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Lucha por el petróleo

22 de agosto de 2011

El apoyo de Occidente a los rebeldes libios no estuvo motivado sólo por los ideales de libertad y democracia, sino también por claros intereses económicos, es decir, por el acceso al petróleo, analizan expertos.

''Países de la OTAN en Libia, no sólo en pro de la democracia.''
''Países de la OTAN en Libia, no sólo en pro de la democracia.''Imagen: dapd


Poco después de iniciarse el levantamiento contra Gadafi en Libia quedó en claro que éste transcurriría de manera distinta que en Túnez o en Egipto. Luego de producirse los primeros disturbios e intervenciones del Ejército, los países occidentales exigieron que se realizaran cambios en el régimen. Por el otro lado, el gobernante libio, Muamar Al Gadafi, hablaba de guerra civil y afirmaba continuamente que la guerra en Libia era otro intento de Occidente de obtener el control sobre el petróleo.

En ese contexto, sorprendió la rapidez con que Occidente, con Francia a la cabeza, alzó su voz luego de las protestas en Libia, ya que, en el caso de Túnez, Francia se había comportado de forma muy distinta al ofrecer, en un comienzo, apoyo al presidente Ben Ali. En el caso de Libia, Francia tuvo un rol pionero al ser el primer país europeo en reconocer a los rebeldes. Supuestamente, para compensar lo que se había omitido en Túnez.

“Para Rusia, Libia es como un Irak en miniatura”

¿Tuvo la actitud de Francia sólo motivos políticos, o había intereses económicos en juego? Para Alfred Hackensberger, experto en Libia, los había: “El presidente francés, Nicolas Sarkozy, estaba bastante enfadado. Había recibido con pompa a Gadafi, y se cerraron ciertos acuerdos económicos que el dictador libio al final no cumplió, por ejemplo, en el caso de los aviones militares que Gadafi no encargó a Francia, sino a Rusia”, explica el politólogo.

Y el afán de lucro también podría ser la razón de la abstención de Rusia en la votación sobre la Resolución Nr. 173 del Consejo de Seguridad de la ONU, dado que la compañía estatal rusa de exportación de armamento había firmado contratos con Libia por dos mil millones de dólares en años anteriores. Se trataba de acuerdos para la venta de tanques y aviones de guerra y de entrenamiento. “Rusia teme perder a sus principales compradores de armamento” señala Luis Martínez, director del Centro de Estudios Internacionales (CERI) de París. “También teme que se cuestionen los proyectos de Gazprom, la empresa gasífera rusa. Para Rusia, Libia era una especie de pequeño Irak que compraba muchas armas y perseguía los mismos intereses”, añade el experto.

Avión de guerra francés Dassault despega en misión militar hacia Libia.Imagen: AP

Pero Rusia no sólo quiere hacer grandes negocios con armamento, sino que espera hacerlos también con el petróleo libio. Ya en 2007, Gazprom había adquirido las licencias de la estatal italiana ENI para extraer petróleo en el desierto libio. ENI es la mayor compañía extranjera de extracción de petróleo y el mayo inversor en Libia, y extraäia, antes de la revolución popular, alrededor de un cuarto del total de petróleo, cerca de 1,6 millones de barriles diarios.

Rebeldes libios avanzan sobre Trípoli. (22/8/2011).Imagen: dapd


Maratón por el petróleo

“¿Qué fue lo que sucedió en realidad? Esta pregunta seguramente ocupará durante mucho tiempo a los historiadores”, dice Luis Martínez, y recuerda que, en 2008, Italia había celebrado en Roma la firma de un tratado de amistad con Libia, mientras que ahora pone a disposición sus bases militares a la OTAN. Los motivos para un giro de esta naturaleza podrían hallarse en las condiciones poco atractivas de las concesiones petroleras, impuestas por Libia a la ENI y a otras compañías extranjeras.

El Wall Street Journal informó, en abril de 2011, que las petroleras occidentales ya se habían despedido de Libia antes del estallido de la rebelión. En 2003, luego del levantamiento de las sanciones, el país vivió una verdadera maratón por las concesiones petroleras.

La competencia era tan intensa que la empresa petrolera libia, la National Oil Corporation (NOC), se permitió la introducción de un estricto sistema, conocido como EPSA-4, según el cual los libios exigían quedarse con el 90 por ciento de las ganancias, a pesar de que las petroleras ya desembolsaban aranceles millonarios para la exploración en busca de hidrocarburos. El porcentaje de la producción petrolera que retenían las compañías era, en comparación, de un modesto 11 por ciento.

Fuerzas anti-Gadafi sostienen banderas británica y francesa en Bengasi.Imagen: picture alliance/dpa



“Interés en el petróleo, objetivo de la guerra”

Para algunos observadores, el verdadero objetivo de la guerra era obtener un mejor acceso al petróleo a condiciones más ventajosas. Así lo ve también Alfred Hackensberger: “Los países miembros de la OTAN no se han implicado en la intervención militar para establecer la democracia en Libia. Allí se juegan intereses, recursos energéticos, influencia y poderío. El gran ganador será, seguramente, Catar, que ha apoyado incondicionalmente a los insurgentes ya que, como dicen los mismos rebeldes, quien los ayude será tomado en consideración para las nuevas adjudicaciones de contratos petroleros”.

En la lucha entre los rebeldes y las milicias de Gadafi se juega el control de los puertos petroleros y las refinerías, ya que quien los controle, controlará el país.

Sea cual fuere el futuro de Libia y la manera en que los rebeldes repartan el acceso al petróleo, la democracia en Libia siempre dependerá de una distribución equitativa del petróleo. Si se descuidan ciertas regiones del país, como en tiempos de Gadafi, la espiral de violencia podría volver a ponerse en marcha.

Autora: Lina Hoffmann/ Cristina Papaleo
Editora: Emilia Rojas-Sasse

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