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El entrenador como pararrayos

Gabriel González7 de marzo de 2006

Tras la derrota humillante contra Italia, todos enfocan sus críticas sobre Klinsmann. ¿Una jugada táctica del entrenador?

Una táctica conocida.Imagen: AP

Alemania se encuentra en plena crisis nacional. Desde la derrota 1-4 contra Italia el pasado 1 de marzo, ya no pasa ni un día en el que no se critique a Jürgen Klinsman, seleccionador el equipo alemán.

Franz Beckenbauer, presidente del Comité Organizador del Mundial de 2006, hizo duras críticas a Klinsmann por no asistir al taller de seleccionadores, que se celebró en Düsseldorf como parte de los preparativos para el Mundial de 2006, y por preferir quedarse con su familia en California, Estados Unidos.

Vergüenza nacional

La prensa alemana calificó de "catástrofe" y de "vergüenza" la presentación de su selección el pasado 1 de marzo ante Italia en Florencia, que terminó con una goleada en contra por 4-1, y teme un estruendoso fracaso mundialista por el poco tiempo que le queda al seleccionador Jürgen Klinsmann para corregir fallos.

Curiosamente, a nadie parece ocurrírsele criticar a los jugadores. Todos se vuelcan sobre Klinsmann, y esto podría ser, precisamente, la intención del entrenador. Klinsmann trata de dejar en calma a su equipo. Se trata de una selección de jóvenes con poca experiencia y fáciles de confundir. Los medios necesitan una cabeza de turco y la encontraron en el seleccionador. Mientras tanto, se evita una discusión sobre jugadores y una presión pública que dañaría la concentración en el equipo.

Falta otro Ballack

Klinsmann provoca la crítica y asume el papel de pararrayos: "A mí no me preocupa que critiquen, pero lo que no me gusta son esos presumidos que se hacen importantes a costa del equipo". Se trata de una táctica bien conocida y por lo general apreciada: el seleccionador se coloca delante de su equipo para protegerlo.

De todos modos, Klinsmann conoce de sobra los problemas fundamentales de su selección. Nadie, con excepción de Michael Ballack, es capaz de controlar el campo. Nadie en su selección alcanza la peligrosidad de su capitán. En realidad necesitaría a dos Ballacks. Uno en la defensa y otro en el centro. Klinsmann no los tiene, y no los va a conseguir en los tres meses que faltan hasta el Mundial.

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