Los elefantes marinos parecen tener una vida muy cómoda. Duermen en la playa, se arrastran unos metros de izquierda a derecha, de aquí allá. Pero la impresión engaña: los elefantes marinos duermen en realidad muy poco.
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Los elefantes marinos pasan la mayor parte de su vida en el mar, sólo cuando cambian de pelaje y para la época de apareamiento y parto, que dura tres meses, forman grandes colonias en las costas. En tierra, les gusta holgazanear y la mayor parte del tiempo duermen plácidamente dejando que el sol brille sobre su pelaje.
Los elefantes marinos pueden dormir fácilmente diez horas al día cuando están en la costa. Pero, ¿cómo y cuándo duermen en el mar? Investigadores de la UC Santa Cruz han investigado estas incógnitas, registrando la actividad cerebral de los mamíferos marinos.
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¿Cuándo duermen los elefantes marinos bajo el agua?
"Durante años, una de las preguntas centrales sobre los elefantes marinos ha sido cuándo duermen", dice Daniel Costa, profesor de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de California, en Santa Cruz (UCSC), Estados Unidos. Como parte del programa de investigación sobre elefantes marinos de la UCSC en la Reserva Estatal de Año Nuevo en California, se están utilizando métodos cada vez más sofisticados para seguir los movimientos de estos mamíferos cuando se sumergen.
"Los datos de cuando están sumergidos muestran que realmente nadan todo el tiempo, así que pensamos que tal vez duermen durante lo que es llamado 'inmersiones a la deriva', es decir, cuando dejan de nadar y lentamente se hunden", explica Costa.
Pero hasta ahora, esto era sólo una suposición. "Ahora por fin podemos afirmar que duermen durante estas inmersiones, y también hemos descubierto que no duermen mucho en general en comparación con otros mamíferos".
Durante sus estancias de un mes en el mar, los elefantes marinos compiten incluso con los elefantes africanos. Con dos horas al día, los paquidermos baten el récord de menor duración de sueño entre los mamíferos.
El océano como laboratorio del sueño
El biólogo evolutivo desarrolló un sistema para que los elefantes marinos salvajes registren su actividad cerebral durante sus inmersiones normales en el océano. La configuración es similar a la de un estudio del sueño humano: los animales llevaban una capucha de neopreno con sensores de electroencefalografía (EEG) y una pequeña grabadora de datos, además de otros instrumentos de medición.
Los datos muestran cómo los animales entran en la fase de sueño profundo, el llamado sueño de ondas lentas (SWS), a unos 150 metros de profundidad, mientras se deslizan por el agua de forma controlada, y luego entran en el sueño REM (de movimientos oculares rápidos) a 200 metros de profundidad.
Durante este tiempo, los elefantes marinos pierden el control postural, se giran sobre su espalda y descienden en una especie de espiral de sueño. "Como una hoja que cae", explica Terrie Williams, también profesora de ecología y biología evolutiva en la UCSC. A esto le sigue otra fase de SWS y los animales vuelven a estar activos tras una breve siesta de unos diez minutos en profundidad.
Los datos sobre el sueño proporcionan a los investigadores información sobre el proceso de toma de decisiones de los mamíferos marinos, es decir, dónde y a qué profundidades se sienten lo suficientemente seguros como para quedarse dormidos, explica Williams.
Estos resultados podrían ser útiles para la conservación de las especies, ya que revelan un "paisaje del sueño" con zonas de descanso preferidas. Normalmente, afirma la ecofisióloga Terrie Williams, "nos preocupamos por proteger las zonas donde se alimentan los animales, pero quizá los lugares donde duermen sean tan importantes como cualquier otro hábitat crítico".
Mundo marino: aprendiendo a sobrevivir
Cada año, crías de mamíferos marinos quedan huérfanas. La mayoría no tiene posibilidades de sobrevivir. En algunos casos, los ecologistas las rescatan y las liberan cuando son capaces de valerse por sí mismas.
Imagen: Monterey Bay Aquarium
Sin una mamá
Cada año, más de 200 elefantes marinos que han sido separados de sus madres son rescatados por “The Marine Mammal Center”, un hospital para animales marinos en Sausalito, Estados Unidos. Lesionados, enfermos y muy pequeños para su edad, la mayoría de los pequeños no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir sin la ayuda humana.
Imagen: DW/B. Osterath
Licuados de pescado
La mayoría de los cachorros son muy chicos para saber qué es un pez y qué hacer con él. En vez de recibir un pez entero, ellos toman un “licuado de pescado”. Los voluntarios trituran los arenques y luego le agregan agua y aceite de salmón. Finalmente, esta mezcla es colocada en enormes jeringas de plástico para poder alimentar a las crías.
Imagen: DW/B. Osterath
Alimentándose a través de una sonda
Mientras un voluntario sujeta la cabeza del animal, otro introduce un tubo de plástica al estómago de la cría. El licuado de pescado es introducido directamente al sistema digestivo. Este procedimiento es conocido como alimentación por sonda, y es utilizado para asegurarse de que la cría reciba la cantidad necesaria de calorías para poder crecer sana y fuerte.
Imagen: DW/B. Osterath
En la escuela
Los elefantes marinos tienen que aprender a comer un pescado entero para que puedan sobrevivir en su hábitat natural. En “The Marine Mammal Center”, al principio, los voluntarios colocan un pez en la boca del animal y se lo hacen tragar. Luego, ellos mismos comienzan a alimentarse de forma voluntaria.
Imagen: The Marine Mammal Center/P. Wilson
En libertad
Cuando las crías están lo suficientemente grandes y saludables son liberadas en su hábitat natural. A diferencia de los lobos marinos, los elefantes marinos no se apegan a los humanos. Una vez que son puestos en libertad, nadan mar adentro hacia el Océano Pacífico, cruzando Alaska y las islas Aleutianas.
Imagen: Brian Simuro/The Marine Mammal Center
Es difícil ser una nutria marina
Mientras que las crías de los leones marinos suelen ser rápidos para aprender a alimentarse por sí mismos, otras especies tardan más, como es el caso de la nutria marina. Ellas comen almejas, mejillones y otros alimentos que se encuentran en el mar. Por lo general, sus madres les enseñan a bucear, a encontrar y a recoger sus alimentos, así como a abrir los mariscos.
Imagen: DW/B. Osterath
Una pequeña nutria marina
El acuario de la bahía de Monterey en California rescata a estos cachorros que son encontrados a lo largo de la costa. Ya que las nutrias marinas tienen dientes filosos y garras, los empleados tienen que utilizar guantes mientras que tratan a este pequeño mamífero.
Imagen: Rainer Dückerhoff
Dando el biberón
Cuando las nutrias marinas huérfanas llegan al acuario, los voluntarios las alimentan con un biberón con leche especial. Luego de un tiempo, comienzan a comer sólidos, es decir, lo mismo que comerían en el océano: almejas, calamares y camarones, entre otros.
Imagen: Monterey Bay Aquarium
Usando un "disfraz"
Al igual que los leones marinos, las nutrias marinas pueden apegarse fácilmente a los humanos. Es por eso que los voluntarios utilizan un “disfraz” cuando están junto a estas criaturas. Los cachorros no ven el rostro del humano y los cuidadores no los pueden acariciar por más de que sean muy tiernos.
Imagen: Monterey Bay Aquarium
Una mamá sustituta
Debido a que las nutrias marinas son las únicas que le pueden enseñar a sus crías a sobrevivir, el acuario inició el programa de mamá sustituta. Las nutrias marinas adultas son ubicadas junto a los huérfanos. Las hembras cuidan a los cachorros y les enseñan todo lo que necesitan saber para poder sobrevivir. Sorprendentemente, funciona, a pesar de que no sean sus hijos biológicos.
Imagen: Monterey Bay Aquarium
De regreso a su hábitat natural
Cuando el cachorro es lo suficientemente fuerte y cuando ya ha aprendido todo lo necesario, es liberado en la costa californiana. Algunas nutrias marinas no pueden adaptarse y tienen que volver a ser rescatadas. Pero la mayoría vive una buena vida en su hábitat natural.