El hombre que dejó los aviones y solo viaja en tren
27 de octubre de 2025
Es una mañana normal y ajetreada en el andén 12 de la estación central de Berlín. Se escucha el chirrido de los frenos de un tren que llega. Los pasajeros se mueven al ritmo del anuncio por megafonía, luego suena un silbato, las puertas se cierran de golpe y las ruedas comienzan a girar. Mark Smith está a bordo.
Su viaje es lo suficientemente largo como para que la mayoría de la gente descarte el tren como una opción viable. Se dirige desde su casa en Reino Unido, cerca de Londres, a una conferencia en la capital de Estonia, Tallin.
El trayecto, de 1.800 km, durará cuatro días, requerirá ocho trenes y costará alrededor de 500 dólares solo en boletos. En avión, el mismo viaje se completaría en menos de tres horas y puede costar tan solo 25 dólares. Entonces, ¿por qué se decanta por la opción lenta y cara?
Una vida dedicada al ferrocarril
Mark Smith se dirige a Varsovia, en Polonia. En el vagón restaurante cuenta cómo se enamoró de los trenes.
"Lo que me enganchó fueron los viajes escolares en tren al sur de Francia y a Rusia", recuerda. "Había paisajes, gente, tienen una realidad que los viajes en avión no tienen".
Más tarde, trabajó en una agencia de viajes, vendiendo boletos de tren, para ganar dinero durante sus estudios. "Hacía lo que me gustaba. Conocía todas las conexiones porque había hecho todos los viajes", recuerda.
Pasó a gestionar estaciones en Londres y a trabajar para el departamento de transporte del Reino Unido.
Una Wikipedia para viajar en tren
En 2001, Smith creó un sitio web llamado seat61.com (asiento 61), que es el nombre de su asiento favorito en el tren Eurostar, que conecta Londres con el continente a través del túnel del Canal de la Mancha. Pronto pasó de ser un pasatiempo a convertirse en un trabajo de tiempo completo.
A lo largo de los años, ha creado una especie de Wikipedia para los viajes en tren, con información sobre rutas, tarifas, datos imprescindibles y pequeños trucos para viajar en tren en más de 100 países. El sitio web recibe hasta un millón de visitas al mes, afirma.
"Cuando empecé en 2001, la gente me decía que tenía fobia a volar o restricciones médicas. Pero ahora me dicen que quieren tener una experiencia mejor que la de viajar en avión y además reducir sus emisiones", cuenta.
El tren gana la carrera de las emisiones
A nivel mundial, los viajes en avión son responsables de aproximadamente el 2,5 por ciento del total de las emisiones de CO2 causadas por el ser humano, los automóviles privados de poco menos del 10 por ciento y el tren del 0,26 por ciento.
Para ir de Londres a Tallin en avión, el vuelo directo emite alrededor de 380 kilogramos de dióxido de carbono por pasajero. En auto, la cifra es aún mayor, dependiendo del combustible y el número de pasajeros.
Sin embargo, el viaje en tren solo produce entre 110 y 140 kilogramos de CO2. Y esa cifra será aún menor cuando, en los próximos años, los últimos trenes diésel que se utilizan en la ruta sean sustituidos por trenes eléctricos alimentados con energía renovable.
El estrés es el factor decisivo
Pero, aparte de la ventaja climática, viajar largas distancias en tren también tiene sus desventajas. "La fragmentación es el mayor problema", afirma Smith. Para su viaje a Tallin, tuvo que utilizar trenes de seis compañías ferroviarias diferentes, cada una con su propio sistema de reservas, idioma y moneda. Y esto no es nada inusual. Tampoco lo es la falta de fiabilidad.
Además, las líneas ferroviarias de algunas partes de Europa llevan tiempo deteriorándose, pero la modernización es costosa, señala Pete Dyson, científico conductual de la Universidad de Bath, en el Reino Unido.
En 2018, la construcción de una línea ferroviaria de alta velocidad en los países de la UE costó una media de 25 millones de euros por kilómetro. El mismo tramo de autopista cuesta como mucho la mitad. El cableado eléctrico y la señalización a lo largo de las rutas ferroviarias también encarecen el mantenimiento de las redes ferroviarias.
En el caso del transporte aéreo, los costos de infraestructura física se limitan a los aeropuertos. Las aerolíneas también disfrutan de exenciones fiscales sobre el combustible y el IVA en muchos países.
A pesar de la desventaja en cuanto a costos, tanto en Europa como en el resto del mundo, el transporte ferroviario está creciendo tanto en kilómetros de vía como en número de pasajeros. En 2024, por primera vez, más de mil millones de personas en todo el mundo viajaron en trenes de larga distancia o interregionales.
(vt/ms)