En un paisaje semidesértico, entre cactus y palmeras y las riveras del océano Pacífico y el Mar de Cortés, los líderes de las principales economías se reúnen para participar en la cumbre del G20, en medio de una crisis de deuda soberana en Europa que amenaza con convertirse en un freno a la economía global, atizada por unas elecciones en Grecia que podrían decidir la salida del país de la zona euro y provocar turbulencias en economías altamente endeudadas como la de España, Italia e incluso Francia.

Las elecciones en Grecia y los comicios parlamentarios en Francia, en la que el recién electo presidente socialista, Francois Hollande, ha obtenido la mayoría para su formación en la cámara baja de la Asamblea Nacional, hacen esperar que la situación europea pase a primer plano en la cita.

Los ojos del mundo en Alemania

Los ojos están puestos en la canciller alemana. Antes de su partida, Angela Merkel pasó a la ofensiva afirmando en un discurso ante el Parlamento alemán que la “fuerza de Alemania no es ilimitada”. Merkel aludió a la responsabilidad ante la actual debilidad coyuntural que también recae sobre Estados Unidos y Japón, altamente endeudados. La canciller criticó el creciente proteccionismo económico como resultado de la crisis.

Washington y otras capitales europeas insisten en la necesidad de crear estímulos al crecimiento económico en vez de la estricta austeridad que defiende Merkel. La jefa de gobierno insistió en que Alemania no se dejará convencer por soluciones rápidas como la creación de eurobonos y tampoco apoyará estímulos a la coyuntura sobre la base de más endeudamiento.

La cita, que tradicionalmente tiene lugar en otoño, fue adelantada. El Gobierno de México, el país anfitrión, se encuentra en su recta final de cara a las elecciones del primero de julio y el presidente Felipe Calderón quiere ganar apoyos a favor de su Partido Acción Nacional (PAN) en franca caída en la intención de voto.

Críticas al Gobierno mexicano

Fuentes del gobierno alemán criticaron al Gobierno organizador de la cumbre, que ha abarcado muchos temas y destinado poca atención a cuestiones clave como la regulación de los mercados financieros. “Los mexicanos se han extendido mucho”, cita el diario Frankfurter Allgemeine, en alusión a los numerosos encuentros entre ministros del Trabajo, de Economía, del Exterior y hasta de Turismo. El país anfitrión lanzó un “Plan de Acción de Los Cabos” para fomentar el crecimiento económico y reducir el desempleo en los países miembros del G20.

Los Cabos, un balneario turístico situado en la punta sur de la península de Baja California, ha sido blindado por unos 4.600 efectivos del Ejército, de la Marina y el Estado Mayor Presidencial, que vigilan el encuentro por tierra, mar y aire. Las organizaciones sociales que participan en la paralela Cumbre de los Pueblos no fueron autorizadas para sesionar en Los Cabos y tuvieron que reunirse sábado y domingo en La Paz, capital de Baja California Sur.

Ayuda a bancos e indiferencia ante los pobres

Las organizaciones de ayuda humanitaria critican que la comunidad internacional moviliza ayudas multimillonarias para proteger el sistema financiero global, pero no destina recursos a la lucha contra el hambre y la pobreza. Según Tobías Kahler, jefe en Alemania de la ONG para el combate de la pobreza One, señala que en comparación con los enormes costos de la crisis financiera, la pobreza podría ser erradicada a un costo relativamente bajo. “Las inversiones en agricultura son el camino más eficaz en la lucha contra el hambre”, afirma.

El Banco Mundial, también respalda esta tesis señalando que las inversiones en la agricultura ayudan a reducir la pobreza más que cualquier otra medida. Más de la mitad de los más pobres del mundo viven en las naciones del G20. Dos millones y medio de niños mueren cada año porque no tienen suficiente comida y se estima que 170 millones de ellos sufren de trastornos de crecimiento porque no tener en los primeros años de infancia una adecuada alimentación.

Autora: Eva Usi

Editora: Rosa Muñoz Lima