Afganistán anuncia una semana de "reducción de la violencia"
21 de febrero de 2020
La medida, que entrará en vigor mañana, es un paso previo a un alto el fuego que facilite la salida de las tropas estadounidenses del país. El acuerdo con los talibanes se anunció hace siete días, pero sin fecha.
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El gobierno afgano anunció el viernes (21.02.2020) que talibanes, estadounidenses y fuerzas de seguridad del país van a disminuir los actos violentos desde el sábado durante una semana, un compromiso logrado tras arduas negociaciones que podría derivar en un acuerdo duradero. "La reducción de la violencia empezará el 22 de febrero y durará una semana", anunció a las agencias de noticias Javed Faisal, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de Afganistán.
Esta disminución de los combates, si es efectiva, debería allanar el camino para la firma de un acuerdo entre Washington y los talibanes sobre una retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, a cambio de garantías de seguridad de los insurgentes. "Esperamos que esta reducción de la violencia llevará a un alto el fuego, y a una paz duradera en Afganistán", prosiguió Faisal.
Las tropas estadounidenses no han comentado la noticia, pero varios líderes talibanes que pidieron no ser identificados (ya que se espera un comunicado oficial durante el día) confirmaron a la agencia Reuters el acuerdo, aunque matizaron que no podía hablarse de un "alto el fuego". "Todas las partes tienen derecho a la legítima defensa, pero no habrá ataques contra las posiciones de los demás en estos siete días", dijo un líder talibán desde Doha, que concedió también que el objetivo es crear un clima de seguridad para un posible acuerdo de paz futuro.
Las fuerzas afganas mantendrán las operaciones militares normales contra otros grupos terroristas, como el Estado Islámico, durante el período de reducción de la violencia, dijo Faisal, y agregó que las fuerzas afganas también responderán ante la más mínima violación del acuerdo por parte de los talibanes. "Los funcionarios locales y de seguridad del gobierno han sido instruidos por el propio presidente sobre cómo seguir las regulaciones acordadas para el período de reducción de la violencia", dijo.
En Doha, un alto responsable afgano había declarado el martes que la firma de un acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes podría tener lugar el 29 de febrero en la capital de Catar, si se conseguía una "reducción de la violencia". Este acuerdo es inminente, había asegurado también el martes un responsable talibán en Pakistán. "Todos los detalles fueron finalizados y el consejo dirigente (de los talibanes) dio su visto bueno al equipo de negociadores talibanes", declaró entonces a la AFP.
lgc (afp/reuters)
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La interminable lucha por el poder en Afganistán
A 17 años de la invasión estadounidense, Afganistán sigue sumido en la violencia desatada por los talibanes. Una serie de mortales atentados en el último año sugiere que los radicales son más fuertes que antes.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Una seguridad frágil
Los reiterados ataques que han tenido lugar en 2018 y 2019 han causado la muerte y dejado con heridas a cientos de inocentes, y muestran cuán frágil es la situación del país y el débil poder del gobierno. Los incidentes han provocado desesperación en los ciudadanos, cansados de la guerra, y han puesto en evidencia las limitaciones del Estado para garantizar la estabilidad.
Imagen: Reuters/M. Ismail
Una larga serie de ataques
Los episodios de violencia han puesto nuevameente a Afganistán en el centro de la mirada internacional. Tanto los talibanes como el Estado Islámico se han atribuido distintos ataques, mientras crece la presión para que el gobierno afgano mejore la seguridad y recupere los territorios que están bajo el dominio de distintos grupos insurgentes, incluidos los ya citados talibanes y Estado Islámico.
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Ofensiva de primavera
En 2018, los talibanes anunciaron el comienzo de su ofensiva anual de primavera, desestimando una oferta de paz realizada por el presidente Ashraf Ghani. Los milicianos, que luchan para reinstaurar su visión radical de la ley islámica, aseguraron que su campaña fue en respuesta a la estrategia adoptada por EE.UU. en 2017, más agresiva con el fin de forzar a los insurgentes a sentarse a negociar.
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La política para Afganistán de Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, presentó una nueva estrategia para Afganistán en 2017, prometiendo desplegar más tropas para entrenar a las fuerzas afganas. También aseguró que su país seguiría apoyando a los afganos en su guerra contra los talibanes y que, para ello, la presencia estadounidense se extendería todo lo que fuera necesario. En 2019, sin embargo, cambió de parecer.
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Proceso de paz
Pese a que el presidente Ghani realizó una oferta en febrero de 2018 para que hubiera conversaciones de paz "sin condiciones previas", los talibanes no mostraron interés alguno hasta 2019, desestimando las propuestas como parte de una "conspiración". En 2019 aceptaron negociar, pero directamente con Estados Unidos, pasando por encima de Kabul.
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Apoyo paquistaní
Pakistán ha sido presionado por Kabul y Washington para que deje de ofrecer refugio a los militantes acusados de realizar ataques en Afganistán, un cargo que Islamabad niega, insistiendo en que su influencia sobre los insurgentes es sobreestimada. Kabul e Islamabad intercambian acusaciones de proteger a milicianos del otro país. El lenguaje áspero ha caracterizado la relación entre ambos vecinos.
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El papel de los señores de la guerra
Además de los talibanes, los señores de la guerra afganos ejercen una enorme influencia en el país. El año pasado, el líder de Hizb-i-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, volvió a Kabul -tras un exilio de 20 años- para jugar un rol activo en la política. En septiembre de 2016, el gobierno firmó un acuerdo con él con la esperanza de que otros señores de la guerra y grupos radicales siguieran el ejemplo.
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Un gobierno ineficiente
En medio de una interminable batalla por el poder, los niveles de respaldo al presidente Ghani no hacen más que bajar. La corrupción desenfrenada y el largo tira y afloja dentro del gobierno de unidad nacional respaldado por Estados Unidos han tenido un impacto negativo en los esfuerzos gubernamentales para acabar con el terrorismo.