El EE. UU. de Trump: mandan las creencias, no las evidencias
Ines Pohl
5 de noviembre de 2018
El mundo mira hacia EE. UU., en donde Trump ha hecho de las elecciones intermedias un plebiscito sobre sí mismo. El único resultado seguro es que Trump ya cambió su país, dice Ines Pohl, redactora jefa de DW.
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Hay apuestas que, en realidad, uno no quiere ganar. Después de un intenso año de recorrido periodístico a través de Estados Unidos, mi pronóstico sobre las pasadas elecciones presidenciales difería mucho de la opinión mayoritaria. Para mí estaba claro que Trump podía llegar a la Casa Blanca, y así lo hizo. Y con ello gané una botella de whiskey Bourbon.
Amigo y enemigo
Ahora, dos años después, los estadounidenses vuelven a las urnas. Aunque los candidatos a elegir serán los diputados aspirantes a ambas cámaras del Parlamento, y no el presidente, en el mundo político del Estados Unidos de Trump no hay nada que no tenga que ver con él. Trump agitó intensamente la campaña electoral y endureció su agenda de trabajo dividiendo el mundo entre amigos y enemigos. En esa tónica, ha mandado más soldados a la frontera con México, que los que Washington tiene estacionados en Irak.
En realidad, Trump se la hace fácil a sus contradictores con su estilo tosco y agresivo y sus constantes exageraciones y mentiras. Pero los atacados contestan a casi todo ataque del presidente. Gracias a eso, Trump mantiene su omnipresencia en los medios y evita que los demócratas se concentren en sus propios temas y candidatos. La ofuscación por cada trino de Trump le quita las energías a sus contradictores, que deberían mejor invertir en respaldar a las figuras que buscan evitar un segundo período presidencial de Trump.
Esto es particularmente peligroso en un sistema bipartidista que polariza desde el principio, porque no está supeditado a formar coaliciones de Gobierno que obliguen a hacer compromisos. Es muy perjudicial para las democracias que los partidos cultiven una enemistad tal, que ya ni siquiera se escuche al adversario, y no que no se reconozca que también el oponente político puede tener razón.
No hay debate por el mejor argumento
El problema más duradero que Donald Trump le heredará a su país es la destrucción de la capacidad de debatir con argumentos. Los debates impulsados por Trump giran en torno a creencias. El legado del maestro de Twitter es que la gente quiere creer lo que él diga. Quieren creer que con él su país recuperará la presunta grandeza perdida. Que un presidente fuerte puede enfrentar el desafío de este mundo globalizado, y resolver los problemas.
Creer no es saber. Los hechos y la distinción entre la verdad y la mentira parecen perder su significado. Esta es la amarga realidad después de un año de campaña de Trump y dos años de su presidencia. Cuando los usuarios de Facebook o Fox News ya no crean lo que lean y escuchan, y hasta el más fanático se convenza de que Trump miente, eso no va a tener mayores consecuencias. Las evidencias habrán perdido su valor. Ese es el verdadero problema de Estados Unidos.
Cuando la búsqueda de la verdad y el significado de los hechos ya no importen, cuando las mentiras se descarten como delitos triviales, la formación de una opinión democrática ya no será posible. Eso no solo significa que la base de la comprensión del Estado y la democracia habrá sido socavada, sino que los autócratas podrán tomar el poder, y lo mantendrán por largo tiempo.
(JOV/CP)
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El primer año de mandato de Donald Trump en portadas
Donald Trump asumió el poder de Estados Unidos el 20 de enero de 2017. Desde entonces, la prensa se ha servido de su imagen para ilustrar numerosas historias.
Imagen: picture-alliance/dpa/EPA/Time Magazine
El nuevo estadista
Esta portada de fines de 2016 seguramente complació al entonces recién electo mandatario. La revista Time escogió a Donald Trump como Persona del Año, un título que alguna vez recayó en Konrad Adenauer, John F. Kennedy y Martin Luther King, además de Adolf Hitler y Josef Stalin. En realidad se elige a quien, "para bien o para mal, ha hecho más que otros por influir en los acontecimientos del año".
Imagen: picture-alliance/dpa/EPA/Time Magazine
Con el bigote de Hitler
Incluso antes de la elección de Trump, la revista mexicana Letras Libres dejó muy en claro qué opinaba sobre el empresario, usando las palabras "fascista americano" para formar un bigote como el de Hitler sobre los labios de Trump. Construir un muro en la frontera con México y tomar drásticas medidas contra los inmigrantes mexicanos fueron algunas de las promesas electorales del republicano.
Imagen: Letras libras
El famoso muro
Dos semanas después de la elección de Trump, The New Yorker comentó con creatividad la promesa de construir un muro fronterizo en el sur. Desde formas sutiles hasta descripciones más explícitas... todas las alternativas fueron usadas por la prensa internacional para comentar las políticas propuestas por el nuevo presidente de Estados Unidos.
Imagen: The New Yorker
Una pregunta retórica
Conocida por su estilo confrontacional, la revista francesa Charlie Hebdo también hizo de las suyas con el nuevo presidente de Estados Unidos. Con esta imagen que hace alusión a los infames comentarios de Trump sobre manosear a las mujeres, la edición del 16 de noviembre de 2016 se preguntaba "¿era necesario que le confiáramos el botón nuclear a él?".
Imagen: Charlie Hebdo
Los Simpson lo predijeron
Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Lo que se suponía era un chiste de Los Simpson (Lisa recibía el Gobierno de manos de Trump con números rojos) se hizo realidad 16 años más tarde. El diario británico The Sun se refirió a la "profecía" mostrando a Homero en shock por los acontecimientos y reaccionando con su clásico "¡D'oh!"
Imagen: The Sun
American psycho
El periódico centroizquierdista francés Libération reaccionó a los resultados de las elecciones estadounidenses con sarcasmo. El titular fue tomado de una novela de Bret Easton Ellis, "American Psycho". Su narrador y personaje principal, Patrick Bateman, es rico, superficial y narcisista. Parecido a Trump, aunque el personaje de ficción es también un asesino serial.
Imagen: Libération
Niño al volante
Tras la asunción de Trump, The New Yorker centró sus comentarios en el comportamiento infantil del hombre que comanda los destinos del país más poderoso del mundo. "Cada tanto, escuchas noticias sobre un niño que, de alguna forma, se las arregla para conducir el vehículo familiar por la ciudad hasta que finalmente es atrapado por la ley", dijo el artista responsable de la portada, Barry Blitt.
Imagen: The New Yorker
Decapitando la libertad
Una caricatura de Donald Trump sosteniendo en sus manos un cuchillo ensangrentado y la cabeza de la Estatua de la Libertad: la portada del semanario alemán Der Spiegel repercutió a nivel mundial. Es una reacción a la política de "EE.UU. primero" que impulsa Trump y a sus amenazas a la democracia, incluida su orden ejecutiva de impedir el ingreso a personas provenientes de siete países musulmanes.
Imagen: picture-alliance/dpa/K.-U. Wärner
Portavoz de los supremacistas blancos
Tras una reunión de ultraderechistas en Charlottesville, Virginia, un hombre condujo su automóvil contra una multitud que se oponía al encuentro de radicales, matando a una mujer e hiriendo a 19 personas. Trump dijo que entre los supremacistas blancos había "gente muy buena", un comentario que fue elogiado por el líder del Ku Klux Klan, David Duke. The Economist reaccionó con esta portada.
Imagen: The Economist
Rompiendo un tabú: la comparación con Hitler
El semanario alemán Stern fue un paso más allá al retratar a Trump envuelto en la bandera de EE.UU. y haciendo el saludo nazi. La historia tuvo el título "Sein Kampf" ("Su lucha"), un juego de palabras con el libro "Mi Lucha", de Adolf Hitler. La portada recibió críticas del Consejo Central de Judíos por menospreciar los crímenes de Hitler. Usar los símbolos nazis es todo un tema en Alemania.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Sohn
Chico perezoso
En agosto de 2017, Newsweek describió a Trump como un adicto a la comida chatarra y a la televisión basura. El encabezado dice "Chico perezoso: Donald Trump está aburrido y cansado. Imagine cuán mal se sentiría si hiciera algo". La crítica apuntaba a que en seis meses en el poder, pasó 40 días en clubes de golf y no había conseguido aprobar ninguna ley importante.
Imagen: Newsweek
A propósito de noticias falsas
A Trump le gusta describir a cualquier medio que lo critique como parte de las "noticias falsas", pese a que él mismo es bastante conocido por torcer la verdad. Su falsa portada de Time donde se elogia su programa d"The Apprentice" está enmarcada y se exhibe con orgullo en al menos cinco de sus clubes de golf. Esta historia parece reflejar a la perfección el narcisismo y las "fake news" de Trump.