El gesto disidente que desafió el gran desfile militar chino
5 de septiembre de 2025
Tras el imponente desfile militar celebrado el miércoles, 3 de septiembre de 2025, en Pekín, con tropas marchando en formaciones impecables y misiles de última generación en exhibición, un solo acto de desafío a unos 1450 kilómetros de distancia comenzó a captar la atención mundial.
El 29 de agosto, apenas unos días antes del gran desfile, una proyección de enormes consignas anticomunistas iluminó la noche sobre la fachada de un edificio de gran altura en la ciudad de Chongqing, en el suroeste de China.
"¡Abajo los fascistas rojos! ¡Derroquen la tiranía comunista!”, decía uno de los mensajes. Otro proclamaba: "¡Levántense, los que se niegan a ser esclavos!”.
Cuando la policía irrumpió en la habitación desde donde se lanzaba la proyección, Qi Hong, el activista detrás de la acción meticulosamente planeada, ya había huido hacía tiempo, dejando únicamente una carta manuscrita en la que instaba a la gente a "no ayudar a un tirano”.
"Me repugna cada vez más el uso que hace el Gobierno de la maquinaria del Estado para incitar al odio”, dice Qi a DW, tras llegar a Londres con su esposa e hijas, señalando que el desfile fue la gota que colmó el vaso y lo impulsó a llevar a cabo la proyección.
Estos actos de disidencia son raros en China, donde la crítica pública al Partido Comunista puede derivar en acoso policial, persecución o cárcel.
En Weibo, una de las mayores redes sociales del país, no aparece ninguna información sobre la protesta de Qi. Durante días, las búsquedas más destacadas fueron publicaciones de elogio al desfile, seguidas por la noticia del arresto, el 4 de septiembre, de un hombre acusado de comentarios en línea críticos sobre el evento.
Entusiasmo público y escepticismo silenciado
El desfile del miércoles, que conmemoraba el 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, atrajo una atención internacional significativa gracias al histórico encuentro entre el presidente chino, Xi Jinping, el presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder norcoreano, Kim Jong-un.
Un aluvión de análisis y coberturas mediáticas se centró en la exhibición de armamento modernizado y avances tecnológicos de Pekín.
El China Daily, diario estatal en inglés, informó que el desfile "recibió grandes elogios de líderes mundiales”, con una retransmisión en directo que mantuvo a los chinos "pegados a sus teléfonos móviles y televisores”.
Wu Qiang, académico independiente y analista político en China, describe a DW el ambiente general como "una mezcla de atención, entusiasmo y frustración ante las voces que cuestionaron [el desfile]”.
En los días previos al gran evento en Pekín, las autoridades chinas cerraron partes de la capital bajo estrictas medidas de seguridad. Tiendas locales y estaciones de metro cercanas a la ruta no pudieron abrir y los residentes tuvieron que mantener sus ventanas cerradas.
Wu señala a DW que, durante la parada militar, las calles vacías bajo férreo control y las "multitudes cuidadosamente coreografiadas” reunidas en la plaza de Tiananmén reflejaban claramente el contraste en el sentimiento público.
El audaz acto de disidencia en medio del desfile
Qi, el activista que organizó la proyección de protesta rechaza lo que denomina "propaganda del odio”.
En su opinión, el Partido Comunista de China insiste en resaltar las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial por el régimen militar japonés —que mató a millones de personas en la región de Asia-Pacífico—, pero evita reflexionar sobre las tragedias que causó en su propio país, incluida la masacre de Tiananmén en 1989.
En julio, semanas antes del desfile militar del 31 de agosto, Qi empezó a planear su protesta. Estudió ubicaciones y practicó proyecciones con frases inofensivas. Después, abandonó China y activó el proyector de forma remota.
La pancarta, en letras rojas sobre fondo blanco, añadía: "Queremos dignidad, no mentiras. Necesitamos reformas, no otra revolución cultural. Queremos votar, no un líder. No sean esclavos, sean ciudadanos”. Las referencias a la protesta fueron rápidamente censuradas en redes sociales.
"Simplemente no podía soportarlo más”
Acciones planeadas como estas se han vuelto más frecuentes en China, mientras los disidentes buscan formas de mostrar su rechazo al Gobierno esquivando el sistema de vigilancia masiva.
Tras la protesta pública de Qi, la policía detuvo a uno de sus hermanos y a un amigo, además de interrogar a su anciana madre frente a su casa en China. Hasta el momento de la publicación de esta nota, la policía de Chongqing no ha respondido a la solicitud de comentarios de DW.
En redes sociales, muchos han aclamado a Qi como un "guerrero”. Pero, al hablar con DW en Londres, él niega tal etiqueta: "Soy solo una persona común. Simplemente no podía soportarlo más, alguien tenía que hacer algo”.
Practicante budista, Qi explica a DW: "A menudo hablo con mis hijos sobre el karma… Siembras odio, recogerás odio”. "Yo no quiero que sigan viviendo en esta sociedad”, añadió. "Es como vivir en una cloaca y, aun así, tener que decir: ‘Huele bien'.”
Con reportes adicionales de Hao Yu, corresponsal de DW.
(md/ms)