El hombre más anciano del mundo sobrevivió a Auschwitz
21 de enero de 2016
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Un superviviente del Holocausto de 112 años es, al parecer, el hombre más anciano del mundo. Así lo aseguró hoy (21.01.2016) el diario israelí Haaretz. Tras la muerte de un japonés de su misma edad a principios de esta semana, Israel Krystal, residente en la ciudad de Haifa, en el norte de Israel, recibió una carta del Grupo de Investigación Gerontológico en la que se le informaba de su nueva condición y se le pedía un documento oficial para certificarlo como tal en las oficinas del Récord Mundial de Guinnes.
Según los datos de la organización, que se dedica al seguimiento de ancianos mayores de 110 años, no existe datos en estos momentos de ningún varón que supere a Krystal en edad, pero para acreditarlo como "hombre más anciano del mundo" debe probar su fecha de nacimiento con un documento de sus primeros veinte años de vida. El problema está en que el único que atestigua su edad es un certificado polaco de matrimonio de cuando Krystal tenía 25 años, por lo que el grupo de trabajo debe plantearse ahora si flexibiliza sus reglas y lo acepta como válido.
"Cuestión de buena suerte"
Hasta principios de esta semana, el título oficial estaba en manos de Yasutaro Koyde, fallecido dos meses antes de cumplir 113 años. La mujer más anciana es la estadounidense Susannah Mushatt, de 116 años y residente en Brooklyn. Nacido en la ciudad de Zarnow, en Polonia, Krystal fue enviado en 1940 al gueto de Lodz, y cuatro años más tarde al campo nazi de exterminio de Auschwitz, donde murió su primera mujer.#bbi
En 1950, emigró a Israel acompañado de su segunda esposa y un hijo. Allí rehizo su vida. Por temor al mal de ojo, el anciano se niega a revelar el número exacto de descendientes que ha tenido y hace dos años, en una entrevista con el mismo diario, dijo que, en cuestiones de longevidad, todo depende de la "buena suerte". "Cada uno tiene su propia fortuna. Todo viene de arriba. No hay secretos", respondió este elaborador de caramelos y dulces al ser preguntado sobre su secreto para alcanzar su avanzada edad. (efe)
Auschwitz: "La muerte no tiene la última palabra"
Estos artistas lucharon por su supervivencia en campos de concentración. En la exposición "La muerte no tiene la última palabra" ("Der Tod hat nicht das letzte Wort"), en el Parlamento alemán, se pueden ver sus trabajos.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Los artistas olvidados
Durante el régimen nazi, muchos artistas fueron perseguidos. Pero pocos conocen a los artistas que siguieron produciendo obras en los campos de concentración. El pintor Waldemar Nowakowski, en la foto, fue uno de ellos. La exposición "Der Tod hat nicht das letzte Wort" (“La muerte no tiene la última palabra”) se puede ver desde el 27 de enero en el Parlamento Alemán.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Los horrores de Theresienstadt
El autor, curador e historiador del arte Jürgen Kaumkötter se dedicó durante más de 15 años a investigar las obras de arte de artistas perseguidos, desde 1933 hasta 1945. No solo tuvo en cuenta las obras creadas durante esa época, sino también aquellas que la tematizan hasta hoy. Leo Haas es autor de este aguafuerte sobre el campo de concentración de Theresienstadt (1947).
Imagen: Bürgerstiftung für verfolgte Künste – Else-Lasker-Schüler- Zentrum – Kunstsammlung Gerhard Schneider
Pintar en el “Museo del campo de concentración”
Se sabe que los artistas de Theresienstadt pintaban, pero también en Auschwitz había un “Museo”. Allí había materiales como lápices, papeles y pinceles a disposición de los creadores para que estos llevaran a cabo obras para las SS. Del campo de concentración de Auschwitz II, sin embargo, apenas se conocen algunas obras. En la foto: Autorretrato de Marian Ruzamski (1943-1944).
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Imágenes de la nostalgia
Este retrato pertenece a Jan Markiel (1944) y fue hecho sin materiales “oficiales” de Auschwitz I. Representa a la hija de un panadero de las cercanías de Jawiszowice, que había ayudado a los prisioneros dándoles pan y enviando sus cartas. El color proviene de trozos de pigmento arrancado a las paredes, y un trozo de lino de los colchones hizo de lienzo.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Testigo de los hornos crematorios
Yehuda Bacon (dcha.) llegó a Theresienstadt en 1942, a los 13 años, y en diciembre fue trasladado a Auschwitz-Birkenau. Allí trabajó como mensajero y se le permitía calentarse en invierno acercándose a los hornos de los crematorios. Lo que vio allí no solo lo contó durante el famoso Juicio de Fráncfort, sino también en los dibujos que realizó luego de finalizada la II Guerra.
Imagen: Bürgerstiftung für verfolgte Künste – Else- Lasker-Schüler-Zentrum – Kunstsammlung Gerhard Schneider
La segunda generación
Michel Kichka es uno de los historietistas más renombrados de Israel: “Segunda generación: lo que nunca le dije a mi padre” es una novela gráfica sobre la infancia de Kichka y su padre, un sobreviviente de Auschwitz. El trauma del padre se transfirió al hijo. Cuando Michel Kichka solo pudo vencer sus pesadillas reflexionando, no sin cierto humor negro, sobre los horrores vividos por su progenitor.
Imagen: Egmont Graphic Novel
Metáfora de la Shoa
También los hijos de la artista israelí Sigalit Landau son sobrevivientes del Holocausto, y su profesor de dibujo fue el también sobreviviente Yehuda Bacon, que trabaja hasta hoy como docente de arte en Israel. Sus trabajos están llenos de alusiones metafóricas al Holocausto, como en estos zapatos, que se pueden ver en la exposición en el Parlamento alemán.
Imagen: Sigalit Landau
"La muerte no tiene la última palabra"
Sigalit Landau recolectó 100 pares de zapatos en Israel y los arrojó al Mar Muerto. El mar los cubrió con capas de sal, y ahora son símbolos de la vida que vence a la muerte. Su deseo era que se expusieran en Berlín como símbolo de la esperanza que vence a la desesperación. La exposición “La muerte no tiene la última palabra” se puede ver hasta el 27 de febrero en el Parlamento Alemán, en Berlín.