El G20 promueve la globalización pese a la resistencia
Robert Mudge
8 de julio de 2017
La principal crítica a la globalización es que se trata de un concepto abstracto promovido por una élite y que beneficia solo a una minoría en detrimento de la mayoría. ¿Cómo ayudar a aquellos que se sienten perdedores?
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Una de las metas declaradas de la cumbre del G20 en Hamburgo es tratar de promover la globalización. Eso, a pesar de que en el mundo muchos países se sienten perdedores o luchan abiertamente contra este sistema.
Según Amrita Narlikar, presidenta del Instituto de Estudios Globales y Regionales (GIGA) en Hamburgo, varios factores afectan el avance de la globalización: el descontento de la gente pobre que se siente olvidada, la postura del presidente estadounidense, Donald Trump, respecto al comercio y el cambio climático, así como el auge de los movimientos extremistas de derecha e izquierda.
Uno de los problemas pendientes más urgentes es cómo transferir la prosperidad que se obtiene a través de la globalización a esas personas que se sienten olvidadas o que han sido golpeadas por los efectos del sistema y que engrosan las filas de los movimientos antiglobalización.
"Los políticos están haciendo un mal trabajo al explicar lo que significa (la globalización), a pesar de que abundan las evidencias claras", sostiene en entrevista con DW.
La globalización funciona, a veces
Narlikar destaca la correlación entre la globalización y la reducción de la pobreza extrema. En 1990, 1.900 millones de personas en el mundo vivían en extrema pobreza. Este número se ha reducido hasta llegar a las 836 millones de personas en 2015. La experta del GIGA lamenta que "este tipo de mensajes no se esté divulgando con la pasión e intensidad necesaria para informar a la gente".
Por su parte, Ángel Gurría, el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, critica que generalmente solo se tenga en cuenta el elemento del crecimiento y no la inclusión. "Debemos enfocarnos en la relación entre la productividad y la inclusión", dijo a DW.
"Desde luego se trata de aumentar la productividad, pero sin el elemento de la inclusión, la productividad se topará con un muro, y habrá rechazo", agregó. Sin embargo, Gurría también señaló que no tiene sentido enfocarse solo en la redistribución porque eso afectaría el crecimiento.
Alemania, ¿un modelo ejemplar?
Para Narlikar, Alemania es un ejemplo de que sí es posible compartir los beneficios de la globalización. "Tiene un mercado abierto, pero con reglas para ayudar", dijo. "Alemania es además pionera en áreas como el desarrollo verde y sustentable".
Asimismo elogió la "seriedad" y "metodología" con que Alemania, anfitriona del G20 en Hamburgo, comunica la agenda de la cumbre. Esto es crucial para "mejorar la legitimidad e inclusividad" de la organización, agregó.
La directora del GIGA instó a Alemania y Europa a no caer en la trampa de volverse completamente dependientes de Estados Unidos. En su opinión, el Acuerdo Climático de París es un ejemplo claro de lo que la globalización puede lograr con suficiente "valor y compromiso".
La globalización no solucionará todos los problemas del mundo. Para algunos, seguirá siendo un concepto abstracto; para otros, sus efectos negativos son extremadamente reales. Ángel Gurría está convencido de que la globalización es imprescindible, pero admite que es una obra en curso. "Únicamente la cooperación internacional, y no el aislamiento a la Trump, pueden alcanzar los resultados necesarios", señaló.
Autor: Robert Mudge (VT/DZC)
Hamburgo, escenario de una batalla campal (07.2017)
La violencia se ha apoderado de distintos barrios de la ciudad alemana de Hamburgo, donde las protestas contra el G20 se han convertido, por momentos, en verdaderos actos de vandalismo.
Imagen: Reuters/H. Hanschke
Policías por montones
Casi 20 mil agentes de la Policía se desplegaron en Hamburgo durante la realización de la cumbre del G20. Como vemos, algunos de ellos estaban fuertemente armados. Sus tareas no se remitieron a resguardar la seguridad de los importantes invitados, sino también a enfrentar las manifestaciones y controlar los desmanes que se desataron en el curso de las últimas jornadas.
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Marks
Batallas campales
Aunque no todas las protestas fueron violentas, sí hubo varias que se vieron superadas por los excesos de grupos violentistas y transformaron la ciudad en campo de combate. Las autoridades esperaban estos escenarios, aunque este sábado 8 de julio la policía reconoció "niveles nunca antes vistos" de violencia. Al menos 213 agentes resultaron heridos, algunos de ellos con lesiones graves.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Schrader
Barricadas y gases
Los enfrentamientos entre grupos antiglobalización y las fuerzas de seguridad se sucedieron en distintos sectores de la ciudad, y prácticamente a toda hora. Los choques más duros fueron protagonizados por el llamado "bloque negro", un grupo antisistema cuyos miembros van encapuchados. La Policía les exigía dejar al descubierto su identidad, lo que daba pie a disputas.
Imagen: picture-alliance/ZUMAPRESS/O. Messinger
Una ciudad que sufre
Nadie sabe qué culpa purgó este paradero de buses, pero fue víctima de la violencia de los enfrentamientos, así como numerosas vitrinas, cajeros automáticos, máquinas expendedoras de boletos de transporte, señalización y toda clase de mobiliario urbano que ahora debe ser repuesto. Los más perjudicados con estos destrozos son los vecinos de Hamburgo.
Imagen: DW
Violencia nocturna
Bicicletas que tenían la mala fortuna de estar estacionadas en la calle, señales de tránsito y prácticamente cualquier cosa que estuviera al alcance de la mano servía para montar barricadas que dificultaran la acción de la policía. Las autoridades reportaron decenas de vehículos quemados y 63 detenciones solamente en la madrugada del sábado.
Imagen: Reuters/H. Hanschke
Fuego en Hamburgo
Las barricadas terminaron convertidas en enormes llamaradas, mientras grupos violentistas lanzaban piedras, trozos de madera, petardos y otros fuegos de artificio a las fuerzas de seguridad. En el barrio de Schanzenviertel se vivieron escenas de violencia inusitada. Entre los lesionados hay un policía al que le reventó un petardo en la cara y que podría perder la visión de un ojo.
Imagen: Reuters/F. Bensch
Destrucción y saqueos
En la calle Schulterblatt, conocida por sus cafés, restaurantes y tiendas de ropa, un supermercado Rewe fue saqueado y destruido por decenas de exaltados. La policía se vio obligada a desplegar grupos antidisturbios para controlar una situación que estaba escapando de sus manos. Helicópteros apoyaron desde el aire. Pocas veces Hamburgo había visto escenas de este tipo.
Imagen: Getty Images/AFP/O. Andersen
¿Qué tiene que ver esto con el G20?
No solo el supermercado Rewe sufrió la ira de los encapuchados. La droguería Budnikowsky fue destruida y arrasada por grupos que también golpearon a vecinos y a personal médico de las ambulancias que llegaban al lugar. El periódico Die Welt habló de una "absurda mezcla entre guerra civil y happening" y de agentes diciendo que esto "es una guerra".
Imagen: Reuters/P. Kopczynski
Malestar policial
El jefe en Hamburgo del sindicato policial, Jan Reinicke, criticó lo sucedido: "La situación ha exigido a la policía hasta el extremo", dijo el dirigente, según recoge el semanario Der Spiegel. "La política es la única responsable de la enorme cantidad de agentes heridos y de la destrucción de la ciudad", agregó. Para él está claro que "Hamburgo nunca debió ser sede de la cumbre del G20".
Imagen: DW/J. Witt
A limpiar este caos
Las primeras luces del día dejaron en evidencia la magnitud de los destrozos. La situación es tan grave que llegó al campo político, donde la Unión Cristiano Demócrata (CDU) acusó al alcalde de Hamburgo, el socialdemócrata Olaf Scholz, de haber subestimado la capacidad de acción de los violentistas. La Policía, en tanto, realiza una búsqueda casa por casa de miembros de grupos ultraizquierdistas.