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El gran dilema: ¿ver el Mundial de Qatar o boicotearlo?

Pascal Jochem
18 de noviembre de 2022

Comienza en Qatar el Mundial de Fútbol más polémico de la historia. Un dilema para muchos aficionados, especialmente en Alemania: ¿prender el televisor o unirse al boicot? Pascal Jochem está buscando una respuesta.

"Boicot a Qatar 2022", se lee en un cartel en el que el balón de fútbol se ve como el peso al final de la cadena que solía llevar los presos antiguamente en el imaginario colectivo.
Un bar de Colonia anuncia que no pondrá los partidos con este cartel.Imagen: Oliver Pieper/DW

Es el "ser o no ser" de nuestro tiempo. Solo que aquí la cuestión es el fútbol. ¿Qué hacer respecto a la Copa del Mundo en Qatar? ¿Sintonizarla o ignorarla? ¿Rendirse o protestar? ¿Ver o no verlo? Las familias están divididas, hay desacuerdo entre los tertulianos e incluso entre los colegas, las opiniones difieren.

¿Se puede, después de toda la controversia política que rodea el torneo, animar en la Copa del Mundo o siquiera verla por televisión? ¿O es moralmente cuestionable? Ante todo, la moral.

Fuertes críticas desde los estadios de la Bundesliga

En los estadios alemanes, la opinión sí parece ser unánime: el Mundial de Qatar será rechazado. Con pancartas y carteles, muchos aficionados por todo el país lo han recalcado en las últimas semanas. Se denuncian las muertes entre los trabajadores migrantes y la legislación homófoba en el país de anfitrión. Y con razón.

Pero Qatar simboliza mucho más para muchos críticos: el camino peligroso que ha tomado el fútbol moderno. Los jeques y el "lavado de imagen" que les proporciona el deporte, los inversores dudosos, la corrupción y la gran venta del alma del juego: Qatar es todo un símbolo de todo esto. Que se rechace, puedo entenderlo.

Pacal Jochem, de la redacción de Deportes de DW.Imagen: DW

Pero, ¿ignorar simplemente el fútbol, ​​como si el evento deportivo más grande del mundo no se estuviera celebrando? Antes del Mundial de Rusia 2018 también hubo quejas en los medios, pero no llamados a un boicot. La fuerza aérea rusa arrojaba bombas sobre Siria y los trabajadores norcoreanos traídos para la construcción de los estadios eran sistemáticamente explotados. "Los esclavos de San Petersburgo", los llamaba un titular.

¿No se había cruzado ya una línea roja entonces? ¿Puede un boicot televisivo realmente surtir algún tipo de efecto? Cada bar, cada aficionado, puede decidir por sí mismo. Y los malos datos de audiencia también afectan al organismo rector del fútbol mundial, la FIFA. Pero si Alemania, y quizás el norte de Europa, arrojan peores índices de audiencia, seguramente otras regiones lo compensarán. La FIFA ha estado mucho tiempo tratando de abrir nuevos mercados. 

El mundo árabe merece una Copa del Mundo, pero ¿dónde?

Hace mucho que se viene retrasando la celebración de una Copa del Mundo en el mundo árabe. La FIFA  ha necesitado para ello más de 90 años. La crítica de la "Copa del Mundo de Invierno" y la falta de tradición futbolística en Qatar es eurocéntrica, para algunos, incluso, fruto de la arrogancia occidental. La región merece un Mundial.

De todos los lugares posibles, ¿tenía que ser precisamente Qatar? Yo tampoco estoy contento con la elección. Pero prenderé la televisión y seguiré la Copa del Mundo. Y ya lo sé: dolerá. No me hace demasiada ilusión. Las primeras informaciones sobre "fans falsos", supuestamente comprados, celebrando una fiesta en Doha me dejan sin palabras. Así como la perspectiva de tener que soportar más mensajes de paz del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en las próximas semanas.

Me aferro a los recuerdos de la infancia. En 1994, cuando era un niño, me senté emocionado en una habitación oscura frente a los destellos del televisor de tubo catódico. Cuando los nigerianos jugaron espléndidamente y el brasileño Bebeto celebró sus goles moviendo los brazos como si meciera a un bebé.

Observar y cuestionar

Son estas imágenes las que quedan grabadas. Cada aficionado tiene su propia historia. Es a través de tales experiencias como nace la fascinación de la Copa del Mundo. Y al final nos sintonizamos por amor al juego. O, al menos, por motivos profesionales.

Esta vez será un acto de equilibrismo especial: ¿hasta dónde llegará el campeón africano, Senegal?, ¿aprovechará Messi su última oportunidad?, ¿cómo les irá a Hansi Flick y al equipo de la DFB? Todas estas historias merecen la pena ser contadas, pero, en realidad, estoy mucho más interesado en lo que sucede fuera del campo.

¿Cómo se desmoronará la escenificación de la FIFA, que ya proclamó el torneo como "la mejor Copa del Mundo de todos los tiempos"? ¿Existe un fondo de compensación para los trabajadores extranjeros debido a la presión internacional? ¿Qué opinan los cataríes de la libertad de prensa? (Las señales iniciales no son exactamente prometedoras). ¿Cómo ven los aficionados latinoamericanos y asiáticos esta Copa del Mundo y el problema de los derechos humanos que tanto se está recalcando en Occidente?

¿Se planteará el equipo de la DFB otras acciones para "representar nuestros valores", como anunció Manuel Neuer, aunque le cueste sanciones? ¿Va a aprovechar realmente el emirato esta "oportunidad", como la calificó Bastian Schweinsteiger en una entrevista con DW? ¿Y cómo reaccionan ante las críticas todas las figuras de relaciones públicas lujosamente pagadas, como el embajador de Qatar, David Beckham? Quiero saber, cuestionar y discutir todo esto. En la mesa del comedor, en la cantina o en el pub. Todas estas cosas merecen nuestra atención. Y es por eso que mirar hacia otro lado no es una opción para mí.

(lgc/ms)