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El futuro de las relaciones ruso-germanas

Ingo Mannteufel (CHP)15 de enero de 2006

De regreso de su viaje a Washington, la canciller alemana, Angela Merkel, efectuará su primera visita oficial a Moscú, en donde se entrevistará con el presidente, Vladimir Putin.

Un encuentro sin sorpresas.Imagen: dpa/AP Combo

El encuentro entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Vladimir Putin, este 16 de enero en Moscú, no estará del todo exento de tensiones. Su antecesor, Gerhard Schröder, ferviente defensor de Rusia mantuvo durante su gobierno una estrecha amistad con Vladimir Putin y jamás criticó la polémica política interna fomentada por el presidente ruso. En su momento cosechó por eso duras críticas por parte de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y la Unión Social Cristiana (CSU), entonces en la oposición. Los analistas rusos expresaron sus temores de un posible distanciamiento en las relaciones ruso-germanas de salir victoriosa Angela Merkel en las elecciones.

¿Qué se puede esperar de Merkel?

No es de esperarse, sin embargo, que las relaciones ruso-germanas registren mayores cambios bajo el gobierno de Merkel. Seguramente no se caracterizarán por el amistoso estilo que solían cultivar los amigos "Gerd" y "Wolodja" durante sus reuniones; aunque tomando en cuenta el potencial que representa el que Angela Merkel domine el idioma ruso no puede descartarse que logre imponer un sello especial a sus encuentros con Putin.

La canciller alemana puntualizó en una entrevista publicada por el semanario Spiegel, que pretende prolongar "la sociedad estratégica" con Rusia. Evitó calificar las relaciones ruso-germanas de "amistosas", mientras que no exista un denominador común en el ámbito de los valores democráticos.

La meta de Merkel es estabilizar las relaciones con Rusia basándose en una diferenciación astuta entre "sociedad estratégica" y "amistad".

Merkel no quiere arriesgar un retroceso decisivo en las relaciones con Moscú. La influencia rusa es trascendental en cuestiones como el programa de energía atómica de Irán o el abastecimiento energético de Europa, como lo demuestra el reciente conflicto ruso-ucraniano sobre abastecimiento de gas.

Además el mercado ruso sigue siendo muy atractivo para las empresas alemanas. Ampliar la cooperación económica entre Alemania y Rusia es uno de los temas centrales que tratarán Merkel y Putin.

Merkel sabe que los temas sensibles en las relaciones germano-rusas no se resolverán: la guerra de Chechenia, el autoritarismo que caracteriza la política rusa, el tratamiento del caso del magnate ruso Mijail Jodorkovsky que ha socavado la confianza en las instituciones legales y judiciales rusas, la devolución de arte robado durante la Segunda Guerra Mundial y el apoyo ruso al programa de energía atómica iraní.

Merkel limitará sus críticas sobre aspectos aislados de la evolución política en Rusia a una serie de gestos simbólicos, como el encuentro con opositores del Kremlin. No es de esperarse que haga críticas contundentes y directas que pongan en peligro el núcleo de las relaciones ruso-germanas.

¿Cómo reaccionará Putin?

Vladimir Putin es un político pragmático. Posiblemente no le alegre mucho la diferencia semántica que existe entre ser calificado un "aliado estratégico" o un "amigo", pero al margen de la definiciones, la disposición alemana a mantener una relación estratégica responde a sus metas de política exterior. Putin quiere establecer a Rusia como una potencia energética en el contexto internacional. La estrecha relación con Alemania ya ha dado sus frutos: Rusia asumió la presidencia del G-8 en el 2006.

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