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El Estado mexicano sometido al Cartel de Sinaloa

22 de octubre de 2019

El mensaje del Presidente de México el 18 de octubre dejó una lección para todas las partes que tendrá consecuencias: los ciudadanos saben ahora que son oficialmente rehenes de los carteles de la droga.

Guerra contra el Estado de derecho. El cielo de Culiacán el 17 de octubre de 2019.
Guerra contra el Estado de derecho. El cielo de Culiacán el 17 de octubre de 2019. Imagen: picture-alliance/AP Photo/H. Parra

El jueves 17 de octubre, poco después de las tres de la tarde en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, los niños salían de las escuelas. Sus madres iban por ellos o estaban de compras para preparar la comida del día. Los empleados tomaban el descanso de medio día  y los restaurantes estaban llenos. En ese momento, en un lapso de no más de 30 minutos Culiacán se convirtió en un campo de guerra.

Los tripulantes de camionetas y vehículos de lujo que habitualmente hacen rondines por la ciudad con el radio a todo volumen sonando narcocorridos, ahora disparaban ráfagas de metralleta para aterrorizar a la gente mientras hacían un operativo para rescatar a Ovidio Guzmán Salazar, hijo del narcotraficante Joaquín Guzmán Lorea, quien fuera líder del Cartel de Sinaloa, extraditado desde 2018 a Estados Unidos y sentenciado a cadena perpetua en julio de 2019.

Las principales avenidas, y carreteras de entrada y salida de la ciudad fueron bloqueadas por hombres armados. Mientras que en la zona conurbana de Culiacán, de la cárcel estatal de Aguaruto se fugaban 49 peligrosos prisioneros. Todo de forma simultánea, rápida, coordinada, y exitosa.

Se supone que Ovidio iba a ser arrestado por el Ejército Mexicano y el objetivo de los criminales era lograr su liberación. Sobre la cabeza del joven de 29 años de edad, uno de los 18 hijos del capo, pende desde diciembre de 2018 una orden de arresto emitida por la Corte de Distrito de Columbia en Washington DC por el delito de narcotráfico, junto con su hermano Joaquín Guzmán Salazar, procreados por Chapo y Griselda López. Ellos, y sus hermanastros Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán Salazar, quienes también tienen acusaciones criminales en Estados Unidos, encabezan la facción del Cartel de Sinaloa que pertenecía a su padre.

Ovidio Sánchez Limón Guzmán, uno de los 18 hijos de El Chapo GuzmánImagen: picture-alliance/dpa/S. Gonzales

Se trata de una facción disminuida - en comparación al poder y control que tuvo Chapo en sus mejores años - debido a  la guerra interna sostenida de 2016 a 2018 con Dámaso López Núñez, quien fue por años su brazo derecho y que tras el último arresto de su jefe intentó quedarse con la franquicia de la organización criminal. Aún así, pequeños en comparación al poder de su padre, y minúsculos en comparación al verdadero jefe del Cartel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, Los Chapitos como los llaman en Sinaloa,  fueron capaces de generar la mayor crisis de seguridad pública y política del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

La justificación

El gobierno de México ha contado al menos seis versiones distintas de lo ocurrido en Culiacán ese 17 de octubre, pero todas tienen el mismo final: aunque el Ejército tenía detenido a Ovidio Guzmán López en una clara flagrancia delictiva que justificaba el arresto inmediato, lo dejó libre por órdenes de sus mandos superiores rindiéndose así a la expresión violenta del Cartel de Sinaloa, provocando un sisma en México.

Además de las contradicciones constantes, fueron muchas las afirmaciones graves que el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador  (AMLO) y su gabinete de seguridad hicieron ante la sociedad mexicana, el mundo y los narcos.

"No puede valer más la captura de un delincuente que la vida de las personas”, dijo el mandatario a la mañana siguiente en una conferencia de prensa. "Estaban la vida de muchos seres humanos”. El mandatario dijo que se acabaron los tiempos de usar la fuerza del Estado, que se acabaron los tiempos de las masacres. "No se puede apagar fuego con fuego” "No queremos la violencia, nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”.

La ola de críticas que recibieron él y su gobierno por la decisión adoptada, las respondió el Presidente diciendo que venían de los conservadores y sus adversarios políticos.

El falso debate

Anabel Hernández, columnista

AMLO confía en su inagotable popularidad. Esto le permite crear un escenario a modo de la realidad y generar un falso debate que divide aún más la ya muy fracturada sociedad mexicana. Para evadir una explicación más clara y convincente de la decisión de rendir al Estado Mexicano ante Los Chapitos, convirtió la decisión de liberar al hijo de El Chapo en un plebiscito de quienes están a favor de él y quienes están en contra.

En un país como México, que ha vivido inmerso en la violencia e impunidad durante los últimos 18 años, es fácil caer en la provocación. Incluso las victimas directas. En casos así, para los políticos es mejor la reacción visceral que racional.

La verdad es que no hay elementos sustantivos para evaluar el nivel de riesgo de la población y si la decisión de liberar al hijo de El Chapo fue acertada o no.

El Secretario de la Defensa y el Secretario de Seguridad pública insistieron en que la población estaba en peligro, incluyendo un grupo de militares "retenidos”. Pero hasta el momento el gobierno no ha dicho específicamente cuántos ciudadanos, quiénes estaban en peligro, dónde. No han hecho públicos los videos del Centro de Comunicación, Cómputo, Control y Comando C4 de Culiacán que tienen cámaras que monitorean toda la ciudad. No han hecho públicas las bitácoras de todas las llamadas de emergencia y de las comunicaciones intercambiadas ese día, a esas horas entre todas las corporaciones que cohabitan en Culiacán.

Lo que circula, hasta ahora, son fotografías y videos tomados por medios de comunicación y la ciudadanía, filtrados a través de Facebook. Pero eso no da un panorama completo e información concreta que justifique la medida gubernamental. Las autoridades dijeron que los 30 militares que participaron en el operativo fueron inexpertos y superados en número por el grupo de narcos que habían tomado la ciudad. En Culiacán está la Novena Zona Militar, grande, equipada, potente, y existen retenes militares que rodean toda la ciudad y pudieron evitar que los delincuentes se tomaran las calles. Existe una base de la Policía Federal Ministerial, existe una base de la Policía Municipal, la Policía Estatal y la Policía Ministerial del Estado. Además que había llegado desde el mes de julio un numeroso contingente de la lustrosa Guardia Nacional que el Presidente recetó a los mexicanos como medicina para  disminuir la violencia y el crimen que azotan en todo el país. Todos están coordinados a través del C4.

Tampoco han dicho porque comenzó a circular por las redes sociales la fotografía de Ovidio Guzmán Salazar mientras estaba supuestamente detenido. El hijo de El Chapo se veía tranquilo, sonriente, no con la cara de a quien le espera un fin similar al de su padre. ¿Quién le tomo la foto?, ¿Con qué propósito? ¿Quién la filtro?

Supe que en realidad hubo fuerzas internas "contrapuestas” en el Ejército desde el inicio del operativo. Desde los primeros minutos de la balacera, posiblemente temiendo lo que al final pasó, militares filtraron a periodistas que se había detenido a Ovidio Guzmán Salazar. Horas después las mismas fuentes  habrían pedido a los filtradores que se retractaran y dijeran que había sido una confusión y que no había sido detenido un hijo de Chapo. Ya era demasiado tarde, Culiacán estaba bajo control de las huestes de Los Chapitos y la foto de Ovidio circulaba.

Al final pasó lo que el mundo ya sabe. Con el aval del Presidente fue liberado haciendo creer que en verdad el Cartel de Sinaloa era más poderoso que el Estado.

Abrazos no balazos

Ese mismo día, de manera casi desapercibida, circuló en las redes sociales un video grabado ese día, a esas horas, en una caseta de peaje ubicada en la carretera que comunica a la sindicatura de Costa Rica - donde se encuentran los dominios de El Mayo Zambada -, con Culiacán. Dura varios minutos.

Ahí se ve que llega un grupo de personas vestidos de civiles, en camionetas de lujo, armados hasta los dientes. Similares al grupo que estaba haciendo desmanes en la ciudad. Cuando llegaron estaba ahí un retén militar con varios elementos armados quienes los vieron llegar sin sorpresa. Uno de los civiles, alto, robusto, que destacaba entre todos, se acercó a saludar a los militares. Hubo abrazos, coche de manos, sonrisas, y luego el hombre robusto vestido de civil se apartó detrás de un camión junto con quien se puede imaginar era el jefe de los militares. Ahí termina la escena.

Entonces, la pregunta es, esa tarde cuando los ciudadanos comunes y corrientes corrían aterrorizados por los disparos y granadas disparadas por los narcos, ¿el Estado fue realmente superado en número por los narcos?, o los narcotraficantes pudieron actuar de manera simultánea, coordinada, sin fallas, porque una parte de el Estado Mexicano estuvo de su parte como ha ocurrido desde hace décadas, decenas de veces.

Yo he investigado durante más de 15 años al Cartel de Sinaloa, he hablado con sus integrantes, conozco su estructura y de dónde proviene realmente su poder y su fuerza. Ese día en Culiacán los narcos no habrían podido actuar con la rapidez, coordinación y eficacia sin la complicidad de una parte de las instituciones responsables de proteger a los ciudadanos.

"La infraestructura del cartel está compuesta por el equipo que tiene: los recursos marítimos, en aire, tierra, también recursos humanos, también territorios y también las autoridades corruptas”. "Los funcionarios del gobierno de alto rango son muy importantes para la infraestructura del narcotráfico…”, dijo Jesús Zambada García, uno de los líderes del Cartel de Sinaloa durante el juicio de El Chapo en Nueva York en 2018 (nota a pie de página. Versión estenográfica del testimonio de Jesús Zambada García 14/11/2018 Corte de Distrito Este de NY).

Según declaró el propio Vicente Zambada Niebla en el mismo juicio, tan solo en Culiacán el Cartel de Sinaloa gasta más de un millón de dólares mensuales en sobornos a cambio de información, ayuda en el transporte de cargamentos y apoyo armado cuando el cartel lo necesite.  Eso, además de los sicarios que el Cartel tiene en su nomina cotidiana y a quienes paga también salarios mensuales para usarlos en acciones como las que vimos el 17 de octubre. Eso no ha cambiado.

Se necesita inteligencia y voluntad

Destrucción en las calles de Culiacán, SinaloaImagen: picture-alliance/AP Photo/A. Zurita

La verdadera disyuntiva no es si el Estado Mexicano se enfrenta a balazos o no con los narcos poniendo en riesgo la vida de las personas, sino si el nuevo Presidente está dispuesto a usar la fuerza del Estado para romper las décadas de complicidad entre el Cartel de Sinaloa e instituciones del gobierno, que es lo que realmente los hace fuertes.

Para lograrlo, en primer lugar debe arrestar a los funcionarios y políticos corruptos que han estado y están en la nómina del Cartel de Sinaloa, que han asistido por años a las fiestas de sus capos como si fueran de su propia familia, incluyendo algunos que actualmente forman parte de Morena, el partido político del Presidente. Debe confiscar las empresas ligadas directamente a El Mayo Zambada y El Chapo registradas por el gobierno de Estados Unidos desde hace más de una década, que siguen funcionando como empresas fachada para traficar droga o para lavar dinero. El poder económico es lo que permite al cartel pagar los sobornos a los servidores públicos, comprar armas, balas y pagar los salarios de los sicarios que durante más de ocho horas aterrorizaron a la población en Culiacán.

La verdad es que, hasta ahora, el gobierno de AMLO no usa la fuerza violenta ni no violenta del Estado para combatir a los carteles de la droga que operan en todo el país. Para desmantelar la corrupción y las empresas que lavan dinero no se necesita ninguna bala, o poner en riesgo a la población, solo la inteligencia y voluntad. Pero esto tampoco lo ha hecho hasta ahora.

El anuncio dado por el Presidente de México el 18 de octubre es el anuncio oficial de un Estado que desde hace tiempo decidió rendirse a los narcos en México, no porque no les dispara, sino porque no hace nada de fondo para desbaratar su estructura.

El mensaje dejo una lección para todas las partes que tendrá consecuencias: los ciudadanos ahora saben que son oficialmente rehenes de los carteles de la droga en México. Los carteles de la droga y otras organizaciones criminales saben que pueden amagar al Estado Mexicano, y eso que el Cartel de Sinaloa no es la organización más violenta en México. Y los funcionarios públicos que aún quieran combatir al narco quizá lleguen a pensar que es mejor abrazarlos como hacen sus colegas.

El Cartel de Sinaloa no es invencible, no son más listos, no son más fuertes, es sólo que cuentan con la protección de una parte del Estado y juegan con los dados cargados a su favor.

(jov)

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