El golpe de gracia holandés
2 de junio de 2005Le Figaro, de París, opina: "El ejemplo de franceses y holandeses alentará a los partisanos del 'No' allí donde se planea efectuar referendos, como en Luxemburgo o Dinamarca. La tentación de detener todo es grande: Tony Blair ya insinuó que podría desistir del prometido referéndum. Pero si se renuncia a la Constitución, hay que saber que pasará ahora. Si se quiere mitigar el shock del 29 de mayo, se deberá poner fin a la indecisión. Una autoridad más enérgica que el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, debe imponerse en Europa y proponer sin dilación una nueva línea, a la que deberemos atenernos. De lo contrario, la crisis desatada por Francia, que ahora alcanzó a Holanda, seguirá expandiéndose, y las consecuencias serán aún mucho peores.
Francia no fue excepción
El General Anzeiger, de Bonn, comenta: "El Nee holandés es tanto más grave porque demuestra que el No francés no fue un mero accidente. Dos importantes socios fundadores de la Unión Europea se han pronunciado contra el proyecto europeísta más significativo de las últimas décadas. La crisis europea es tan profunda que ya es hora de un programa de salvamento. Pero, por el momento, nadie sabe cuál podría ser. De seguro la ratificación debe proseguir. Pero, al mismo tiempo, debe dejarse en claro que aquellos que no quieren la Constitución, o que no la quieren todavía, se colocan en segunda fila. ¿Una Europa dividida? Si, porque no sólo cada 'No', sino también cada 'Sí' debe ser tomado en serio."
El fracaso de una ideología
La Repubblica, de Roma, apunta: "Tras la alarma francesa, llegó ahora la confirmación holandesa. Francia no fue pues la gran excepción a la fidelidad general hacia Europa. Por el contrario: el rotundo 'No' de Holanda nos recuerda precisamente aquí comenzó todo hace tres años, cuando la ejecución pública de Pim Fortuyn fue una clara señal de la pérdida de la inocencia de todo un continente. Hoy, tres años más tarde, toda la política europea, toda la esfera gobernante, se ve confrontada de pronto con el fracaso de la última ideología que había sobrevivido a la muerte de las religiones políticas del siglo XX: el europeísmo."
Un mensaje que no se puede ignorar
The Guardian, de Londres, subraya: "Demasiados -en Francia, Holanda y más allá de esos países- ven en la integración europea un problema, y no una solución. Después de haber esperado educadamente el resultado del referéndum holandés, la UE debe abordar con los ojos abiertos la tarea que se plantea. Sería un error ignorar el claro, aunque tozudo, mensaje de ambos referendos. Sería un error repetir la votación en ambos países. Tampoco tendría gracia seguir adelante con los proyectados referendos en Dinamarca, Polonia, Irlanda y la República Checa, debido al riesgo del efecto dominó de un rechazo aún mayor, pese a las exhortaciones de Alemania y de algunos eurófilos franceses que intentan reducir el efecto del voto de su país. Lo mismo vale para la celebración de un referéndum en Gran Bretaña.