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El gas ruso en Alemania: una complicada relación de 50 años

Arthur Sullivan
9 de marzo de 2022

Durante medio siglo, el gas natural ruso ha alimentado los hogares y las empresas alemanas. Desde un principio, el vínculo comercial fue controvertido, pero estableció profundos lazos económicos entre los dos países.

Las tuberías de fabricación alemana fueron la base de muchos gasoductos rusos
Las tuberías de fabricación alemana fueron la base de muchos gasoductos rusosImagen: SNA/imago images

La negación de Alemania a prohibir las importaciones de gas natural ruso es un reflejo de la profunda y prolongada dependencia del país de esta fuente de energía. El canciller Olaf Scholz dejó clara su posición este lunes (08.03.2022).

"Europa ha eximido deliberadamente de las sanciones a los suministros energéticos procedentes de Rusia", dijo en un comunicado. "En este momento, el suministro de energía de Europa para la generación de calor, movilidad, y electricidad, no puede asegurarse de ninguna otra manera”. Desde hace casi 50 años, el mayor exportador de gas natural del mundo abastece a la mayor economía de Europa.

Rusia suministra gas a países de toda la UE, y muchos del este de Europa son incluso más dependientes que Alemania, que adquiere aproximadamente el 50% de su gas de Rusia. Según datos de las aduanas rusas, Alemania registró casi un 20% de todas las exportaciones de gas ruso en 2020, siendo así su mayor cliente.

Auge del comercio bilateral

En 1955, el canciller alemán Konrad Adenauer visitó Moscú para establecer relaciones diplomáticas entre la nueva República Federal de Alemania (RFA) y la Unión Soviética. En 1958 se firmó un acuerdo comercial y, en 1960, el comercio bilateral entre ambos países estaba en pleno auge.

En los años 60, la asombrosa riqueza de los recursos petrolíferos y gasísticos rusos se hizo patente. La demanda de tuberías de gran diámetro fabricadas en Alemania se disparó al iniciarse un gigantesco negocio energético para los soviéticos.

La inmensidad de las reservas energéticas de Rusia se hizo evidente en los años 1960Imagen: Alexandr Semenov/Gazprom

Alemania Occidental había empezado a suministrar tuberías para el oleoducto Druzhba (Oleoducto de la Amistad), el más largo del mundo, que unía Rusia con gran parte de Europa del Este, y que entró en funcionamiento en 1964. Sin embargo, la administración Kennedy, en Estados Unidos, estaba asustada por el crecimiento sector energético de la Unión Soviética y consiguió imponer, a través de la OTAN, un embargo a las exportaciones de tuberías de Alemania a la URSS.

Sin embargo, a finales de la década, la Ostpolitik del canciller Willy Brandt abría las relaciones del país con sus vecinos del este. Esto allanó el camino para un acuerdo histórico entre Alemania Occidental y la Unión Soviética en 1970, en el que la RFA aceptó extender Transgas, una extensión del gasoducto Soyuz, a través de lo que ahora es la República Checa hasta el estado de Baviera, en el sur de Alemania.

A cambio del gas, Alemania Occidental suministraría tuberías como parte de un acuerdo mucho más amplio conocido como "tuberías por gas”: la importación de gas proveniente de la Unión Soviética se pagaba con exportaciones de tubos de acero.

En 1973, el gas ruso empezó a llegar a Alemania Occidental, el mismo año en que empezó a llegar a Alemania Oriental, que formaba parte del bloque Este de Europa y era un estado satélite de la Unión Soviética.

Varios comentaristas, líderes empresariales y académicos han identificado ese acuerdo de 1970 como un parteaguas importante en la Guerra Fría, ya que estableció una base mutua para la cooperación económica entre Rusia y Europa occidental.

A medida que se cerraban varios acuerdos más para aumentar el suministro, las importaciones alemanas de gas soviético aumentaron constantemente a lo largo de la década de los 70. La crisis del petróleo de mediados de ese decenio hizo que países como Alemania se diversificaran aún más hacia el gas natural como fuente de energía, y la Unión Soviética se benefició.

Preocupación de Estados Unidos

La relación histórica de Alemania con el gas ruso ha sido controvertida en Estados Unidos. Desde el embargo de las exportaciones de tuberías, a principios de los años 60, varios presidentes estadounidenses se mostraron preocupados por la creciente dependencia de Europa hacia esa fuente de energía. En los años 80, el presidente Ronald Reagan intentó en repetidas ocasiones convencer a Alemania, y a otros países europeos, de que redujeran la cantidad de gas ruso que importaban.

Sin embargo, eso sirvió de poco, ya que la relación comercial se consideraba claramente beneficiosa para ambas partes. Cuando cayó el Muro de Berlín, en 1989, la Unión Soviética representaba alrededor de un tercio de toda la demanda de gas de Alemania Occidental. En términos de volumen, los suministros de gas ruso a Alemania habían aumentado de 1.100 millones de metros cúbicos en 1973 a 25.700 millones de metros cúbicos en 1993.

Tensión geopolítica

En la década de 1990, Gazprom, empresa estatal rusa de gas natural, se interesó cada vez más por los suministros a Europa que pasaban por Ucrania, tanto por la deficiente infraestructura gasística de Ucrania como por razones geopolíticas. El gasoducto Yamal, que alcanzó su plena capacidad en 2006, conecta los yacimientos siberianos de gas con Alemania a través de Bielorrusia y Polonia.

Luego vino el Nord Stream 1, un gasoducto que transportaría el gas directamente desde el territorio ruso hasta el alemán a través del Mar Báltico, evitando todos los países intermedios. El acuerdo fue firmado en 2005 por el entonces canciller alemán Gerhard Schröder y el presidente ruso, Vladimir Putin. Fue inaugurado en 2012.

Polonia y los Estados bálticos se opusieron firmemente, pero sus partidarios dentro de Alemania consideraron el acuerdo como una forma de consolidar aún más los lazos con Rusia.

El canciller alemán Gerhard Schröder se hizo muy amigo del presidente ruso Vladimir Putin, y llegó a ser nombrado miembro del consejo de administración de GazpromImagen: EPA/ITAR-TASS/dpa/picture alliance

¿Se acerca el final?

En la última década, Alemania ha seguido importando gas de Rusia en volúmenes históricamente altos. Sin embargo, la relación comercial se ha visto sometida a una presión cada vez mayor, sobre todo debido a las preocupaciones geopolíticas expresadas principalmente por EE. UU. en torno a la dependencia del gas ruso, en un momento en que el país ha mostrado su agresividad a sus vecinos, entre ellos, Ucrania y Georgia.

El Nord Stream 2, un segundo gasoducto previsto en el Mar Báltico que habría aumentado considerablemente el suministro directo de gas de Rusia a Alemania, se convirtió en uno de los principales focos de preocupación para Estados Unidos.

No obstante, a pesar de la clara oposición estadounidense, el gasoducto se completó y pudo haber sido finalmente certificado para el suministro de gas, si no hubiera sido por la invasión a Ucrania. Este hecho obligó al gobierno alemán a posponer indefinidamente su aprobación, y su futuro luce muy incierto.

A pesar de la oposición alemana, la UE está presionando para alejarse drásticamente de las fuentes de energía rusas lo antes posible. Este martes (08.03.2022), funcionarios de la UE esbozaron un plan para poner fin a las importaciones de energía rusa antes de 2030 y reducir la demanda hasta en dos tercios ya en 2022.

"Debemos independizarnos del petróleo, el carbón y el gas rusos", dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un comunicado. "Simplemente no podemos confiar en un proveedor que nos amenaza explícitamente”. (ee/cp)

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