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El explosivo cóctel de la gasolina en México

29 de diciembre de 2016

México vive un cóctel explosivo: alza en los precios de la gasolina, una reforma energética que no cumple sus promesas, desabastecimiento por mercado negro y masivo robo de combustible. ¿Las consecuencias económicas?

Imagen: Reuters/E. Garrido

En la actual crisis de la gasolina mexicana se mezclan muchos factores que van desde el fin de los subsidios estatales a la gasolina, la consiguiente subida de precios del combustible (entre un 14% y un 20%), el fin de un monopolio de 80 años de la petrolera estatal Pemex, el desabastecimiento de regiones centrales del país debido, entre otras cosas, a perforaciones ilegales de los ductos en colusión con diferentes actores del mercado y el narcotráfico. El panorama luce explosivo.   

"En todos los casos en que el precio de la gasolina para el consumidor no representa el costo real -es decir tiene un precio subsidiado- hay oportunidades para el tipo de cosas que están sucediendo ahora en México", explica a DW Federico Foders, catedrático del Instituto para Economía Mundial (Institut für Weltwirtschaft, IfW), con sede en Kiel.

"Si por un lado, la idea base es el uso de recursos naturales para favorecer a ciertos grupos de la población, eso también da lugar al contrabando, a una serie de cosas que no tienen por qué ser", acota.

Alza e inflación

Imagen: AP Photo/Noticias Ciudad del Carmen via APTN

La mayor subida de precios de combustibles en dos décadas ha movilizado a la clase política, a los empresarios y los usuarios. Ante la ola de protestas, el gobierno responde que mantener el precio bajo hubiera significado más impuestos, más deuda o recortes de gastos públicos. Afirma también que el aumento no afectará a las clases más pobres. Según información oficial, de los 190 litros que se consumen en el país diariamente (con una población de 120 millones de personas), sólo nueve millones los consumen los estratos más bajos.

Por el contrario, "esta alza sí podría haberse evitado", dice a DW Jesús Cantú, director de la sede de Monterrey de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública. "Pues si bien es cierto que México tenía que alinearse con el comercio internacional, es el impuesto con el que se va a gravar productos específicos lo que causa más irritación. En vez de mayor bienestar, la reforma energética del gobierno lo que va a traer es un alto golpe inflacionario", apunta.

 Efectivamente, confirma Foders, "el aumento del precio del combustible tendrá un impacto sobre la tasa de inflación a través del aumento del costo de transporte de los bienes de consumo. La devaluación del peso mexicano también incidirá en ello a través del aumento del precio de los productos importados". Cabe recordar que México, productor de petróleo, tiene que importar actualmente el 54% de la gasolina para uso interno.

Pemex

A la creciente hambre de combustible en el país (cuarto consumidor del mundo, crecimiento de venta de automóviles de un 18% anual) se une la falta de expansión en la red de refinerías, por 80 años en manos de la gigante Petróleos Mexicanos (PEMEX).

En medio de una reforma energética que abrió en 2013 la industria petrolera al capital privado, la petrolera estatal enfrenta nuevos recortes que limitará aún más su capacidad de producción. En este momento sólo aprovechada en un 60%.

"Hace 30 años", recuerda Foders, "México era  un exportador importante y Pemex sufría de todos los vicios que una empresa del Estado puede sufrir. La gobernabilidad de una empresa de este tipo es muy difícil", agrega.

Desabastecimientos, robos

Imagen: AFP/Getty Imag/O. Torres

En esta situación, el desabastecimiento que viven varios estados desde hace una semana sólo echa más leña al fuego. Una de las razones de la falta de combustible es, según Cantú, "la especulación y el mercado negro de gasolina. Algunos grupos de gasolineros aprovechan el momento para vender gasolina por fuera y para venderla a partir del 1 de enero a un costo más alto".

Según Pemex, en el desabastecimiento actual influye un incremento en el robo de combustible. Este fenómeno se detecta desde hace más de una década. Si en 2006 se descubrieron 204 tomas clandestinas, para 2015 se calcula que existían ya unas 5.252. Se estima que son unos 27.000 barriles diarios de gasolina y diésel.

Al respecto dice Cantú: "Si bien no es fácil, el fenómeno es controlable. Y el gobierno debió haber hecho hace mucho tiempo algo para frenarlo. Debe haber una colusión muy importante entre gasolineros, transportistas y empresas que requieren mucho combustible. Hay estudios que revelan que Los Zetas vendían buena parte del combustible en la frontera norte".  

El panorama no pinta bien. La protesta no se hace esperar. "La reacción en cadena va a ser fuerte", prevé Cantú, "con la devaluación del peso, el aumento en los precios, entraremos en un círculo vicioso que tendrá consecuencias mayores a nivel económico".

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