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El fracaso de los servicios de inteligencia rusos

25 de enero de 2011

El atroz atentado perpetrado en el aeropuerto Domodédovo de Moscú plantea también interrogantes acerca de la capacidad operativa de los organismos de seguridad rusos, opina Ingo Mannteufel.

El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Guido Westerwelle, calificó el atentado terrorista perpetrado en el aeropuerto moscovita de Domodédovo de acto de barbarie. Y con plena razón. No hay justificación posible para ese acto repudiable. Nuestras condolencias para los familiares de las víctimas.

Es terrible que siempre se produzcan nuevamente tales crímenes brutales. De seguro, es difícil detectar tempranamente a los terroristas para poder abortar a tiempo sus atentados, planificados por lo general en grupos muy pequeños. Atentados cometidos en Londres, Madrid u otros lugares han demostrados que, por desgracia, no existe hoy en día una seguridad absoluta. No obstante, tras un atentado terrorista, cabe formular dos preguntas justificadas: ¿Quién lo perpetró? Y ¿por qué no pudo ser evitado?

“La pista del Cáucaso Norte”

En Moscú, la primera pregunta se responde por acto reflejo apuntando hacia el Cáucaso Norte. También ahora se presume tras el atentado en el aeropuerto de Domodédovo la mano de extremistas chechenos o del Cáucaso Norte. Esa inestable región del sur de Rusia se ha ido convirtiendo desde hace años en un barril de pólvora: problemas sociales, una alta tasa de desempleo juvenil, tensiones étnicas y una guerra de Chechenia librada con brutalidad por ambas partes han generado una situación de práctica ingobernabilidad. En las provincias rusas del Cáucaso Norte se producen casi a diario atentados terroristas o intercambios de disparos entre las fuerzas de seguridad y combatientes islámicos.

Entretanto eso se ha convertido en una triste rutina, que muchos habitantes de Moscú o de la zona central de Rusia apenas toman en cuenta. Con sus tremendos atentados en la capital rusa, los terroristas quieren sembrar terror e igualmente volver a llamar la atención. Presumiblemente también estén en juego luchas de poder internas entre grupos islamistas.

De todos modos, no se han planteado exigencias concretas. Por eso, tampoco se puede hablar de soluciones políticas. Actualmente no hay en el Cáucaso Norte una organización que pudiera llevar a cabo conversaciones con las autoridades rusas, aunque éstas así lo quisieran, si bien semejante diálogo sería difícil de justificar ética y moralmente en vista de las atrocidades cometidas. Al margen del arduo objetivo a largo plazo de mejorar las condiciones sociales en el Cáucaso Norte, el Gobierno ruso no tiene pues más alternativa que la de apostar por sus órganos de seguridad para evitar tales atentados.

Corrupción, falta de rigor, incompetencia

Sin embargo, por desgracia, los rusos no pueden confiar en sus organismos estatales. Tras anteriores atentados, con frecuencia quedó al descubierto cómo los terroristas habían podido preparar sus golpes aprovechando las corruptas estructuras. Además, a estos organismos cabe suponerles incompetencia y una irresponsable falta de rigor en la aplicación de medidas preventivas.

Da mucho qué pensar el hecho de que precisamente Domodédovo haya sido blanco de un atentado, porque este aeropuerto es probablemente el mejor de Rusia y dispone de los más modernos sistemas de seguridad. Igualmente inquietantes son los reportes de que el servicio secreto ruso FSB estaba informado de que se planeaba un atentado, pero no centró su atención en Domodédovo, al sureste de Moscú, sino en Selenograd, al noroeste de la capital. El presidente ruso, Dmitri Medvédev, haría bien en ordenar una amplia y exhaustiva investigación de los errores de los organismos de seguridad. Pero ¿querrá hacerlo? Y ¿dispone del poder político suficiente para ello?

Autor: Ingo Mannteufel

Editor: Enrique López Magallón

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