a ello. Científicos, políticos y organizaciones de la sociedad civil se reúnen en Bonn en busca de soluciones.
Imagen: picture-alliance/dpa
Seco, cada vez más seco
La desertificación devasta extensos territorios en buena parte de África, América y Asia, especialmente aquellos de por sí más secos.
Imagen: Getty Images
Nuestra responsabilidad
Unos 70.000 kilómetros cuadrados se suman al territorio desértico cada año, una cifra que equivale a la superficie de Irlanda. Junto al cambio climático, es la acción del ser humano la que más contribuye a este fenómeno en muchos sentidos.
Imagen: picture-alliance/dpa
Sobrepastoreo, causa de sequía
A la mayoría de los animales de granja se les mantiene sobre suelos secos, en los que se alimentan hasta de la más ínfima planta que asoma. Así que el terreno queda muy pronto expuesto al viento y a las aguas, indefenso. El resultado: el suelo se afloja, se erosiona y termina arrastrado fuera de su sitio.
Imagen: DANIEL GARCIA/AFP/Getty Images
Sin descanso
Tras la cosecha, es común que apenas se espere el tiempo necesario para la regeneración del suelo antes de la próxima siembra. El resultado: el suelo pierde nutrientes, crecen menos plantas, y ello a su vez contribuye a la creciente erosión.
Imagen: Ofelia Harms
Desaparición de bosques
Además, cada vez contamos con menos árboles. Los seres humanos hemos eliminado radicalmente extensas áreas de bosques para conseguir madera como combustible o como material de contrucción, para aumentar la disponibilidad de territorios cultivables o dar cabida a instalaciones industriales. El resultado: amplias extensiones de tierra devastada, infértil.
Imagen: picture-alliance/dpa
Creciente consumo de agua
La población crece y, con ella, el consumo de agua, que se ha duplicado en los últimos 50 años. Especialmente la agricultura intensiva y el turismo de masas ocasionan una dramática reducción de las reservas de agua.
Imagen: AFP/Getty Images
Reacción en cadena para el ecosistema
Una vez que ha comenzado la desertificación, se incia también una reacción en cadena: menos plantas crecen, el agua se evapora y la tierra se seca, saliniza y endurece. En tal suelo infértil, la extinción de especies, el hambre y la pobreza son solo algunas de las consecuencias adicionales.
Imagen: AP
Frenar la desertificación
Hay modos de prevenir la desertificación. Por ejemplo, instruyendo a los agricultores en un uso sostenible de los recursos, o impulsando un comercio justo que les alivie la presión para usar la tierra sin miramientos. Revertir la desertificación es posible pero difícil y caro. La reforestación es una opción, pero hasta ahora la mayoría de los proyectos han mostrado pobres resultados.
Imagen: DW / Sascha Quaiser
El mayor reto ecológico global
La Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (CNULD) fue adoptada el 17 de junio de 1994 en París. Desde entonces, el objetivo común es claro: limitar la extensión de territorios infértiles y frenar la desertificación. Cada año, en esa fecha, se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía.