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El error de cálculo de Erdogan

Baha Güngor29 de junio de 2016

El atentado en el aeropuerto de Estambul prueba que Turquía, miembro de la OTAN, está en la mira del terrorismo internacional. Pero la responsabilidad principal recae sobre el Gobierno de Ankara, opina Baha Güngor.

Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía.
Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía.Imagen: picture-alliance/dpa/M.Cetinmuhurdar

El balance del brutal atentado en el aeropuerto internacional Atatürk, de Estambul, es estremecedor, no solo por el gran número de víctimas. Todavía reina la incertidumbre acerca de cómo los terroristas pudieron lograr ingresar, pertrechados con cinturones de explosivos y armas, sin ningún obstáculo a la terminal de vuelos internacionales del mayor aeropuerto de Turquía. Por cierto, la cuestión no es si el odio terrorista volverá a ensangrentar a ese país, sino más bien cuándo lo hará.

Viento a favor para los enemigos de la democracia

Los recientes intentos de huida hacia adelante del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, llegan demasiado tarde. En ese contexto, sus maniobras para paliar las desavenencias con Rusia e Israel no dejan de ser también importantes porque ambos países disponen de mucha información de inteligencia acerca del rumbo que toma el terrorismo y de cuáles son los países y regiones más amenazados. Aunque aún está por verse si hacen lo suficiente y si es posible desarrollar estrategias eficaces para frenar futuros atentados.

No solo Rusia e Israel, sino también EE. UU. y los aliados europeos, son testigos desde hace mucho tiempo de cómo Turquía se convirtió en un centro de operaciones del terrorismo de supuesta motivación religiosa. El precio por los errores de cálculo político de Erdogan lo pagan seres humanos con sus vidas en nuevos atentados, y Turquía como país debido a reveses económicos que hacen que retroceda décadas. Pero no reconocer cosas como el resultado de las elecciones parlamentarias, rechazar las decisiones del Tribunal Constitucional como “no dignas de respeto” y acabar con la política de reconciliación con los kurdos les da alas a los enemigos de la democracia.

Los discursos aplaudidos en forma obsecuente en los que Erdogan promete a su pueblo incansablemente tiempos mejores y más seguros, solo pueden, en el mejor de los casos, deslumbrar a los adeptos y usufructuarios del sistema. Los observadores críticos, los periodistas, analistas y científicos que piensan distinto de Erdogan deben, sin embargo, contar con juicios y penas de cárcel en lugar de esperar que el presidente escuche sus demandas. Es muy simple: quien debilita al Estado de derecho, quien limita la libertad de prensa y de opinión, quien somete a sus designios al aparato policial y a la Justicia está allanando el camino al terrorismo.

Terminar con la polarización

Baha Güngor, de DW.

La República de Turquía, que celebrará su centenario en 2023, quiso, en un principio, desarrollarse en la dirección de las civilizaciones occidentales contemporáneas. Lo que hoy, luego de 14 años de gobierno de Erdogan, amenaza al país es un torbellino de guerra y terrorismo como el que reina en todo el Cercano Oriente. Por eso, Erdogan haría bien en no ser tan agresivo con quienes lo critican y, en lugar de eso, actuar de modo más acorde con los defensores de los valores europeos. Si lo hiciera, no se podría excluir que haya nuevos atentados terroristas, como en todo el mundo. Pero un acercamiento a Europa al menos albergaría la esperanza de que eso influyera positivamente en el ambiente sociopolítico en Turquía y acabara con la nefasta polarización popular, que no ayuda a nadie.

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