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El esperado regreso del rey

JAG17 de diciembre de 2003

Tras tres largos años de espera, se estrenó la tercera entrega del Señor de los Anillos. Espectaculares escenarios y efectos especiales que recaudarán millones en las próximas semanas.

Este año fue el año de las trilogías. Parece que la industria del cine trata de enganchar a los espectadores, obligándoles a ver las siguientes entregas de historias sin un final determinado. Tras Terminator 3 y Matrix Revolutions, pudimos contemplar por fin el final de la epopeya de Tolkien.

La película se desarrolla a través de dos historias paralelas. Por un lado está Frodo, guardián elegido para el anillo, que acompañado del Gollum y de su amigo Sam se dirigen a la morada de Sauron, centro de poder del mal, para hacer desaparecer el anillo y defender el reino de Gondor. Por otra parte, las hordas de Sauron atacan la fortaleza de Minis Tirith mientras guerreros y caballeros hacen lo posible por defenderse de las impresionantes criaturas emanadas de la mente de Tolkien, aún sabiendo que la batalla está perdida desde el principio. La única esperanza que le queda al reino de Gondor es la destrucción del anillo.

La sucesión de las dos historias mantiene al espectador en su butaca durante más de tres horas, vigilando con atención el devenir de la batalla, hasta que la trama se soluciona y llega el gran final que todos esperábamos. El triunfo del bien sobre el mal.

La madre de todas las batallas

La batalla final se acerca cuando Sauron decide atacar la fortaleza de Minis Tirith. Está vez la concurrencia de los efectos especiales y la imaginación del equipo de rodaje rozaron la perfección. Olifantes armados hasta los colmillos, dragones voladores pilotados por muertos, guerreros de expresiones atroces y golpes a diestro y siniestro, son los elementos de una batalla cinematográfica sin precedentes. Las animaciones por ordenador y los 26.000 extras que contrataron para la película, logran levantar la pasión de los espectadores.

Olifantes al ataque en los campos de Pelennor.Imagen: New Line Production

La batalla se libra a las puertas de Minis Tirith, en un espectacular escenario. La ciudad blanca donde el rey defiende su reino, está situada en la ladera de una montaña y organizada en muchos niveles, que acentúan la majestuosidad de la película. En los albores de la batalla, los defensores de Gondorf parten destinados al fracaso. Un ejército compuesto por 600.00 orcos tiene todas las de ganar frente a los 6.000 caballeros que intentan defender la ciudad. Incluso el príncipe del reino muere en uno de los primeros ataques. Arargon, el príncipe desterrado, consigue reunir a su lado un ejército de muertos que le ayudarán en la batalla a cambio de que el príncipe les conceda el descanso eterno. Con su ayuda, obtiene una victoria parcial en la batalla pero todos saben que el triunfo final depende de Frodo y del anillo.

La decisión entre el bien y el poder

Frodo es el protagonista de la historia paralela que se desarrolla junto a la batalla y en la cual, se decidirá el final de la historia. Su odisea en busca del reino de Mordor para destruir el anillo en el "Monte del Destino" está marcada por los conflictos personales. Deshacerse del gran poder del anillo y salvar así la victoria del bien o usarlo en propio beneficio. A esto se une la desconfianza que se despierta en el largo viaje, primero con el Gollum , luego con el Hobbit Sam y al final consigo mismo.

Cartel de la tercera entrega del Señor de los Anillos.

Los espectaculares escenarios de la película fueron construidos en auténticos parajes naturales de Nueva Zelanda. Todo esto fue conseguido por un gran equipo de especialistas que analizaban hasta el último detalle de cada escena. La trilogía dirigida por Peter Jackson, ha marcado un hito en la historia del cine. Las tres entregas fueron rodadas al mismo tiempo y los distintos escenarios fueron destruidos y construidos según las necesidades del guión. Los 276 días de rodaje planificados inicialmente para los tres capítulos, no bastaron para el rodaje y la productora tuvo que reunir de nuevo al ejército de estrellas y especialistas en Wellington para rodar "El retorno del rey". Una auténtica obra de arte en cuanto al campo de la logística que hasta ahora no se había visto en el mundo del séptimo arte.

Otra de las características de la película es la abundancia de primeros planos aumentando así el potencial dramático de los actores. Tomas perfectas de la cara y las expresiones corporales, que manifiestan la gran capacidad de expresión de las protagonistas, logrando que el espectador viva en su propio cuerpo las experiencias de los personajes.

En definitiva una obra espectacular y monumental del séptimo arte que la redacción de DW-World recomienda a sus lectores. Al contrario que en Matrix, cuya tercera entrega defraudo a todo el mundo, el principio de "Segundas partes nunca fueron buenas", tan frecuente en el mundo del cine, no se cumplió esta vez.

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