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El Gabinete del Horror gobierna Brasil

Alexander Busch
25 de mayo de 2020

Gracias al video y la transcripción de una reunión ministerial, todos los brasileños deben tener ya una idea de cómo funciona el gabinete de Bolsonaro. Pero no a todos les disgusta, opina Alexander Busch.

“No voy a esperar a que jodan a toda mi familia, a mis amigos, porque no puedo cambiar a alguien de la seguridad en la punta de la línea de nuestra estructura”, dice Bolsonaro en el video.
“No voy a esperar a que jodan a toda mi familia, a mis amigos, porque no puedo cambiar a alguien de la seguridad en la punta de la línea de nuestra estructura”, dice Bolsonaro en el video.Imagen: picture-alliance/dpa/Palacio Planalto/M. Correa

La reunión de gabinete del pasado 22 de abril ofrece una oportunidad única para entrar, como testigo, a la sala de máquinas del Gobierno populista de derecha del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. A cualquiera que lea el protocolo de 75 páginas le quedará claro cómo funciona este Gobierno. Incluso frente a la actual pandemia de coronavirus, a Bolsonaro solo le interesa una cosa: moldear la realidad a su favor y expandir su poder.

El día de esa reunión de gabinete, casi 3.000 brasileños habían muerto ya por el virus. El ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, había renunciado una semana antes, sin cumplir un mes en el cargo. Pero poco se habló en la cita sobre COVID-19 o sobre el creciente número de muertos, que hoy sobrepasa los 22.000.

El poder de los militares

La principal preocupación es el Plan Pró-Brasil: un programa estatal de inversión en infraestructura para mitigar el impacto económico de la pandemia, que se presentó al público ese día. El plan fue diseñado por los militares.

Para el "superministro” de Economía, Paulo Guedes, es una afrenta. Se suponía que el economista de la Escuela de Chicago reformaría el Estado y la economía, recortaría los presupuestos y privatizaría las empresas estatales. Según ese plan, sin embargo, los militares pueden gastar ahora a manos llenas todo lo que Guedes ahorró con reformas. Entretanto, no ha vuelto a hablarse de Pró-Brasil.

Alexander Busch es corresponsal de DW en Salvador de Bahía, BrasilImagen: Paulo Fridman

La sesión de dos horas muestra claramente quién está a cargo del Gobierno: el presidente y los militares. Walter Souza Braga, general y jefe de la Oficina Presidencial, dirige la sesión, otorga y retira la palabra. Hay otros siete generales en el gabinete, pero permanecen mudos durante toda la grabación.

En silencio, escuchan cómo los látigos ideológicos del Gobierno expresan sus absurdas ideas: el ministro de Educación quiere encarcelar a toda la Corte Suprema; la de Familia, arrestar a los gobernadores y alcaldes. Y el de Exteriores sueña con una nueva alianza global de valores, en la que Brasil y otras cinco naciones determinarán decisivamente el destino del mundo.

No son bufones, sino pilares de la corte

Estos ministros, engañosamente percibidos por algunos como bufones, son los pilares de la corte de Bolsonaro. Al igual que el titular de Turismo, que quiere permitir casinos de juego en complejos hoteleros para atraer así a visitantes ricos al país. O el de Medio Ambiente, que sugiere utilizar la crisis del coronavirus para aprobar aceleradamente nuevas leyes ambientales en el Congreso, mientras los medios de comunicación están distraídos.

Las partes tachadas del protocolo ocultan, obviamente, declaraciones despectivas sobre China. Hay que soportar a "los tipos” porque le compran mucho a Brasil, dice, por ejemplo, el ministro de Economía.

El presidente Bolsonaro dedica también palabras soeces a sus oponentes políticos, o sea, a todos los que no piensan como él. Se queja de que los medios lo persiguen. Así que, en el futuro, cada ministro alabado por periodistas debería perder su puesto, dice. También quiere armar lo más rápido posible a la población civil. En su opinión, este es el único modo de prevenir una dictadura.

¿Por qué interviene Bolsonaro en la Policía?

Para la publicación del protocolo fue crucial la exigencia de Bolsonaro de sustituir a los responsables de su seguridad en Río. Y al jefe de estos, y hasta al ministro del ramo si fuese necesario para vencer la resistencia a su reclamo: "¡Y punto final! No estamos aquí para jugar", sentencia.

Esta afirmación fue la razón por la cual el ministro de Justicia, Sergio Moro, anunció su renuncia poco después: el presidente había intentado intervenir en la Policía Federal, para evitar investigaciones sobre casos de corrupción que rodeaban a su hijo, aseguró entonces Moro,  y exigió la publicación del protocolo de la reunión de gabinete. El Tribunal Supremo la aprobó la semana pasada.

Pero la interpretación legal de las afirmaciones de Bolsonaro sirven muy poco al exministro Moro: no prueban, sin lugar a dudas, que Bolsonaro desease intervenir en el aparato policial para proteger a su hijo del enjuiciamiento, estiman los jueces.

Los seguidores de Bolsonaro celebran

Así lo ven también los seguidores de Bolsonaro en Brasil: ¡Celebran las grabaciones publicadas en las redes sociales con el eslogan "Bolsonaro 2023"! Ahora no hay nada que obstaculice la reelección de su ídolo. La evidente inacción y falta de interés del presidente en la pandemia no parecen molestarles.

En cuanto a los ministros y militares aún a su lado, tras este protocolo, no quedan dudas: ellos son ahora corresponsables del creciente número de víctimas fatales de la pandemia, así como de tratar de abolir las instituciones democráticas.

(rml/cp)

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